Leticia habla con la energía, la convicción y la pasión que tienen los que aman lo que hacen y creen en sí mismos. Una se queda con la boca abierta ante esta joven de tan solo 23 años, ingeniera mecánica, que ha convencido a sus padres de no vender la ganadería familiar porque ella está dispuesta a ponerse al frente. ¡Bravooooo! Toda mi admiración y respeto. Mujeres como Leticia te hacen creer en un futuro mejor.
Mujeres que no se sienten víctimas de las circunstancias. Y las circunstancias de la mujer rural son las de soportar una doble discriminación. La discriminación de género y la derivada de vivir en un entorno donde hay menos servicios, menos oportunidades de trabajo y menos conectividad física y digital.
Pero Leticia no se siente una víctima. Leticia se siente lo que es, un agente de cambio. Una creadora de su propio futuro. Y creando su futuro contribuye a crear un futuro para los demás. Para las siguientes generaciones, que necesitan referentes de ganaderos y agricultores jóvenes y preparados, convencidos de que el sector primario y la empresa familiar presentan una oportunidad única de respeto al legado y al territorio, y de éxito empresarial.
Un referente para mujeres jóvenes que dudan si es una buena idea meterse en carreras típicamente masculinas, como ingeniero mecánico.
Un referente para mujeres que también quieren estar al frente de su propia empresa.
Un referente para aquellos que dudan si quedarse en el rural y para los que no saben si volver al rural.
Un referente para los que quieren vivir sin excusas, sin dejar que los demás les digan quiénes son ni qué tienen hacer con sus vidas.
Un referente para los que no esperan que nadie se lo ponga fácil y entienden que alcanzar los sueños tiene un precio. El de la dedicación, el trabajo y el compromiso.
Leticia se pone al frente del grupo de ganaderas que han pasado la tarde creando un manifiesto sobre cómo superar los retos que amenazan el rural en el programa Ganaderas con Actitud Río. Y habla con pasión de educar a los legisladores sobre lo que están regulando. De invitarles a vivir su vida en la granja familiar y entender el absurdo de algunas de sus regulaciones. De que experimenten la frustración de la burocracia sin sentido a la que se enfrentan. Que entiendan que Galicia poco tiene que ver con Bruselas, y que las empresas pequeñas poco tienen que ver con las grandes, y no se puede regular como si fuera todo igual. Hay que usar el sentidiño. ¿Sabrán que es eso en Bruselas?
Teniendo presente el Día Internacional de a Mujer, en el que celebramos los derechos conquistados por las mujeres en todos los ámbitos, mi especial reconocimiento a las Leticias del mundo que con su actitud llena de coraje crean un futuro mejor para todos.
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