Publicación de Luis Domenech Lopez

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CEO de mi mismidad, escritor y editor en El Reformatorio de internet, El Economicista, Revista de Turismo de Galicia, La Gaceta de la Salud, El Clima se ha vuelto loco, y otros...

El pasado 27 de enero zarpó por primera vez desde el puerto de Miami el mayor crucero del mundo, el Icon of the Seas. Los cruceristas viajan en un enorme barco —supera las 250.000 toneladas de peso— repleto de diversión, en compañía de otros casi ocho mil pasajeros mas —7.600, para ser exactos—y con una tripulación de 2.350 personas. Casi son una pequeña ciudad metida en un barco. El barco cuenta con 20 cubiertas, dispone de 7 piscinas y 6 toboganes de agua. Tiene la cascada más alta, el tobogán de agua más alto, el parque acuático más grande y la primera piscina infinita suspendida sobre el mar. Además dispone de un simulador de surf, un rocódromo, una pista de patinaje sobre hielo, un minigolf, karaoke, casino, escape-room, un circuito para carreras de obstáculos y "La Perla", una esfera multimedia anunciada como "la escultura cinética más grande del mundo". Antes los cruceristas viajaban en barco para conocer de paso —en escalas de no mas de uno o dos días—, ciudades turísticas. Hoy en día, el concepto de la naviera para el crucero tiene otro objetivo. De lo que se trata es de lograr que el pasaje no abandone el barco, porque en el momento en que abandona este, ya se pierde el control de la tarjeta de crédito, y el dinero que el pasaje se gasta en puerto, se queda fuera del barco. Por la misma razón, la oferta del barco es abrumadora y deslumbrante. Restaurantes fuera del coste del pasaje, tiendas de todo tipo, incluidos los artículos de lujo, que no son nada baratas, a pesar de que en alta mar lo que se adquiere está libre de impuestos. En el barco no existe el IVA, pero casi no se nota. De lo que se trata, es que la tarjeta del barco pase por el terminal de cobro el mayor número de veces posible. Ahí está el negocio. Esta evolución de los cruceros, tiene que parar, o cambiar de signo. Si una de las palabras que mas de moda está es la de sostenibilidad, este tipo de negocio no es sostenible. En número de cruceristas paso de 500.000 pasajeros que había en 1970, a casi 30 millones en 2019. Solo el puerto de Miami, el primero del mundo en acoger este tipo de barcos, paso de procesar 61.000 pasajeros en 1950, a procesar casi 68.000 en un solo día en 2023, y las previsiones siguen en aumento. No tiene ningún sentido, salvo para el negocio a gran escala con grandes beneficios para los inversores. Ya no digamos que suceda una catástrofe como la que le sucedió al Costa Concordia cuando embarrancó en la Toscana italiana, en la que murieron 32 personas, o que se declare una epidemia en el barco, como le sucedió al Diamond Princess, cuyos cruceristas se vieron encerrados en sus camarotes durante el tiempo en que el barco se vio obligado a seguir en el mar sin poder acercarse a puerto. Afortunadamente los cruceros como los de antes, no desaparecieron. Esos son los míos, y gracias a ello podré seguir disfrutando del placer de viajar en barco por los mares del mundo.

Viajar en cruceros ya no es lo que era

Viajar en cruceros ya no es lo que era

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