ActivOS #5 - Escenografía para la experiencia humana: edificios en la Era Digital
Se acabaron las vacaciones y para much@s de nosotr@s esto significa volver a ocupar espacios de trabajo durante una gran parte de nuestro tiempo y, precisamente por ser este tiempo una parte importante de nuestras vidas, los edificios han dejado de ser simples estructuras destinadas a protegernos del clima o a proporcionar el lugar donde trabajar. Hoy en día, los espacios físicos están evolucionando para convertirse en escenarios dinámicos diseñados para enriquecer la experiencia humana, especialmente en el ámbito laboral. Este cambio está impulsado por la necesidad de las organizaciones de atraer y retener talento en un entorno competitivo, donde la experiencia del empleado se ha convertido en un factor crucial para el éxito empresarial.
En este contexto, la gestión de instalaciones (Facility Management) ha pasado de ser una función centrada en la operación y el mantenimiento de edificios a convertirse en un facilitador de experiencias. Las empresas más avanzadas ya no ven sus oficinas simplemente como lugares para realizar tareas, sino como ambientes que deben inspirar creatividad, fomentar la colaboración y, sobre todo, hacer que las personas se sientan valoradas y conectadas con la cultura de la organización. Este enfoque requiere un entendimiento profundo de cómo los espacios pueden influir en el comportamiento humano y en el rendimiento laboral.
Pensemos en un edificio corporativo de una empresa tecnológica. En lugar de una distribución tradicional de cubículos y oficinas cerradas, los empleados encuentran un entorno fluido donde las barreras físicas son mínimas. Aquí, los espacios están diseñados para facilitar encuentros fortuitos entre colegas, con áreas abiertas que invitan a la colaboración espontánea. El diseño no es solo estético; está fundamentado en datos que muestran cómo las interacciones informales pueden conducir a innovaciones significativas. Además, este edificio podría incluir zonas de descanso con vegetación y luz natural, cafeterías que se transforman en espacios de trabajo colaborativo, y áreas de silencio para aquellos que necesitan concentración, todos ellos escenarios que responden a las diferentes necesidades de los empleados a lo largo del día.
Este tipo de enfoque se basa en una gestión de instalaciones que se preocupa tanto por la funcionalidad del espacio como por el bienestar de las personas que lo ocupan. Un ejemplo claro de esta tendencia llevamos tiempo viéndolo en sedes de grandes corporaciones como Google o Amazon, donde las oficinas están diseñadas para ser más que un lugar de trabajo; son entornos que promueven un estilo de vida saludable y equilibrado. Estos edificios incluyen gimnasios, áreas para meditación, comedores con opciones de comida saludable y zonas verdes donde los empleados pueden relajarse y recargar energías.
La digitalización juega un papel fundamental en la creación de estos entornos. Mediante el uso de tecnologías avanzadas, como el Internet de las Cosas (IoT) y la analítica de datos, es posible monitorizar en tiempo real cómo se utilizan los espacios y ajustar las condiciones ambientales para maximizar el confort y la productividad. Por ejemplo, sensores que miden la ocupación pueden ajustar automáticamente la iluminación y la temperatura de una sala en función del número de personas presentes, o redirigir a los empleados a espacios menos congestionados para evitar aglomeraciones. Además, el análisis de datos permite a las organizaciones entender mejor las necesidades de sus empleados y adaptar los espacios para satisfacer estas demandas de manera proactiva.
Sin embargo, este enfoque no se trata solo de incorporar tecnología en los edificios; es también una cuestión de cambiar la mentalidad sobre lo que un espacio de trabajo debe ofrecer. Las organizaciones están empezando a comprender que el éxito de su negocio está intrínsecamente ligado a la satisfacción y el bienestar de sus empleados. Un empleado que se siente cómodo y valorado en su entorno laboral es más probable que sea productivo y que contribuya de manera positiva a la cultura corporativa.
Tomemos como ejemplo un escenario hipotético en una empresa que ha decidido rediseñar su sede para alinearla con estos principios. Al entrar en el edificio, los empleados no solo son recibidos por un moderno lobby, sino por un anfitrión que se asegura de que su día comience de la mejor manera posible, resolviendo dudas y proporcionando información útil. En el tercer piso, donde los equipos de diseño y desarrollo trabajan juntos, las paredes no están fijas; pueden moverse para crear nuevas configuraciones espaciales según las necesidades del proyecto. Si un equipo necesita más privacidad para una sesión de brainstorming, pueden reconfigurar el espacio en cuestión de minutos. En la planta superior, un gran jardín en la azotea ofrece un lugar donde los empleados pueden realizar reuniones al aire libre o simplemente desconectar por un momento, disfrutando de la vista de la ciudad.
En este edificio, cada espacio ha sido pensado no solo desde el punto de vista funcional, sino como parte de una narrativa más amplia que tiene como objetivo mejorar la experiencia de quienes lo habitan. La gestión de instalaciones, en este contexto, se convierte en un narrador, creando escenarios donde las historias de colaboración, innovación y bienestar se desarrollan diariamente.
¿No sería acaso un escenario ideal que la vuelta de vacaciones conllevase la mínima fricción gracias a espacios más vivibles?
¡Mucho ánimo a tod@s con vuestra reincorporaciones!
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