Réquiem por las víctimas de las guerras
En la liturgia romana, el réquiem, es un ruego por las almas de los difuntos, llevado a cabo en las ceremonias de recuerdo. En esta ocasión me voy a referir al Réquiem de la guerra, a la memoria de personas muertas en tiempos de guerra. Un gran poeta, como es el cantautor cubano, Silvio Rodríguez, en unos de sus versos, metafóricamente, igualó la Tierra con la Guerra. No le falta razón, la permanencia de la guerra en la conformación de las sociedades y su persistencia a lo largo de los siglos es un hecho que admite poca discusión.
Estudios recientes indican que, desde el cuarto milenio a. C. hasta nuestros días, se han desarrollado unas 14.500 guerras, en las que habrían muerto alrededor de 4.000.000.000 de personas (Statistics on violent conflict, 2022). En este sentido, el número y la frecuencia de las guerras no solo es altamente significativo por sí mismo, sino que además estas se han desarrollado en prácticamente todas las regiones del planeta y han afectado a todas las civilizaciones por igual.
La conclusión lógica e inmediata de este hecho es que el fenómeno de la guerra no está vinculado, en esencia, a ningún pensamiento político, nivel de desarrollo, tipo de estructura estatal o condicionamiento geográfico, sino que es más bien una actividad propia y singular del hombre en sociedad. Parece, por tanto, que la guerra ha jugado y juega un profundo rol de “destrucción creadora”. Hablamos de violencia instrumental, si partimos de la base de que las sociedades humanas están abocadas a la guerra como un instrumento habitual de resolución de conflictos. Nos detendríamos que preguntar, si el progreso humano tiene alguna relación con la frecuencia de las guerras y sobre si estas tienen alguna relación con el progreso técnico.
Las respuestas son reveladoras y al igual que amargas, porque la guerra, ha tenido la función social como motor del cambio. No hay una perspectiva de análisis benévola, sino dramática, ya que la cuantificación del número de guerras o de los muertos causados por estas solo nos hablan de frecuencias reiterativas y nos permiten afirmar algo que ya sabemos o intuimos: el hombre tiene una tendencia aparentemente natural hacia el conflicto. Sin embargo, basculando el análisis interpretativo hacia aspectos menos tangibles, podemos auto complacernos, con una comprensión de la guerra desde una perspectiva social e incluso filosófica.
Desde un prisma puramente ético y moral, las guerras representan las vergüenzas de la humanidad; sacan lo peor del ser humano. Qué es lo que ha cambiado a lo largo de los siglos, los instrumentos para la destrucción, ya estamos en las guerras de cuarta generación: guerra asimétrica, guerra de baja intensidad u operaciones especiales. En este tipo de guerras, de drones e inteligencia artificial, las víctimas ya no nos miran a la cara, los muertos son imágenes de telediarios y contarlos será un problema de los algoritmos.
