Hoy caminando me detuve a escuchar a esta guitarrista que me encanto. Y desde ahí asocié lo que he dicho sobre las emociones estéticas; que son aquellas que surgen ante la experiencia de la belleza, ya sea en una obra de arte, un paisaje natural o cualquier otra cosa que nos despierte una sensación de placer o admiración, como en este caso la guitarra clásica. En mi caso, estas emociones se intensifican cuando escucho melodías suaves y complejas de este instrumento me transportan a un mundo de paz y tranquilidad, donde puedo desconectar del estrés y las preocupaciones diarias. Todas las emociones nos movilizan capacidad y en el caso de la música y la guitarra clásica puede expresar una amplia gama de emociones, desde la alegría hasta la tristeza o la pasando por el amor. ¿Cómo puedo compartir estas emociones con los demás? Una forma de compartir mis emociones estéticas es publicando como ahora, pues creo que es importante ver la belleza y su un impacto positivo en nuestras vidas. La música, en particular, tiene el poder de unir a las personas y crear un sentido de comunidad. Las emociones estéticas son una parte importante de lo que nos hace humanos. Nos permiten apreciar la belleza, conectar con el mundo que nos rodea y expresarnos de manera creativa. ¿Y a ti? ¿Qué te despierta emociones estéticas?
MANUEL DE FALLA.....😯✅️👍
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8 mesesSe me pararon los pelos, Arnaldo Miguel Canales Benítez… ¡Gracias por compartir! Respecto a las emociones estéticas que compartes, se me ocurre que pueden estar asociadas a una fortaleza del carácter que se llama “Apreciación por la belleza y la excelencia”. Es una fortaleza que forma parte de la virtud de la trascendencia y que incluye la consciencia de ser parte de algo más grande. Una forma de saber si la tenemos presente (todos tenemos todas la fortalezas en más o menos medida), es justamente lo que mencionas, es decir, dándonos cuenta si nos conmovemos ante (alguna de) las distintas formas de arte o la magnificencia de la naturaleza. En mi caso, esas emociones se me activan cuando leo “algo que me toca”, cuando me encuentro con un árbol añoso o un animal salvaj que sé que es un privilegio y una bendición poder ver (como un zorro que veo a menudo al rededor de nuestra casa), también los amaneceres y así, un largo etcétera.