#11 Liderazgo (I) – El Miedo está Bloqueando Tu Potencial

Cuando estás en modo supervivencia solo piensas en salvar el aquí y el ahora. No te queda espacio para "tonterías" como alcanzar tu potencial.

Te voy a contar una historia personal que me tocó vivir hace unos años. Estaba en el primer trabajo que se podía considerar "de lo mío" tras acabar la carrera.

Era mi momento. Venía de una travesía por el desierto que se me hizo muy larga y aquello se sentía como una meta cumplida, pero una vocecilla me susurraba al oído que no iba a estar a la altura del reto. Coletazos de un mal feedback en mal momento y un diálogo interno bastante destructivo.

Por otra parte, me sentía en deuda con mis padres —deuda que nunca me exigieron y solo estaba en mi cabeza. Me ayudaron mucho económicamente con mi educación y, en cierto modo, consiguiendo ese trabajo les demostraba que no había sido un sacrificio estéril, así que tenía que hacerlo bien. Además, ¿a quién no le gusta hacer que sus padres se sientan orgullosos?

Demasiada presión para el niño que era en aquel entonces.

"Sé el héroe que tu madre querría que fueras" - Dr Jordan B. Peterson

Con el tiempo me di cuenta de que mi experiencia allí no estaba siendo tan positiva. Curiosamente me estaba yendo bien, pero yo sabía que era a base de toneladas de fuerza de voluntad, hasta el punto de que me costaba alegrarme por los éxitos porque no estaba disfrutando el camino. Estoy plenamente convencido de que no tiré la toalla en mis primeros meses precisamente por mis padres, aunque ellos no lo supieran. ¿Con qué cara iba a llamarles para explicarles que me rendía?

El caso es que me había costado tanto llegar hasta allí que tenía miedo a desaprovechar la oportunidad, especialmente por ser yo quien no daba la talla, y esto me sumergió en un estado de alerta permanente que se convirtió en inmanejable cuando cambiaron a mi jefe, que era un referente y una persona a quien admiraba, a otro departamento. Me pedían que liderase a mi equipo para aumentar su rendimiento y autonomía, pero yo no encontraba a nadie que me guiase a mí tras su salida. Me sentí perdido y desprotegido, y sin darme cuenta me estaba agarrotando. Supongo que es lo normal cuando pasas tanto tiempo con los músculos contraídos por la tensión.

Tengo que insistir en este punto. Perder la referencia de mi primer jefe fue demoledor, porque estaba sacrificando mucho a nivel personal por poner todos los huevos en la cesta de ese trabajo. Y de forma muy abrupta dejó de tener sentido.

Llegué a un punto en el que tenía miedo a proponer porque eso implicaba cargarme de más trabajo cuando no estaba consiguiendo empujar todo lo que ya tenía encima de la mesa, veía mis objetivos como una montaña, no encontraba tiempo para compensar mis carencias formativas y dejé de hablar con claridad sobre asuntos que consideraba mejorables porque no quería ser señalado como alguien negativo.

Así y todo lo intenté. Nunca dejé de apretar los dientes y le eché muchas horas y sacrificio. Tenía la esperanza de dar la vuelta a la situación. Y es cierto que no obtuve la recompensa que pretendía, pero al menos saqué una lección que se quedará conmigo para siempre.

Hacer más de lo que detestas es una forma muy estúpida de mejorar tu vida, y tuve que verme en una situación límite para darme cuenta.

Tengo una imagen muy viva de aquella época. Tenía una reunión con la dirección para justificar una desviación de un KPI. Honestamente, no sabía ni qué decirles porque me pilló por sorpresa el mal dato y sabía que la reunión iba a ser un paredón. Iba andando por un pasillo dándole vueltas a la cabeza a ver qué podía contar y no me venía nada. Estaba bloqueado. Sudaba mucho, demasiado. De repente se me nubló la vista y las luces parecían demasiado brillantes. El corazón me empezó a palpitar de una forma rara, no solo se sentía rápido sino irregular. Sentí que me fallaba el equilibrio y me apoyé contra la pared. En mi cabeza pasó todo muy rápido, solo unos pocos segundos, pero me asusté.

Creo que fue mi primer ataque de ansiedad, y espero que el último.

Ante situaciones como esta perdí la esperanza de que más horas y sacrificio fueran la respuesta, básicamente porque no me quedaban más horas o energía mental que ofrecer y mi vida personal ya estaba hecha girones.

Si no iba a reconducir mi vida laboral, al menos intentaría relajar la presión que estaba poniendo en algunas personas importantes para mí en aquel entonces. Así que solté un poco el pie del acelerador.

Y asumí las consecuencias.

Dicho esto, no me gusta el victimismo y me quedo con las lecciones que aprendí, que no tienen precio.

Ahora estoy en un sitio donde me siento realmente bien, pero haber pasado por todo aquello me permite comparar y poner en valor el impacto de un ambiente en el que te sientes seguro y protegido.

Jordi Alemany , en su libro Liderazgo Imperfecto, explica que la función del jefe es garantizar que se cumplan los procesos clave en un sistema de gestión empresarial actuando como mecanismo de supervisión y control. Dicho de otra forma, velan por que sus empleados no caigan en la anarquía o la procrastinación. Sin embargo, el líder es quien nos guía, particularmente en momentos de incertidumbre, haciéndonos sentir tranquilos y a salvo.

En su figura recae mucho peso a la hora de generar las condiciones necesarias para que las personas puedan desarrollar su potencial.

Si estás haciendo algo que no te drena la energía para que puedas dar un rendimiento alto en el resto de ámbitos de tu vida donde también te la juegas, si estás motivado porque sientes que tu esfuerzo sirve para algo, si no tienes miedo a equivocarte y tomar riesgos porque tu entorno lo recompensa, si puedes hablar con claridad, si sientes que te retribuyen justamente por tu desempeño... dar lo mejor de ti se convierte en la normalidad.

Precisamente por eso considero la salida de mi primer jefe como un punto de inflexión. Además de ser mi jefe lo veía como un líder y, a pesar de que estar allí no era un camino de rosas, sí tenía un contexto en el que todo ese sacrificio tenía sentido.

Al perder la sensación de seguridad entras en modo supervivencia, haces la guerra por tu cuenta y tratas de minimizar tu exposición.

En 2016 se publicó en el New York times un artículo que exponía los resultados de un estudio de Google sobre los factores que compartían sus equipos con más rendimiento. El estudio de 180 equipos descubrió que la característica más importante de estos equipos es la seguridad psicológica. La ausencia de miedo a la hora de expresar ideas y opiniones.

En los tiempos que corren, en trabajos donde hay que pensar para alcanzar los objetivos, el mercado libre de ideas es la base sobre la que se debe fundamentar la cultura de una empresa. Si la gente se calla para no exponerse estás perdiendo competitividad. Un líder moderno tiene la responsabilidad de generar un clima en el que su equipo sienta que puede llevarle la contraria —siempre con educación y respeto.

"Tal vez la única venganza de los oprimidos consista en ser menos de lo que podrían ser"-Dr Jordan B. Peterson

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