100% remoto no es lo mismo que 100% digital
No nacimos para estar de ocho a doce horas al día sentados. Ni para sostener ese tiempo expuestos casi exclusivamente a lo que tiene para ofrecernos una pantalla de computadora.
Imaginemos el cuestionable panorama de progreso que exhibiríamos hoy a un tatara tatarabuelo que de improviso llegase desde el más allá a visitarnos para evaluar cómo ha evolucionado la humanidad.
Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma no soportan ese ritmo ni esas formas. Y nos lo hacen saber, cada uno a su manera.
Esta radical evidencia nos invita -nos obliga-, a quienes trabajamos en Diseño Centrado en las Personas, a idear el futuro del teletrabajo, teleaprendizaje -y cualquier otro “tele”- fuera de Zoom, de Meets, de Teams; con proyecciones al margen de una laptop; en exteriores; tal vez de pie, en movimiento a veces, usando lápiz y papel; acostados de espaldas mirando nubes en el jardín. ¿Por qué no? Trabajo o aprendizaje 100% remoto no es lo mismo que 100% digital. Ni “digital” es sólo laptop, teclado y smartphone.
Si no empezamos ya a cuestionar estas formas que a veces se nos presentan como si fueran las únicas posibles, estaremos priorizando nuestra propia comodidad -insistir sobre las interfaces que conocemos y dominamos- en lugar de anteponer la calidad de vida de quienes experimentan lo que diseñamos.