Confío en que así sea, más pronto que tarde CARLOS GARCIA SANCHEZ
Todavía lo comentamos en unas jornadas la semana pasada, Asturias destaca en el mapa de comunidades energéticas de España elaborado por el IDAE. Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía la poca implantación de este tipo de instalaciones energéticas en Asturias.
Esto es debido a una combinación de factores históricos, sociales y estructurales. Su fuerte tradición #industrial y #minera, aunque ha sido clave para su desarrollo económico, ha dificultado la transición hacia modelos energéticos más descentralizados y participativos. Esto se suma a la falta de apoyo institucional claro, ya que no se han desarrollado políticas específicas ni programas autonómicos robustos para fomentar estas iniciativas, y la burocracia sigue siendo un obstáculo importante para quienes desean acceder a ayudas nacionales o europeas.
Además, en mi opinión, el tejido asociativo en el ámbito energético aún es débil en la región, lo que dificulta la creación de proyectos colaborativos. La infraestructura energética asturiana, diseñada históricamente para grandes productores y consumidores, no favorece un modelo distribuido basado en la participación ciudadana. A esto se suma la dependencia histórica del carbón y, más recientemente, del gas, lo que ha frenado la adopción de fuentes renovables y modelos de autoconsumo colectivo.
Para cambiar esta situación, sería necesario un esfuerzo conjunto que incluya una mayor implicación de las administraciones públicas para simplificar trámites, fomentar asociaciones locales y lanzar proyectos piloto que sirvan de ejemplo.
Asturias, con su enorme potencial en energías renovables, especialmente en zonas rurales, tiene la oportunidad de convertirse en un referente en comunidades energéticas si logra superar estos desafíos y aprovechar sus recursos naturales. Fundación Asturiana de la Energía, FAEN apuesta por ello. Adelante.