👻 Hoy quiero hablar del #Ghosting laboral, pero el de los clientes. ¿Alucinante no? Pues también existe. Hace unas semanas, me contactó una persona, con bastante reputación en su campo y una buena comunidad en redes sociales, para pedirme un presupuesto de colaboración. Necesitaba a alguien que le llevara su perfil de Instagram. Después de varias conversaciones para comprender sus necesidades, mandé un presupuesto ajustado a lo que me pidió. Hasta aquí todo normal.
Me respondió el mail aprobando el presupuesto y literalmente dijo "me gustaría seguir hacia adelante. Ya me comentas next steps!". ¡Me dio un subidón! Porque era un proyecto que me apetecía muchísimo y que encajaba al 100% con mi forma de trabajar. Aunque me pilló en un momento de mucho trabajo, le mandé un mail especificando próximos pasos y timing. Eso fue hace exactamente un mes y una semana. Nunca recibí respuesta a ese e-mail. Le escribí un par de veces más. Le mandé whatsapps. Al principio incluso pensé que le había ocurrido algo, o que tenía algún problema de salud. Luego vi, por sus apariciones en redes sociales, que estaba perfectamente, que simplemente, me estaba ignorando.
Esa persona seguramente no sabe que invertí tiempo de mi fin de semana en hacer ese presupuesto. Tiempo en plantear cómo encajarlo en un momento de mucho trabajo. Energía en escuchar sus necesidades, en redactar esos mensajes y esos e-mails...Y si lo sabe, le da igual. Me llevé una gran decepción.Pero aprendí varias lecciones:
✅ Que muchas personas, aunque sean conocidas y gocen de una buena reputación profesional, no tienen porque tener empatía, ni tampoco educación.
✅ Que obviamente, no todo es lo que parece.
✅ Que los presupuestos siempre hay que devolverlos firmados, por si acaso...
☝🏻 Y la más importante: suerte que finalmente no terminó siendo mi clienta, porque con personas que no respetan tu trabajo ni tu profesionalidad, no hace falta ni empezar.
A ti, si me estás leyendo, gracias por ignorarme, por hacerme perder el tiempo, por jugar con mis ilusiones, por no dar valor a mi trabajo. Gracias por las lecciones de vida aprendidas. Son mucho más valiosas que cualquier tipo de relación profesional contigo.