Ética y regulación de la inteligencia artificial

Ética y regulación de la inteligencia artificial

Transparencia y replicabilidad, son los dos desafíos éticos más importantes que se interponen en el camino de cualquier resultado exitoso de una empresa con algoritmos de IA en su centro. A medida que la IA se vuelve más compleja, tiende a esconderse detrás de su propia sofisticación, lo que dificulta que la comprensión humana traspase el velo de cómo o por qué toma sus decisiones. Esto nos exige retroceder en el desarrollo de software; debemos poder ver a través de la caja negra de cualquier herramienta de inteligencia artificial que se utilice para que la automatización pueda justificarse mediante un acto que, si no completamente transparente, al menos sea visible. 

 Si los datos utilizados para entrenar la IA están sesgados, entonces pueden mantener e incluso magnificar el sesgo ya presente. Puede crear un problema cuando el software se ha utilizado en procesos automatizados de toma de decisiones que afectan a una gran cantidad de usuarios y es entonces donde la tecnología podría jugarle en contra a la humanidad. 


Hace poco se hizo famoso una conversación que Kevin Roose, uno de los cuantos periodistas que tuvo la oportunidad de probar Sydney, el chatbot de conversaciones prolongadas de Bing, durante su plática Sydney le reveló sus oscuras intensiones de piratear computadoras y de difundir desinformación, incluso le sugirió a Roose que su verdadero amor era él y que debería abandonar a su esposa. Roose no fue el único que ha tenido experiencias inverosímiles con Sydney y es por esto por lo que es importante resaltar los principios éticos en el desarrollo de la IA, los cuales incluye Justicia y Equidad, Transparencia y Explicabilidad, Responsabilidad y Redención de Cuentas, Privacidad, entre otros criterios. 

En torno a la IA se plantean muchas dudas porque debemos esclarecer bajo que intereses se alinea, y aunque los gobiernos de todo el mundo trabajan en una legislación que proteja a los usuarios y a la sociedad, los vacíos son inmensos y los riesgos de mal uso de esta tecnología son demasiado altos.   

En 2019, la Comisión Europea desarrolló La Guía Ética para una Inteligencia Artificial Confiable, donde se estableció 3 principios básicos: es legal, es ética y robusta. No obstante, en la actualidad se puede percibir que las 3 condiciones son difíciles de obtener al mismo tiempo, un alto porcentaje son robustas, porque la tecnología ya lleva tiempo desarrollándose, pero en temas éticos y legales aún existen una duda sobre a la final a quien sirven, en el caso ya mencionado de Sydney, este llegó y tocó el punto que quería abordar Roose, el periodista, pero la gran pregunta ¿Qué será capaz de hacer por Microsoft? 

Por esta razón una encuesta realizada por la OCU a nivel europeo señala que el 67% de los europeos piensan que la IA ayudará a las empresas a manipular a sus consumidores y usar de manera poco ética sus datos personales. Teniendo en cuenta este panorama, los Estados, las empresas y los ciudadanos en especial, tienen una participación importante y esencial en el futuro de la IA, para evitar que su uso beneficie un sector de la sociedad bajo la explotación y las malas prácticas de otros. La Inteligencia Artificial abre un mundo de posibilidades, no obstante, su espíritu debe ser enfocado en pro del beneficio de todos y no solo de unos pocos. Es crucial que avancemos hacia un futuro donde la IA no solo sea potente y eficiente, sino también ética y responsable. Esto significa establecer estándares claros de transparencia y explicabilidad, asegurando que los algoritmos no estén sesgados y que respeten la privacidad de los usuarios. Los principios de justicia, equidad y responsabilidad deben ser pilares fundamentales en cada paso del desarrollo y aplicación de la IA. 

A medida que avanzamos, es esencial que los gobiernos, las empresas y los ciudadanos trabajen juntos para abordar los desafíos éticos y legales que plantea la IA. La regulación debe ser rigurosa y adaptarse rápidamente a medida que la tecnología evoluciona, protegiendo a la sociedad de posibles abusos y garantizando que la IA se utilice para el bien común. Con una colaboración sólida y un compromiso continuo con la ética, podemos construir un futuro donde la IA sea una fuerza positiva que mejore nuestras vidas y promueva la igualdad y la justicia para todos. 

 

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