ÉTICA E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

ÉTICA E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

El propósito último de la inteligencia artificial, lograr que una máquina posea una inteligencia de tipo general similar a la humana, es uno de los objetivos más ambiciosos que se ha planteado la ciencia. Por su dificultad, es equiparable a otros grandes retos científicos, como explicar el origen de la vida o del universo, o conocer la estructura de la materia.

Aunque aún falten décadas para que la humanidad conviva con máquinas que aprendan por sí mismas y sean tan inteligentes como las personas, en la actualidad hay bots conversacionales, robots, asistentes digitales e inteligencias artificiales que, a menudo, no pueden distinguirse de los humanos.

El principal problema al que se enfrenta la inteligencia artificial es la adquisición de conocimientos de sentido común. Este constituye el requisito fundamental para que las máquinas actuales sustituyan la inteligencia artificial especializada por una de tipo general. Uno de los principales objetivos que se plantean en la sociedad actual es la de incluir la ética en los algoritmos que rigen la Inteligencia Artificial.

No obstante, por muy inteligentes que lleguen a ser las futuras inteligencias artificiales, siempre serán distintas a las humanas debido a lo determinantes que resultan los cuerpos en los que se ubican. Además, el hecho de ser ajenas a los valores y necesidades humanas nos debería hacer reflexionar sobre aspectos éticos en el desarrollo de la inteligencia artificial y, en particular, sobre la conveniencia de dotar de total autonomía a las máquinas.

El sistema de valores humanos es infinitamente complejo, de modo que es prácticamente imposible que la Inteligencia Artificial pueda encontrar algún tipo de motivación amigable en las formas de actuar humanas. Sobre estos aspectos científicos y éticos que ya son objeto de estudios y regulación por distintos organismos, existe uniformidad de criterios en el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial. La prudencia, la necesidad de ser conscientes de que todavía queda por resolver un gran número de obstáculos científicos y técnicos. El segundo hace referencia a la fiabilidad, esto es, que deban someterse a pruebas que determinen su fiabilidad y seguridad. Otro aspecto es la rendición de cuentas: cuando un sistema toma decisiones, las personas afectadas por ellas tienen que poder recibir, en unos términos de lenguaje que entiendan, una explicación de por qué las ha tomado. Se apunta también a la responsabilidad. Debe quedar claro si la interacción se hace con una persona o con un sistema de inteligencia artificial. Otra cuestión es la autonomía limitada ya que se necesita disponer de reglas claras que limiten el comportamiento de los sistemas de inteligencia artificial autónomos para que los encargados de desarrollarlos puedan incorporarlos en sus aplicaciones. Y, por último, debe quedar claro el papel que desempeña el ser humano ya que la capacidad humana todavía supera con creces la inteligencia artificial.

Adicionalmente, uno de los aspectos que están en el centro de la conversación en torno a esta ciencia es saber si la robótica, camino de la revolución 4.0, va a sustituir la mayoría de empleos actuales. En este sentido, los puestos de trabajo basados en tareas repetitivas como las manuales y administrativos están ya en jaque. Otros, por el contrario, será muy difícil que sean asimilados por máquinas. Por ejemplo, las tareas de mantenimiento. La robótica tiene grandes problemas para andar y no tiene casi destreza en las manos.

Por lo tanto, a la hora de incorporar la IA a los procesos de producción de las empresas, es fundamental dotar a la tecnología de principios y valores.

Según un informe presentado recientemente, el 92% de las compañías considera que es primordial formar a sus tecnólogos en ética. Además, el 63% de las empresas tecnológicas a nivel global cuentan con algún tipo de protocolo y comité para este tipo de asuntos.

De la mano con la inteligencia artificial aparece un reto muy importante para la humanidad. Bajo qué principios éticos vamos a programar nuestros algoritmos de IA cuando se enfrenten a dilemas complicados. Nos encontramos ante uno de los desafíos más importantes de la historia de la humanidad: adaptar a la realidad de las personas una de las tecnologías con más potencial para hacer el bien. Para ello, la ciencia dispone ya de la materia prima necesaria y el derecho y la filosofía –junto con otras disciplinas como la economía o la sociología- tienen que moldearla para construir un mundo más próspero.

#ÉticaEnIA#IAResponsable#InteligenciaArtificialÉtica#AlgoritmosConValores


 

 

Toni Martínez

Comprometido con el bienestar de empresas pymes, startups y autónomos desde sus fundamentos | Apasionado por el coaching ejecutivo | Impulso la transformación personal y profesional | Life & Business Coach en Esentitas

6 meses

Airam, tu artículo captura perfectamente cómo la inteligencia artificial se encuentra en el corazón de una revolución científica clave. Crear una inteligencia similar a la humana, conocida como inteligencia artificial general (IAG), es un desafío tan complejo y ambicioso como explicar el origen de la vida o entender la estructura de la materia. Este esfuerzo requiere replicar habilidades humanas avanzadas como el razonamiento y la creatividad, lo que podría transformar muchos campos y nuestra comprensión del mundo. El momento me fascina!!

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