Publicación de Vinetur

Las 10 bodegas más antiguas de España: de Codorníu al Marqués de Murrieta El cultivo de la vid ha acompañado a los humanos desde hace milenios. La Península Ibérica es el ejemplo de cómo un territorio puede adaptarse para esta actividad ancestral y dar los frutos que se convierten en los mejores vinos

El experto propone un futuro más diferenciado para los vinos de la Ribeira Sacra

DESCUBRE EL TESORO SUBTERRÁNEO DE LA RUTA DEL VINO DE RIOJA ALAVESA: LOS CALADOS HISTÓRICOS. El arte de elaborar vino en Rioja Alavesa se remonta a tiempos ancestrales. Son innumerables los municipios que siguen conservando su estructura subterránea de calados históricos. Además de seguir en uso a la hora de elaborar vino.

Por si te lo perdiste: El experto propone un futuro más diferenciado para los vinos de la Ribeira Sacra

Por si te lo perdiste: El experto propone un futuro más diferenciado para los vinos de la Ribeira Sacra

La historia del vino cántabro comienza a la sombra de los Picos de Europa. El valle de Liébana fue el germen de la viticultura en la comunidad, potenciada por monasterios tan antiguos como Santo Toribio, y cuya necesidad de vinos para la liturgia hacía necesarias las viñas. Liébana, rodeada de montañas, posee un clima particular, más seco y protegido de los vientos que azotan la costa, que permite la producción de su propia IGP: “Vino de la Tierra de Liébana”. No obstante, más allá de Liébana, la fama de los vinos de Cantabria nunca ha sido notoria, hasta que, durante la última década, un puñado de bodegas han luchado por revivir una tradición que muchos daban por muerta. Las comarcas costeras como Trasmiera y los valles interiores que labran los ríos Pas y Agüera fueron, en su día, una tierra rica en viñas. Gracias al esfuerzo de los viticultores cántabros por conocer su pasado, Cantabria ha conocido un aumento de las bodegas dispuestas a aprovechar sus condiciones para cosechar uvas acostumbradas a suelos pobres en nutrientes y resistentes a las humedades atlánticas como son las variedades Albariño y Riesling. El resultado: la IGP “Costa de Cantabria” y su oferta de vinos blancos capaces de competir con el vecino txacolí gracias al esfuerzo de unas bodegas que, además, ofrecen servicios de rutas y alojamientos para quienes deseen conocer de primera mano el renacer de una tradición. Conde Traveler

Bodegas singulares cada bodega es diferente

La D.O. Arribes de Duero se encuentra en un paisaje montañoso, donde los viñedos se extienden en terrazas a lo largo de las laderas del río Duero. Esta geografía accidentada crea un microclima particular en la región, con inviernos fríos y veranos calurosos que agregan complejidad a los vinos. Además, los suelos graníticos contribuyen a una riqueza y personalidad únicas. En cuanto a las variedades de uva, la D.O. Arribes de Duero se especializa en el cultivo de uvas autóctonas como la Juan García y la Rufete para los tintos, y la Malvasía y la Dona Branca para los blancos. Estas variedades locales, combinadas con técnicas tradicionales de vinificación, producen vinos con carácter distintivo, marcado por su mineralidad, estructura y elegancia.

Gracias a Antonio Candelas por el maravilloso artículo que nos ha dedicado en su revista #MIVINO hablando de nuestro eterno Bordón Crianza. En palabras del propio Antonio, Bordón Crianza se trata de “un verdadero legado de una tradición vitivinícola con más de 130 años de historia, un tributo al arte de la vinificación de Bodegas Franco-Españolas que perdura en cada botella.” Aquí podéis leer el artículo completo: https://cutt.ly/aw4SjMf3

Las Bodegas Herruzo son las más antiguas de Jaén que puedes visitar hoy día y, de hecho, es la única abierta en Lopera en la actualidad. De hecho, en el pasado era fácil hacer un tour por varios puntos de interés vitivinícola, pues tenía nada menos que diez bodegas en funcionamiento durante el siglo XX: Bodegas Valenzuela, Bodegas las Miguelicas, Bodegas Antonio Bujalance, Bodegas Sotomayor, Bodegas Viuda de Valenzuela, Bodegas Herruzo, Bodegas Juanita , Bodegas La Purísima Concepción, Bodegas Mari Loren y Bodegas Flores de Quiñones, de las cuales solo perviven las bodegas Herruzo. Su fundación data del año 1949, cuando comenzó en el negocio vinícola Antonio Herruzo Martos, cuya siguiente generación sigue al frente de la bodega. Visitarlas es como hacer un viaje al pasado más esplendoroso del vino loperano, ya que y siguen regidas por sus hijos. En las bodegas Herruzo aún se pueden distinguir las firmas de algunas grandes casas como Garvey, Osborne o Domeneq en sus viejos bocoys y barricas de roble americano. El primer vino de Lopera surgió de la mano de las desaparecidas bodegas de Bartolomé Valenzuela Rueda en 1920, que fue bautizado como fino de Monteviejo. Su fama no se quedó en territorio jienense, pues los responsables de esta empresa se fueron a Jerez para incluir en su equipo al maestro de bodega Leonardo Camacho de la Barrera y al tonelero diego Lozano, dándole un plus de calidad a la producción de sus vinos, que fueron blancos y dulces, y hasta incluía elaboración de vinagre. Sin embargo, las primeras informaciones sobre plantaciones de vid en Lopera, recogidas en el Inventario de los Bienes, Rentas y Posesiones de la Encomienda de Lopera, datan del año 1492, con un claro incremento en el número de plantaciones de viñedos durante la primera mitad del siglo XVII. Una curiosidad que todavía refleja el Archivo Histórico Municipal de Lopera es que, en el año 1826, los propios vecinos propusieron al ayuntamiento la creación de un Pago de viñedos en los terrenos del pueblo con un objetivo de autoconsumo, ya que los que venían de fuera eran famosos por su nefasta calidad y precios desorbitados. Jaén hoy