Aletheia
En el mundo del desarrollo de software, la observabilidad se ha convertido en una palabra clave para aquellos que buscan comprender y mejorar sus sistemas complejos. A menudo, se confunde con términos como monitorización o telemetría, pero su alcance es mucho más profundo y estratégico. Va más allá de simples métricas y logs para ofrecer una visión clara y completa, una verdad desnuda, sobre cómo se comportan nuestros sistemas en producción. A continuación exploraremos la esencia de "Aletheia", un término griego que significa verdad, desentrañando cómo este concepto ancestral ilumina nuestra práctica moderna de arquitectura de software.
La etimología de "Aletheia" nos lleva hasta las raíces mismas del lenguaje occidental: proviene del antiguo griego "ἀλήθεια", donde "ἀ-" actúa como partícula negativa ante "λήθω" (lethos), significando "lo que no está oculto", "lo evidente". En nuestra búsqueda por sistemas transparentes que nos revelen su verdadero estado de funcionamiento, "Aletheia" se convierte en un símbolo de la transparencia y honestidad que perseguimos al implementar prácticas de observabilidad. En el escenario actual del software, donde la complejidad es la norma y los sistemas son intrincadamente interdependientes, esta búsqueda por 'la verdad no oculta' es más pertinente que nunca.
Para comenzar a entender la observabilidad dentro del contexto del software, es fundamental hacer una distinción clara entre ésta y lo que tradicionalmente conocemos como monitorización. La monitorización se enfoca en indicadores predefinidos basados en el conocimiento previo o hipótesis sobre dónde podrían surgir problemas. Por otro lado, la observabilidad implica un entendimiento holístico del sistema. Lo que permite a los "observadores" formular preguntas sobre su estado interno basándose en los datos externos producidos.
Por supuesto, no todos los proyectos necesitan niveles avanzados de observabilidad desde su inicio. Un error muy común es sobrecargar un sistema incipiente con infraestructura y procesos pesados que prometen visibilidad completa pero terminan siendo prematuros y costosos. La implementación debe ser escalable y evolucionar con la complejidad del sistema. En etapas tempranas, puede bastar con herramientas básicas de monitorización. Según el proyecto crece y se vuelve más crítico para el negocio, la observabilidad debe seguir el paso para descubrir verdades ocultas sobre su comportamiento.
De nuevo nos encontramos ante la disyuntiva de aquellos que quieren ser arquitecto de software, y descubren que no es simplemente una progresión natural de ser un programador senior. Requiere un cambio paradigmático en el pensamiento. Mientras que los programadores están inmersos en las especificidades técnicas día a día, los arquitectos deben elevarse por encima del teclado para contemplar panoramas amplios, interconectados y complejos. Los arquitectos que son eficaces evitan caer en las trampas de complejidad accidental al adherirse a principios como claridad y concisión, diseñando soluciones sostenibles sin exceso.
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La observabilidad nos equipa con las herramientas para exponer esa verdad, permitiendo a los equipos ver no solo lo que está mal, sino también comprender el porqué; otorgando así el poder de prevenir incidentes antes de que ocurran. Al integrar procesos y herramientas orientadas hacia una mayor observabilidad, estamos comprometiéndonos con un nivel más profundo de entendimiento y control sobre nuestras aplicaciones y servicios.
La implementación de prácticas de observabilidad debe ser considerada y gradual. Es vital reconocer que cada sistema tiene su propio conjunto de desafíos únicos; lo que funciona para uno puede no ser adecuado para otro. Los arquitectos deben esforzarse por encontrar ese punto óptimo entre suficiente visibilidad y sobrecarga innecesaria. Deben preguntarse constantemente: ¿Está esta métrica o traza proporcionando información valiosa? ¿Estoy monitoreando por monitorear, o estoy obteniendo conocimientos que conducen a decisiones informadas? Al final todo es un trade-off.
"Aletheia" nos recuerda nuestra responsabilidad como arquitectos: construir sistemas transparentes y confiables donde la verdad sea accesible y evidente. Al abrazar la observabilidad como una práctica central en nuestro trabajo diario, podemos aspirar a crear sistemas software tan robustos como reveladores; capaces no solo de ejecutar tareas sino también de comunicarnos sus estados más íntimos con claridad meridiana.
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