Publicación de Daniel Contesse Aguirre

En el teatro, las nuevas tecnologías suponen un doble desafío. Por un lado, son un recurso inagotable que permite plasmar ideas en el escenario y generar espacios desde lo racional, lo estético y lo sensorial. Ya forman parte de la gramática teatral y no podemos ignorarlas. Por otro lado, es peligroso para las nuevas generaciones (donde hay un aumento de teatralidades - y realidades - enunciativas) y que tienen a disposición una cantidad de recursos externos sin parangón en la historia del teatro, caer en la tentación de sobrecargar un montaje con dispositivos tecnológicos, ya que la sobreabundancia tiende a diluir la fuerza escénica. Estos recursos deben ser utilizados con sentido y delicadeza. En una época donde lo discursivo parece tomar preponderancia sobre los cuerpos y materiales escénicos, es crucial integrar las tecnologías con cuidado. No es cuestión de si las tecnologías deben estar o no, sino de "cómo estar" y de cómo coexisten con los demás elementos presentes. puesto que sin justificación o cohesión con el resto de los elementos y materiales escénicos puede terminar diluyendo el sentido de la obra.

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