4 CLAVES PARA LA EFICIENCIA OPERATIVA EN EDIFICIOS EXISTENTES
Alguna vez se ha puesto a pensar ¿Cuántos años tiene la casa en la que creció? La casa de sus papás, de sus abuelos, las casas o apartamentos en las que vivió en la infancia. Es bastante probable que para obtener la respuesta le tome un tiempo, incluso que necesite verificar su propia edad o la de algún familiar para poder tener una idea. En mi caso personal, la casa en la que crecí, la de mis papás, tiene aproximadamente 35 años.
Este número no es una sorpresa. De hecho, según el Canadian Standards Association y el Australian Building Codes Board, las viviendas se clasifican como edificaciones de vida larga, cuya vida promedio está en el rango de entre 50 y 99 años. Sin embargo, esta vida útil no es posible alcanzarla sin esos pequeños arreglos de fin de semana, esos cambios ocasionales de grifos que gotean, la limpieza de las ventanas cada par de meses, esa renovación la pintura que se volvía un problema a tratar de dar la dirección de la casa y otros muchos arreglos que ni vimos.
Dentro de esta misma clasificación de vida útil se engloban otro tipo de estructuras, como lo son edificios comerciales, de oficinas, de salud, de educación[1]. Al igual que como sucede en nuestros hogares, estas edificaciones también requieren de ciertos cuidados para asegurar que puedan cumplir con su vida útil de una manera óptima.
¿Y por qué me preocuparía por mantener esos espacios de una manera “óptima”? Es que estas son las edificaciones donde estudiamos y trabajamos, casi se puede decir que, aunque no es donde vivimos, si es donde pasamos la otra mitad de nuestras vidas. Por si fuera poco, solo para hacernos una idea, también está el hecho de que, según indica el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente, los edificios comerciales representan aproximadamente el 40% del consumo energético global, el 5% de consumo global de agua potable y cerca de un 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Ya va tomando sentido, ¿no?
Debo rescatar además que la Sociedad Estadounidense de Física ha generado un estudio que indica que si aplicamos las medidas económicamente rentables de eficiencia energética empleadas en edificios nuevos a los edificios existentes (reemplazando su calefacción, refrigeración, iluminación y otros equipos), el crecimiento de la demanda de energía por parte del sector de la construcción podría caer de un aumento proyectado del 30% a cero, de aquí a 2030[2].
Si debo rescatar, las disparidades entre cómo los edificios se diseñan y cómo funcionan en realidad son comunes. Las posibles causas son muchas y tan diversas que se requiere de mucha imaginación para preverlas, pero las soluciones existen. Estas son 4 claves básicas para lograr la eficiencia operativa en edificios existentes.
Puesta en marcha (Commissioning) o auditoría energética
La puesta en marcha o commissioning de un edificio existente generalmente es un conjunto de tareas discretas que incluyen el monitoreo del rendimiento del sistema, la ejecución de pruebas funcionales y la verificación del funcionamiento del equipo. Puede durar entre 6 y 18 meses, dependiendo del tiempo del personal, las variaciones estacionales y los problemas identificados. Este proceso se recomienda cuando el edificio es relativamente nuevo y la desviación esperada entre el diseño y la operación real no es muy grande.
Cuando hay poca información acerca del funcionamiento proyectado del inmueble o ha pasado mucho tiempo desde que se le perdió el seguimiento, la solución es otra. Una auditoría energética recopila y evalúa datos de consumo de energía para todo el edificio, de modo que sea posible desarrollar indicadores de rendimiento e identificar medidas de conservación de energía sin costo y de bajo costo para mejorar el rendimiento energético general. Incluso se puede llegar a medidas de alto costo, pero con alto impacto operativo.
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On-going Commissioning:
Luego de la evaluación inicial, se recomienda implementar un proceso de puesta en marcha continua. De este modo se busca organizar esas tareas de verificación en un ciclo repetitivo de 24 meses o menos durante la vida útil del edificio para evitar que las desviaciones se vuelvan a presentar. El proceso se basa en la monitorización, el submetraje, el análisis de tendencias y el análisis de energía, para ayudar a mejorar el proceso e identificar problemas en tiempo real.
Definición de los procesos operativos:
La renovación de un edificio no debe solo enfocarse en los sistemas físicos como tal, también deben mejorarse los procesos operativos. Al desarrollar un plan de operaciones y mantenimiento y actualizar los requerimientos actuales de las instalaciones, los operadores pueden ver cómo el uso actual del edificio se relaciona con su diseño original y analizar las operaciones reales y previstas.
Registrar regularmente cualquier cambio en los sistemas, la operación y el uso garantiza que el conocimiento se transfiera fácilmente de un operador a otro y también está disponible para apoyar futuras actualizaciones, auditorías o actividades de puesta en marcha.
Capacitación del personal:
La capacitación del personal encargado de su operación es vital para un desarrollo adecuado de la edificación. Es proceso se debe llevar a cabo tanto inicialmente como de forma continua. La manera en la que se opera un sistema, la interpretación de las alarmas, procedimientos de ejecución de pruebas, aplicación de políticas de sitio, contención de emergencias, son algunas de las competencias que deben ser desarrolladas y ejercitadas en el personal encargado de las edificaciones.
En nuestras casas estas estrategias pueden verse ligeramente diferentes, pero estoy seguro de que, aún sin saberlo, estos principios son los que han hecho que se mantengan a través de los años. Pongámoslas a prueba, los resultados hablarán por si mismos.