Publicación de Jaime Lértora

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Director, Lertora Consultores

Puntualidad Por J Lertora La impuntualidad es una costumbre que está casi instalada en nuestro código genético. Es tan fuerte que se ha convertido en un tema de enseñanza en nuestras universidades, en cuyos reglamentos se precisa el tiempo de «tolerancia» para que alumnos y profesores comiencen las clases impuntualmente, por supuesto. El hecho de que exista una «tolerancia» reglamentada ofrece un mensaje claro: «Nadie espera que llegues a la hora —por supuesto que los otros tampoco lo harán—, así que te damos permiso para que vengas tarde, pero claro, tampoco exageres». Cuando los alumnos terminan sus estudios —como parte de los cuales se les ha enseñado a ser impuntuales—, se instalan en la vida laboral, donde los espera la misma «tolerancia horaria», que, por supuesto, también está reglamentada, como una excelente muestra de coordinación entre el sistema universitario y el mundo del trabajo. Los jóvenes profesionales, convertidos en ejecutivos o empresarios, empiezan a asistir a juntas de accionistas convocadas de la siguiente manera: «Se convoca a… para la aprobación de… el día… Primera citación: 10:00 horas. Segunda citación: 12:00 horas». Esta peruanísima práctica pasa por alto que ser puntual no solo equivale a llegar o partir a la hora convenida. Ser puntual es bastante más, por cierto; significa, por ejemplo, la capacidad de hacer las cosas con diligencia, prontitud y calidad. 

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Rosario Giraldo

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5 meses

Muchas veces es un mal hábito heredado en las familias peruanas :( Luego, cuando los jóvenes llegan a la universidad o centros de trabajo, se enfrentan con otra realidad "menos permisiva", donde ya no esta papi ni mami para que aboguen por ellos. Siempre recuerdo sus palabras de la última clase: «la puntualidad no es llegar a tiempo, sino, llegar habiendo planificado y prevenido» Un abrazo Jaime 🙌

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