Ajustar las velas en un mundo tecnológico

Ajustar las velas en un mundo tecnológico

¡Ey Tecnófilos!

Existe una frase que resuena profundamente con quienes nos enfrentamos día a día a los desafíos de dirigir una empresa, especialmente en un entorno tan dinámico y cambiante como el tecnológico . La frase dice: “No puedo cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar las velas para llegar a mi destino” . Una metáfora sencilla y poderosa que resume lo que significa ser empresario, navegante y, en definitiva, un buscador incansable de horizontes en un mar de incertidumbre.

Como empresario tecnófilo, conozco de primera mano lo que supone emprender en un contexto donde la tecnología es el viento que lo mueve todo. Este viento no siempre sopla a nuestro favor: a veces es una suave brisa que nos impulsa sin esfuerzo, y otras, una tormenta que amenaza con echar por la borda todo lo construido. Y aquí está la clave: no podemos detener el viento, no podemos controlar su fuerza ni su dirección, pero siempre podemos ajustar las velas . La capacidad de adaptación, la flexibilidad y la visión a largo plazo son las herramientas que nos permiten reorientar el rumbo sin perder de vista el destino.

Vivimos en la era del cambio exponencial , donde la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa. Los empresarios no solo tenemos que estar al día, sino anticiparnos a lo que viene, porque no hacerlo supone quedar rezagados. Nuevos modelos de negocio, inteligencia artificial, transformación digital, automatización… Es un viento constante que no se detiene y que a muchos puede parecerles implacable. Pero, como empresarios, nuestra misión no es quejarnos de lo rápido que sopla, sino entender su fuerza y aprovecharla a nuestro favor . En un contexto tecnológico, ajustar las velas significa reinventarnos constantemente, ser capaces de aprender, desaprender y volver a aprender. Significa integrar herramientas que hagan nuestras empresas más competitivas , aunque al principio duela. Porque sí, el cambio es incomoda, pero es necesario para sobrevivir y, lo más importante, para crecer.

La frase encierra un concepto fundamental para cualquier empresario: el principio de realidad . No podemos cambiar lo que no está bajo nuestro control. Las crisis económicas, los cambios legislativos, las disrupciones tecnológicas o la aparición de competidores inesperados son los vientos que, nos gusta o no, nos zarandean en esta travesía. Pero ajustar las velas no significa resignarse o rendirse. Significa tomar decisiones conscientes y estratégicas para redirigir el rumbo. Pensemos en los empresarios que decidieron ignorar internet en los años 90, o en aquellos que no quisieron digitalizar sus negocios porque “lo de toda la vida siempre ha funcionado”. La historia es clara: el viento no perdona la rigidez . Adaptarse no es opcional, es una cuestión de supervivencia.

Como empresario tecnológico, llevo esta frase tatuada en mi mente. He aprendido que no importa cuánto solo el viento en contra, siempre se puede avanzar . Cuando comencé mis primeros proyectos, me encontré con vientos huracanados : recursos limitados, incertidumbre y mercados que parecían inabordables. Pero entendí que la clave era ajustar mis expectativas, afilar mi estrategia y, sobre todo, no perder el foco en el horizonte . Porque al final, la dirección del viento solo determina el esfuerzo, pero no el destino. Hoy, en un mundo donde la tecnología cambia las reglas de juego de manera constante, esta frase es más relevante que nunca. Como empresarios, debemos ser navegantes hábiles , capaces de maniobrar en yeguas tempestosas y de leer las señales que nos ofrece el entorno. La tecnología no es el enemigo, es el viento que, si lo aprovechamos bien, nos llevará más rápido y más lejos que nunca.

La foto que acompaña este artículo la tomé desde mi butaca en el evento donde me la mostró. Creo que es la mejor muestra gráfica de lo que me motivó. Al verla y escuchar esas palabras, entendí que esta metáfora no solo es una idea bonita; es una filosofía de vida y de negocios. Es la herramienta que nos permite seguir avanzando, aunque las circunstancias no siempre sean favorables.

El reto está en nuestra actitud. ¿Nos quedaremos lamentando que el viento no sopla como queremos, o ajustaremos nuestras velas y seguiremos adelante? La respuesta determina quiénes llegan a su destino y quiénes se pierden en el camino. Porque, al final, el viento no lo sugerimos nosotros, pero el rumbo sí .

¡Se me tecnologizan!

Santiago Rey Asorey

💼 Presidente de la Asociación AtlanTICs 🗣️ Divulgador de #UsoSeguroTIC 🧐 En busca de la excelencia en #Educación y #Comunicación 🎙️De bloguero a podcaster 🤝Ayudo a construir un mundo digital seguro.

6 días

Me quedo con "En un contexto tecnológico, ajustar las velas significa reinventarnos constantemente, ser capaces de aprender, desaprender y volver a aprender." Sobre todo ese "desaparecer y volver a aparecer". Lo veo no tanto como un ave Fénix milagrosa y exuberante, sino como un proceso más. Un paso más. Pararse, coger perspectiva (ajustar velas) y seguir. Feliz sábado

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