TRANSVERSALIDAD
Este concepto, en términos de gestión, me fue inculcado en mi etapa en el Real Madrid C.F. Bueno, eso y muchas cosas innovadoras del área de control interno, de organización, de la eficiencia en la gestión y de la expansión de marca, con lo que ello significa en divisas económicas y de buena reputación.
Este preámbulo puede parecer un señuelo con respecto al tema principal del post, pero nada queda a la improvisación.
Aprovechando la invitación para impartir una master class en el MBA de la internacional escuela de negocios “ThePower Education”, quisiera dar mi opinión sobre la importancia del término “transversalidad” en el actual y complejo mundo de la industria del deporte.
Una organización deportiva que fomente la endogamia, por miedo o ignorancia, puede ir escribiendo su epitafio en la lápida.
Actualmente, en una DANA disruptiva y super agresiva, toda la industria deportiva se está transformando diariamente. Desde el césped o la pista hasta los palcos, pasando por el nuevo concepto de patrocinio, las experiencias del fan, la necesaria internacionalización y, finalizando, con las nuevas demandas audiovisuales del exigente consumidor de tv y digital.
Lo que antaño eran compartimentos estancos y predecibles, secuenciables, hoy son estructuras transversales, dinámicas y llenas de incertidumbre. Ahora más que nunca hay que ser un empático amigo de las turbulencias y del cambio.
Aplicado al futsal español, ni el Ibex-35 bajó tanto y tan rápido en la crisis económica y social de 2009-2012 como la actual reputación y difusión de este deporte, gracias a la guillotina del Robespierre de turno y la endogamia de su turbamulta. Del proyecto fallido de la Primera RFEF de fútbol 11 ni hablamos; ya nos anuncian sus clubes la ruina económica y mediática que supone esta competición. Por suerte, la Liga F se pudo salvar por los pelos de la involución al ser declarada por el CSD como liga profesional y así poder gestionarse bajo los parámetros del progreso.
Si el único argumento de una organización deportiva es alardear de la subvención que da a los clubes para mitigar la ruina a la que les ha llevado, es confundir el dar pescado con enseñar a pescar.
Todo lo que no crece, decrece. Y hoy día, en un terreno de extrema competencia, de algoritmos, del mundo como mercado y de la digitalización inevitable, lo que entendemos como ombligo propio ha muerto. La aldea gala, en cuanto a tamaño y mentalidad, hoy no tiene sentido, excepto como concepto moral y de resiliencia ante una injusticia o invasión.
Quienes no nos identificamos con las cadenas endogámicas, debemos trasladar a la sociedad educativa, deportiva, política y económica un mensaje rotundo de que existe otro punto de vista, otro modelo, otra mentalidad más cercana al futuro que mirarse al espejo para lisonjearse como única respuesta.
Muchas gracias a thePower por haberme elegido en su equipo. La responsabilidad no es una losa, sino una motivación.