Escudella camperola de Carlos de Agustín (II parte).
...Además, de lo que de verdad se trata es de poder llegar a "La casa de Lúpulo", donde la libertad y el gozo de la gastronomía envuelven al parroquiano con un manto de virginal algarabía. Estrategias militantes, bien calculadas, para dar sentido al hedonismo, esa aparición de la divinidad en forma de voluntad que se materializa en deseo y premia al humilde buscador/devoto con el gozo infinito de ambrosías celestiales vencedoras de infiernos quemadores. ¡Cuánto calor innecesario si la frescura de agua y talante humano hacen su gloriosa aparición de forma silente y desinteresada(superada moral burguesa. La exageración de las situaciones amenaza, de forma inconsciente, con el rictus de sorpresa ante lo percibido. Es en este estadío de curiosidad donde el autor ejerce su poder de influencia y consigue la aprobación del lector que, ubicado en la extrañeza, da el visto bueno a ese estado de novedad creativa.(El señor Zaratrusta nada tiene que ver con filósofo alemán alguno, sino con señor de Madrid al que le gustaban las tostadas y como buen superhombre aceptaba pantalones y algún que otro gabán. La intrahistoria como eje central por el que gira un cierto candor puñetero). De verdad, estos tipos que recorren el mundo no son malos aunque parezca que tras de sí sólo el odio anida en sus afligidos corazones. No tienen problemas cardiovasculares, quizás algo de soledad por la incomunicación e impotencia ante lo que les rodea. Son libertarios, vacuos como protesta por lo en apariencia imprescindible. Escriben bien. Son precisos. Les va la VIDA en ello. Creen poco en Naciones y en Procesiones. La profesión/procesión la llevan dentro.
¡Feliz aniversario, equipo Ernest! Por muchas celebraciones más 🙌😎