PREDICAR CON EL EJEMPLO. Sobre la forma en que entiendo el #liderazgo.
Querida red, ahora que se entienden tantas formas de liderazgo, yo solo os puedo decir una, tal vez la más sencilla, la que a mí siempre me ha funcionado, la que me llena, la que, hoy, me gustaría compartir humildemente con vosotros.
Y no es otra que predicar con el ejemplo, sin más. Y eso para mí quiere decir dar de ti lo que esperas de otros, ponerte en su lugar, arrimar el hombro, estar el primero, irte el último, ser el primero en avanzar ante lo complejo, y ser el último en saltar del naufragio. Es poner a los demás por delante de tus méritos y ser humilde, y ser verdad, ir de cara y no mentir.
Parecen muchas cosas pero son sencillas y se condensan simplemente en ser buena persona, en valorar a los tuyos, en empoderarles de verdad y dejar que se lleven los méritos. En hacer que funcionen como un equipo, colaborando, porque lo ven de ti, porque tú lo haces, porque no confrontas, porque unes.
Tan sencillo como trabajar duro y trabajar más tiempo para tu equipo, para ellos, y no tanto tiempo hacia arriba, hacia tus jefes. Como hacerles de paraguas para que ellos se desarrollen al máximo, porque en su desarrollo, en su éxito, está el tuyo. No hay ya un éxito personal, porque desde que tomaste un equipo, sois un nosotros, no sois nunca más un yo.
Deja pues que se equivoquen, y que aprendan de ello, guíales pero deja que hagan cosas diferentes a como tú las harías, porque, ¿son en realidad peores que tus decisiones, o es justo al contrario, y te aportan algo que no tenías?
Es dejar tu ego y hacer crecer a otros y que, juntos, crezcáis. Es remangarse igual que el último, bajar al barro y no elevarte en tu sillón, dar la cara por el equipo, no señalar a otros, no descargar tu responsabilidad. Exigir pero dar, liderar pero trabajar, decidir pero escuchar; defenderlos en público, reprender en privado.
Es lo que puedo trasladaros, es lo que sé, lo que a mí me ha funcionado. Y es también lo que aprendí de mi padre, y lo que espero ser capaz de transmitir a mis hijos. Porque recuerdo, como si fuese ayer, lo que les pregunté hace más de 20 años a los operarios de la fábrica donde siempre trabajó y que dirigía: “¿Que pensáis del jefe?” Y me dijeron algo que no olvidaré: “yo no sé si hace las cosas bien o mal, pero sí sé que nunca podré reprocharle nada, porque yo llego aquí el primero y veo la luz en su despacho, y los compañeros que se van al final, la ven al marcharse. Solo tengo respeto por el”.
Y, desde entonces, yo traté de no dejar nunca a una persona de mi equipo trabajando hasta tarde sola, he hice muchas otras cosas solo por poder acercarme a esa frase. Tal vez, con el tiempo, alguien pueda decir algo así de mí. No necesito nada más, pues, para mí, predicar con tu ejemplo es todo lo que representa a un líder de verdad.
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