360 grados de astucia holísitica para estúpidos
Alguien astuto es "una persona hábil para engañar o para evitar un engaño, o que tiene capacidad para lograr un fin de manera artificiosa. La astucia también puede ser un artificio o un ardid". Estupidez es: "Torpeza notable en comprender las cosas."
Si a la estupidez le sumamos la astucia, tenemos un ecosistema perfecto para el negocio que no crea riqueza. Y con ello, un modelo organizativo y de creencias perfecto para dar vueltas sobre la sensación de una innovación constantemente estéril. En un intento de inventar, olvidamos que, esencialmente, todo está inventado y que lo que llamamos innovación es adaptar lo que funciona al cambio de contexto.
Si los nazis no hubieran perdido la guerra, en estos momentos los mayores grupos de comunicación publicitaria se llamarían algo así como "Goebbles Media Group" y "Hess & Ogilvy Global Network".
Desde que sabemos contar historias y hacerlas dinero, hay dos roles: el editor y el creador. Se han ido cambiando los nombres: mecenas y artista, galerista y pintor, productor ejecutivo y director, distribuidor y productor... Pero nunca se habían creado roles según habilidades: creativo, analista, diseñador, estratega, producción, negociador... Una estupidez. Una estupidez 360º de margen acumulado. Un margen holístico y especializado .
Ahora cada uno ofrece un servicio basado en "tags" comerciales. Vendemos según la presencia de la marca en la comunicación (branding, branded y native), en la utilidad de la marca (entretenimiento, información, divulgación), en la manera de pensar y organizarse (service design, disrup thinking, agile), en los kpis (branding, performance), en la forma de conseguirlos (programática, inboudmarketing, convencional y especial...), en la planificación de la eficiencia de medios (BOE) o, incluso del momento del contacto. Y si eres capaz de hacerlo todo es porque tienes un equipo de servicios al cliente que ya no sabe por donde le da el aire. Más bien, que no sabe de donde coger el aire para respirar en esa presión de estar en el medio de un despropósito en el que su único aliado empático es un director de marketing o un brand manager al borde del abismo.
Cuando echas la mirada atrás o te subes a un árbol, descubres que todo es más sencillo en un entorno que siempre ha sido igualmente complejo. En comunicación sólo hay que saber qué contar, cómo contarlo, dónde contarlo y cuándo contarlo. En publicidad, hay que añadir para qué y quién lo cuentas. El resto es gestionar con quienes quieres contarlo. Lo demás es miedo e interés.