35 años de profesión y de vocación
Cuando de pequeños nos preguntan qué queremos ser de mayores, salen médicos, abogados, peluqueros, bomberos, actores y más o menos lo mismo en femenino. Pero es raro que oigamos: “Quiero ser Agente de Seguros”
En 1986 planeo mis estudios de pintura en Milán, viviendo en una casa cuidando niños. Un trabajo de “au pair” (cuidadora de niños), que se ve truncado cuando mi tía Esmeralda me dice que hable con Catalana Occidente, que están buscando personal.
De una familia como la mía, con muy pocos medios, empecé a trabajar desde muy niña, siempre con la mirada puesta en el futuro, proyectando de dónde quería salir y a dónde quería llegar. Si de niña hubiera respondido sinceramente qué quería ser de mayor, hubiera dicho: “¡Rica!”
¡Ojo! ¡Hay muchas maneras de ser rica!
Recuerdo la primera entrevista en la Sucursal de Sants… era la primera vez que oía hablar de esta profesión. Tenía curiosidad por conocer un sector totalmente desconocido para mí, ya que mi relación con los seguros, era solo el seguro de mi coche.
Vi claras tres cosas: ¡posibilidad de ayudar a los otros, tener libertad con mi tiempo y ganar dinero!
Y así empecé a prospectar puerta a puerta. Con frío de enero, con lluvia, y con mucha ilusión. Mi tía Esmeralda, ¡había conseguido que me quedara en Barcelona!
Todavía recuerdo mi primera póliza. Un dependiente de una floristería de la calle Bagur. Creía que iba a ganar poco menos que el Nobel a la mejor Agente de Seguros. Tenía 20 años…
Además de prospectar y vender, con buenos resultados, con mucho esfuerzo, también colaboraba en la formación de nuevos agentes. ¡Cosa que me encanta!
Al poco tiempo pasé a la Sucursal Bonanova, donde combinaba mi profesión de Agente, con el trabajo en otras empresas. Quería conocer el mundo de la empresa y, una buena manera, era relacionarme con él, estar en contacto.
Así que trabajé en una inmobiliaria, participé con el Ajuntament de Barcelona, también trabajé en una empresa de selección de personal y hasta creé desde cero una empresa de ropa. Aquí aprendí mucho, muchísimo. Cómo negociar con fabricantes, diseñadores, e inversores, cómo tener en cuenta costes y beneficios, cómo cuidar y cuidar hasta el mínimo detalle. ¡Y hasta organicé una red comercial por toda España! Fue muy divertido y enriquecedor. Y por último, una empresa constructora, dónde también participé desde su creación.
Luego pasé a la Sucursal de Especiales, en Ps. de Gracia y allí fue cuando reflexioné de nuevo.
Me quedé embarazada y me di cuenta de que quería volver a sentir aquella libertad que me daba mi profesión de Agente de Seguros. Ahora decidiría cuándo, cómo y cuánto quería trabajar.
Este mes de enero de 2021 cumplo 35 años de profesión.
Si tengo que hacer un sincero resumen de qué ha pasado, puedo decir que, gracias a esta profesión, he descubierto aspectos de mi personalidad que de otro modo no hubiera conocido. Esta profesión me ha hecho más sencilla, más comprensiva, más tolerante, más humana en el buen sentido.
Pero sobre todo, más humilde.
Esta profesión me ha hecho comprender que no siempre se consiguen las cosas con facilidad, pero que si las sueñas, si las deseas con toda tu alma, con una fuerza como superior, de una manera como mágica, y con muuuuucho esfuerzo, ¡se consiguen!
Y ahora que lo veo con perspectiva, todavía se me estremece la piel y se me encoge el estómago de la sensación que tengo cuando he tenido que dar noticias a un cliente que sabes que no le van a agradar, cuando tienes que despedir a una persona del equipo porque sabes que aquí no prosperará, o cuando ves que no vas a llegar al objetivo de la campaña que tan importante es. Y también, el gozo y la alegría de hacer sonreír a las personas, con buenas noticias.
Mi profesión me permite ser solidaria ayudando a personas que, por su situación, no pueden pagar el seguro o que han tenido un siniestro sin cobertura… ¡Y tantas más experiencias!. Me potencia la creatividad para coordinar el equipo y me hace superarme cada día para hacerlo mejor, para que el equipo esté contento y motivado, incluso para estarlo yo misma. Y además, me proporciona cierta libertad con mi tiempo.
Y todo ello me da suficiente valor económico para vivir.
Pero si hablamos de economía, todavía guardo la sensación de cuando contraté a la primera persona… Y ahora, cuando llego pronto al despacho y estamos solos él y yo, y lo miro, con sus mesas, ordenadores… lo observo con agradecimiento, con emoción, hasta un poco sorprendida de poder ofrecer estos puestos de trabajo. ¡A veces con un poco de vértigo también!!
¡Creo que es de lo mejor que puedo aportar a la sociedad! ¡Y me encanta!!
Gracias a mi profesión y a Catalana Occidente, empresa que me dio la oportunidad de realizarme profesionalmente, paso a paso, ahora somos un equipo de 7 personas, con casi 2.2 00 clientes. ¡Está bien! ¡Gracias!!
Gracias a todos nuestros clientes, los que lo son, los que lo fueron y los que lo serán, a todas las personas que he conocido en la compañía, a lo vivido, lo renunciado, lo aprendido, lo estudiado, lo padecido, lo agradecido, lo revelado, lo reído y lo llorado, lo exigido y lo ofrecido, ahora soy mejor persona.
Creo que empeñarse en cada momento en ser la mejor versión de una misma y tener la humildad de saber que todavía queda mucho camino por delante, nos hace personas destacadas.
¡Gracias Vida por tu generosidad!
¡Gracias Catalana Occidente por la oportunidad!
Montse Blasco