19 lecciones de este COVID-19.
Comenzaba este año 2020 con una lista de 20 consejos. No imaginaba entonces lo que nos iba a cambiar las vidas este año maldito. Sin embargo, si echamos la vista atrás –sin ira, con prudencia– siempre podemos extraer lecciones, aprendizajes. De vida, profesionales; personales o laborales. Quizá todas son lo uno y lo otro, en su medida. Os deseo, para el año que viene, que estas lecciones, nos hagan mejores profesionales. Y mejores personas.
1. Lo importante vs. Lo urgente.
El impacto de una crisis como la del coronavirus nos ha enfrentado de cara a una de las reglas de oro de la gestión de recursos –en todos los sentidos, materiales, técnicos, humano, el propio tiempo como recurso escaso...– Lamentablemente, hemos podido comprobar cómo, durante mucho tiempo, se pospuso lo importante, y llegado el momento, no se podía atender lo urgente. Y, cuando nos enfrentábamos a lo urgente, nos distrajimos de lo importante. Siempre pasa así, así que, prepárate siempre lo importante, para que, cuando llegue, puedas atender lo urgente.
2. La honestidad y los frutos a largo plazo.
Tengo que decir que, a pesar de todo, este ha sido un gran año en nuestra agencia. Dentro de toda esta crisis, a veces me avergüenza casi decirlo, pero es así. Cuando todo parecía que se tambaleaba, los clientes apostaron por nosotros. Muchos nos dijeron que era, simplemente, porque confiaban en nosotros, porque les dábamos la tranquilidad de saber que estaban en buenas manos en los peores momentos, porque había un “algo” difícil de explicar. Yo creo que son los frutos de muchos años de honestidad. De trabajar sin egos, pensando en las cosas bien hechas, en decir siempre la verdad, en tratar de estar en paz con uno mismo. En honrar el trabajo y el esfuerzo diario. Porque, al final, siempre, el trabajo honesto, de verdad, acaba pagando sus frutos.
3. La prudencia, el ahorro, la austeridad.
Tantas veces denostadas, han sido tabla de salvación en los peores momentos. En la agencia, siempre hemos tenido claras estas virtudes. Por eso, no teníamos deuda estructural, disponíamos de fondo de maniobra, y margen para los meses peores. Las empresas, también, deben contemplar la virtud de la austeridad, y equilibrarla con la ambición de la innovación, y las inversiones productivas y estratégicas. El apalancamiento financiero, en mi experiencia, es un riesgo delicado en entornos de incertidumbre y máxima competencia. La independencia financiera, en la medida de lo posible, te hace siempre más fuerte.
4. La suerte y el azar forman parte de la vida. Y no los controlamos.
Ya lo he dicho antes: el año nos ha ido bien. Pero, habiendo hecho lo mismo, siendo igual de honestos, esforzados, austeros y prudentes... podríamos haber desaparecido. Si en lugar de trabajar con clientes como los que teníamos, el destino nos hubiera concentrado en dos o tres de los sectores más afectados (una línea aérea, una cadena de hoteles, y grupo de ocio nocturno, por caso), nuestra agencia hubiera cerrado probablemente o resistido a duras penas. Así que, mejor ser realistas. La vida es inescrutable. Y el pensamiento mágico de que el esfuerzo, la voluntad y el sacrificio todo lo pueden... es hacer trampas al solitario. Son necesarios, sin duda, pero en el mundo caótico en el que vivimos, nada es seguro. Y seremos más felices y nos frustraremos menos si lo asumimos cuanto antes.
5. ¿Adultos o infantes?.
Nada hay peor que tratar a personas adultas como si no lo fueran. Y lo cierto es que, en muchos momentos, nos hemos visto tratados así. Mascarillas sí, mascarillas no. Reuniones de 6, reuniones de 10. Allegados sí, allegados no... Si no tratas a las personas de un modo adulto, no esperes de ellas comportamientos adultos, responsables. Y, viceversa: he tenido la suerte de trabajar con un equipo profesional al que hemos dado plena libertad para organizar su trabajo, sus tareas, sus horarios... y no puedo estar más orgulloso de la respuesta, del compromiso, del esfuerzo. Basta tratar a las personas como verdaderos adultos, para que puedan comportarse como tales.
6. La ética del dato. Big data vs. Ethic data.
Se hablaba mucho del big data, pero esa no era la clave. Lo importante no es el dato, la cantidad de datos, el volumen de información. Lo importante es cómo y para qué se usa. Tenemos un problema en la sociedad actual, si no nos concienciamos y concienciamos a quienes manejan información de su deber y obligación ético: interpretar, difundir y poner a disposición de los ciudadanos datos fiables, relevantes y limpios. No es lo mismo el número de fallecidos por COVID que con COVID, o a causa del COVID. No es lo mismo un ERTE que un parado. Ni es lo mismo la cantidad de UCIS en uso que el % de UCIS ocupadas. Hace falta hoy, más que nunca, una declaración universal de la ética del dato.
7. La utilidad del dato.
En relación con lo anterior. Hace falta mucha pedagogía en torno a la utilidad de la data. De nada sirve acumular ingentes cantidades de información si no lo hacemos con un propósito de utilidad. Establecer estrategias de conocimiento es el primer paso para establecer estrategias de información y datos. ¿Hemos aprovechado realmente la información de usuarios o consumidores para hacerles propuestas de valor y relevantes en este tiempo convulso? ¿Hemos utilizado la información de que disponíamos acumulada para solucionar los problemas a los que nos hemos enfrentado? ¿Teníamos más datos de lo que realmente podíamos manejar? Cuando vayamos a implantar una estrategia de datos, cimentemos primero su valor de utilidad.
8. La responsabilidad individual: los políticos no te van a salvar.
Bienaventurados aquellos que no se fían de los políticos. No me extenderé demasiado aquí, pero creo que, vista la experiencia, mejor desconfiar. De unos y otros: morados, y verdes, azules y rojos, naranjas y blancos... El catálogo de despropósitos gubernamentales ha sido tan colorido y tan extenso que asusta. Pusimos en sus manos la salvaguarda de nuestras vidas y haciendas, y se dedicaron a sus rencillas y obsesiones. Simplemente, recordaré que los mismos gobiernos nacionales y transnacionales que nos llevan alertando décadas del inminente colapso del planeta por el cambio climático dentro de cien años, fueron incapaces de prever una pandemia por un virus cuya existencia se conocía con certeza desde varios meses antes en su origen. Mejor, que cada uno de nosotros, con nuestra propia responsabilidad, hagamos todo lo que podamos por nosotros mismos.
9. Las decisiones: conjuntos disjuntos.
Nos hemos topado también con la necesidad de tomar decisiones sobre opciones incompatibles: entre salvar vidas o salvar economía. El triaje de los ancianos. La elección de con quién juntarnos en Navidad. La vida, también, va de esto. De tener que decidir y saber descartar. A veces, no se puede tener todo. Y, como antes, mejor ser conscientes de ello y adaptar nuestra mentalidad a una realidad que no cambiaremos sólo por que no nos guste.
10. La importancia de tener un criterio.
Al hilo de lo anterior, la mejor forma de tomar una decisión es tener un criterio. El criterio es nuestro primer gran acto de responsabilidad. A la luz de ese criterio (rentabilidad o sostenibilidad; financiación propia o ajena; riesgo o prudencia…), podrás tomar las mejores decisiones. La coherencia de las estrategias con tus criterios, con tus propósitos, te hará siempre ser más fuerte.
11. La necesidad de simplificación.
Uno de los multiplicadores de los efectos nocivos del virus (en la salud, economía, recursos…) ha sido lo complejo de nuestras estructuras (administrativas, políticas, empresariales, sociales...): el exceso de normas, burocracia, protocolos, procesos… (política y empresa). Basta tener cuatro o cinco normas básicas y aplicarlas con sentido común. Simplifiquemos, evitemos procesos innecesarios, apliquemos reglas mínimas. Todo irá mejor.
12. La globalización era mucho mayor incluso de lo que pensábamos.
De repente, se nos ha hecho más tangible. Habíamos viajado, nos habíamos movido, comprábamos en otros mercados... Pero de súbito, hemos comprobado la infinita interconexión que tenemos. Mercados globales, enfermedades globales. Oportunidades globales, riesgos globales.
13. Principios vs. Estrategia.
Hay una famosa frase de Cassius Clay: “Todo el mundo tiene una estrategia... hasta que le doy el primer guantazo”. Tan cierta como cruel. El virus nos ha dado el primer guantazo, y de nada servían nuestras estrategias. Sin embargo, sí servían nuestros principios y valores. Son los que nos han sostenido: compromiso, responsabilidad, solidaridad... Mucho mejor tener claros tus principios y valores básicos, incluso que tu estrategia.
14. La anticipación.
Las organizaciones ágiles son aquellas que toman decisiones a tiempo. Más aún: aquellas que se anticipan en la toma de decisiones. Nunca podré alegrarme lo suficiente de haber tomado la decisión de cerrar las oficinas de la agencia una semana antes de que estallara la pandemia. No sé si fue determinante o no, pero pudimos adaptarnos antes a los cambios, evitar riesgos y proteger a las personas. Fueron apenas unos días, pero nos enseñó que siempre es mejor ser precavidos, anticiparse, llegar dos minutos antes de que suene el reloj.
15. Ilusión vs. Incertidumbre.
Se ha hablado mucho de la incertidumbre, de lo que nos cuesta adaptarnos a los cambios. No es del todo cierto. Lo que nos mata no es la incertidumbre, sino la falta de ilusiones. Podemos adaptarnos al cambio, pero no podemos vivir sin un horizonte de ilusión, de motivación. Superamos el primer confinamiento porque teníamos la ilusión de un final cercano. Esta segunda ola, porque aparece la vacuna de cerca. Trabajando en casa, hemos tenido la ilusión de aportar y ser mejores. No era el cambio, era la motivación. No tememos a la incertidumbre, tememos la ausencia de ilusión.
16. No es la zona de confort, son nuestras burbujas.
Se nos había dicho que teníamos un problema con nuestra “zona de confort”, que había que salir de ella para retarnos a nosotros mismos. Y no era exactamente eso, es mucho más. Son las burbujas en las que vivimos, son nuestra pequeña y corta percepción del mundo. No conocemos la realidad más allá de nuestras pequeñas vidas, pequeños círculos, pequeños espacios. La pandemia, por un lado, lo ha puesto delante de nuestros ojos. Y, por otro lado, nos ha encerrado de nuevo en nuestros prejuicios y círculos de siempre (el sesgo de confirmación en redes sociales, un fenómeno que asusta). Debemos abrirnos a un mundo que desconocemos y está más cerca de lo que creemos. Debemos ser capaces de desbloquear nuestro sesgo de Twitter.
17. Menos resiliencia, más Marco Aurelio.
Nos hemos machacado con el concepto, que suena muy moderno, de resiliencia. Y no nos hemos dado cuenta de que algo mucho más fuerte lo teníamos delante de nosotros, desde hace siglos. El saber ser felices de los estoicos. He tenido la suerte de volver a leer estos meses a Marco Aurelio, sus meditaciones. A Séneca, a Cicerón. El estoicismo no es resignación, es felicidad. Es saber quedarse con lo importante en la vida, con lo imprescindible, para hacernos más fuertes.
18. El enemigo más peligroso no es el más fuerte, ni el más astuto, sino que es el invisible.
El virus, si lo pensáis bien, es poca cosa. Lo que nos ha destrozado es que no lo vemos, no sabemos dónde está. Por eso, los enemigos más peligrosos no son los más fuertes, sino los que no podemos ver. Cuidémonos de las amenazas traidoras; las que vienen de frente, ya sabremos combatirlas.
19. El abrazo. Nada podrá sustituir la fuerza de un abrazo.
Porque no todo lo puede la tecnología; si algo, realmente, nos hace humanos, es el caudal de emociones, sentimientos, energía, cariño, deseos, recuerdos, belleza y bondad que se esconde en un abrazo verdadero.
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3 añosMuy enriquecedor tu análisis, ¡volvamos a los estoicos, sí!
Director comercial | Strategic growth director | Wellness Ninja
3 añosDe acuerdo de principio a fin, Ricardo. Gracias por la aportación.
Fundadora y CEO de New Line Events | Vocal de ADEAPE
4 añosQue bonito Ricardo Sánchez Butragueño. Nada va a poder sustituir nunca a un abrazo... Feliz Navidad y vamos a por el 2021 que seguro va a venir cargado de cosas buenas. Te mando un abrazo enorme
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4 añosUn placer leerte Ricardo! Abrazos y felices fiestas 🎄
Qué maravilla, Ricardo! Feliz navidad!!