El Diario Hoy de Badajoz informa de la solicitud de los familiares de Julio Cienfuegos Linares con el fin de conseguir la retirada del retrato del ex Presidente de la Diputación de la Galería de Retratos Presidenciales o , en su lugar, la placa explicativa de "presidente durante el periodo franquista. Una iniciativa coherente, adornada de elegancia y respeto y necesaria para quien no se puede defender y su nombre es manejado de forma torticera, interesada , fuera de lugar, y representativa del cutre politiquismo que por ahí se estila. De entrada, mi adhesión a los familiares y de salida, igual apoyo.
Julio Cienfuegos era amigo de mi padre, dos luchadores incansables por la cultura en Badajoz, cada uno desde su parcela. Una amistad de muchos años, de esas que duran porque se fundamentan en el respeto. Pretender con esa afrenta de la "etiqueta franquista" catalogar - en este caso- su figura, es demostrar un desconocimiento total de la historia local de Badajoz y, por extensión, de Extremadura, además una falta de tacto inadmisible en responsables políticos, en un mundo que ya debería haber superado ciertas etapas, siquiera sea por el paso de los años.
Por parte y gracia de padre me vinieron ciertas amistades, algunas de las cuales todavía, al saludarme me honran con el distintivo "hijo de Rabanal Brito".
Julio Cienfuegos, era un personaje familiar, indispensable en el Badajoz de su tiempo, con una labor enjundiosa y vital, muy enriquecedora y personal, conversador extraordinario y animador de muchas ideas propias y ajenas que cuajaron, cuidando su verdadera pasión Badajoz, Extremadura; labor que ya ha enumerado mi amigo Alvaro Meléndez Teodoro en un post de Facebook que acabo de leer.
Con el paso del tiempo, coincidí con Cienfuegos en Antena 3 de Badajoz. Realizaba yo un programa semanal, "El Fonógrafo" y Cienfuegos se sometía -en espacio distinto- a una serie de entrevistas donde se pasaba revista a la actualidad social y cultural de Badajoz. Era la época dorada de Antena 3, con un plantel de colaboradores de excepción aglutinado por Manuel Angel González (q.e.p.d.) , que hasta la fecha no se ha vuelto a repetir.
De vez en cuando, en las celebradas reuniones de equipos, a lo largo de ocho años, tuve el privilegio de compartir mesa y mantel con Julio Cienfuegos. En una de ellas me relató una historia que dejaba bien a las claras su pensamientos, sus ideas. Un hecho transcurrido durante la Guerra Civil: se encontraba destacado en un pequeño pueblo extremeño, el frente de batalla situado en una calle dividida por los dos bandos. Mientras de día se atacaban bélicamente , de noche se juntaban para darse tabaco y requerir noticias de los familiares de uno y otro lado. Contaba el suceso de una forma conciliadora, con la pena de lo inevitable y como ello habia influido en el desarrollo de su vida posterior. Así era y le gustaba comportarse.
Una noche, al terminar una conferencia mia en la Económica, nos reunimos Julio Cienfuegos, Carlos Espada Camacho y yo ante una vitrina, a la derecha de la puerta de entrada de la Biblioteca , donde se hallaba colocada su última obra, "Memorial de Ventoleras" y desde allí, tertulia paseada lentamente, descansada a cada paso y me deleitaba con aquel escenario de ideas diversas, contrarias y fogosas , expresadas libremente al amor de una concordia que, al parecer hoy no parece tener lugar en medio de estos delirios mequetrefes que nos hacen padecer a los que tenemos memoria-aunque solo sea por vejez- y no por otros méritos.
Poco antes de morir, Cienfuegos me llamó por teléfono para comunicarme que había facilitado mi dirección a un investigador de Melilla en aquel entonces recopilando datos sobre un periodista extremeño por si podía facilitar su labor, cosa que hice. Durante la conversación, cité al alcalde republicano de Badajoz, Felisando Diaz Quirós (Felisando, no Felisardo como figura en todos los informes de "expertos" que he leído. "Te voy a contar una cosa: Don Felisando era un personaje imponente, del partido Radical, intachable en su conducta, buena persona y que hizo todo lo que pudo por enderezar una situación política terrible en Badajoz. Cuando todo se fue al traste, desesperado, se presentó en nuestra casa, a la hora de comer. Se apreciaba en su cara el horror y la fatiga física, buscaba ayuda, la ayuda que no recibia de sus propios correligionarios, que le dejaban abandonado con toda su familia a cargo. Se hizo por él todo lo que se pudo en su huida hacia Portugal, sin que importase credo político alguno. Eso aprendí en mi casa y siempre lo llevo conmigo." Colgamos el teléfono. Fue la última vez que hablamos.
Si nos sumergimos en Memoria Histórica ha de ser con verdad, alma y sobre todas las cosas, en paz.
José Rabanal Santander