Algunas de tantas, en los años del plomo.
Queridos amigos.
Ahora que el Gobierno se está bajando los pantalones a más no poder, ante los representantes y herederos de los marranos de ETA, que a su vez están siendo beneficiados por toda clase de parabienes, cumpliéndose una hoja de ruta secreta pactada entre ambas partes (Gobierno y EHBILDU), con total desprecio hacia las víctimas y a quien pudimos ser víctimas y que por suerte no lo fuimos, voy a relatar algunas de las muchas historias, que viví estando destinado en Bilbao durante los años del plomo. (Lo que ocurrió en aquellos años, se ganó con creces esa expresión o denominación). Esta historia y otras parecidas, eran un sinvivir para mis padres, lo que originaría que no tardando mucho, solicitara traslado a Madrid, pero sigo con las historias.
ATENTADO CONTRA LA GUARDIA CIVIL EN EL GOBIERNO CIVIL DE BILBAO
A principios de enero de aquel año (1978), llegó una nueva "remesa" de compañeros procedentes de la academia de guardias que se incorporaban a la Comandancia de Vizcaya, como primer destino. Los que estábamos hartos de prestar servicio en el Gobierno Civil, solicitamos el relevo y un grupo de los nuevos nos reemplazó.
Entre ellos se encontraba una de las personas más sencillas y buena que jamás haya tenido yo como compañero. Se trataba de un tímido veinteañero, no recuerdo ahora si de Priego o de Lucena (Córdoba) y su nombre era Paco Rodríguez García-Carrillo. Él, junto a otros dos compañeros, ocupo el puesto de los tres de mi turno que habíamos pedido ser relevados. Al ser los nuevos, no tuvieron más opciones.
Era el quinto o sexto servicio que hacían desde su llegada a tierras vascas. La noche de aquel día (27 de enero) era fría. Sobre las 21,45 horas, el Sargento Antonio, responsable de aquel turno se encontraba en la puerta principal del edificio del Gobierno Civil, porque hacía unos minutos que había abandonado el mismo el Gobernador Civil D. Luis Alberto Salazar Simpson, en su coche oficial. Desde las 21´00 horas, Paco Rodríguez estaba también en la puerta para reforzar el trabajo del Sargento Antonio.
El tráfico rodado en la plaza de Federico Muyúa no era demasiado intenso, como cualquier día laborable a esa hora. Un Seat 132 blanco matrícula BI-2798-G, que circulaba por el carril exterior del punto de la plaza donde se encontraba la fachada del Gobierno Civil, disminuyó la velocidad sin llegar a detenerse. En su interior tres cachorros de la serpiente. Uno de ellos al volante. los otros dos ocupaban la zona derecha del vehículo, uno delante y el otro en el asiento trasero y empuñando armas ametralladoras, posiblemente subfusiles Sten de 9mm. adquiridos en el mercado negro en Bélgica u Holanda.
Una larga ráfaga salió de la boca del cañón de ambas armas. Una de ellas apuntaba a la zona baja, la otra un poco más arriba. La que disparaba por abajo, alcanzó a ambos en las piernas, y por suerte la que lo hacia por arriba (a la altura de la cabeza) falló en su más siniestra intención, aunque alcanzó al Sargento.
Ambos fueron urgentemente trasladados al hospital público de Basurto, en la capital vizcaína. Afortunadamente, consiguieron recuperarse de sus heridas.
El Sargento Antonio Gómez García, sufrió heridas de bala en omoplato y muslo.
Francisco Rodríguez García, fue herido en una pierna, concretamente en un muslo y en una rodilla.
Posteriormente perdí contacto porque fui trasladado a Madrid pero hace no mucho la última vez, he intentado localizar a Paco, para interesarme por su vida, pero sin mucha suerte. Se que vive por Granada, pero no mucho más. Tampoco se, si siguió en el Cuerpo o tuvo que causar baja a consecuencia de las heridas.
TENTADO CONTRA LA FUERZA DE LA GUARDIA CIVIL QUE SE DISPONIA A RELEVAR A SUS COMPAÑEROS EN LA PRISIÓN DE BASAURI.
En otra ocasión, aquel mismo año de 1978, creo que sobre el mes de abril, un retraso en el relevo que hacíamos diariamente para reforzar la seguridad exterior de la prisión de Basauri, fue elemento decisivo para evitar sufrir un atentado.
Dos cachorros se habían apostado en el puente de Begoña, junto a la basílica de la Virgen de Begoña, patrona de la capital vizcaína, que estaba situado sobre la carretera que une la capital de Vizcaya y la villa de Basauri, a la espera de que nuestro convoy pasara por allí. Creo recordar que aquel día, el grupo de cuatro vehículos Land Rover con capota de lona que solía transportar a unos 12 compañeros incluyéndome a mí, se había retrasado por motivos técnicos. Había fallado la batería de uno de los tres vehículos y hubo que buscar otra. Si no recuerdo mal era festivo, por lo que el tema se demoró más de lo habitual y salimos de base hacia Basauri con tres cuartos de hora de retraso. Total, que en el momento en que nos disponíamos a iniciar la marcha, tuvimos noticia de que un microbús y otro vehículo más pequeño de la Policía Armada, ocupado por una decena de compañeros de aquel Cuerpo, había sido ametrallado con el resultado de tres heridos graves y uno leve cuando circulaba por el lugar por donde nosotros habríamos pasado media hora antes, a no ser por la deficiencia técnica acaecida a uno de nuestros vehículos con el asunto de la batería.
Afortunadamente, también en esta ocasión, todos ellos consiguieron más adelante recuperarse de sus heridas. Por suerte nuestra, los cachorros de la serpiente de aquella época, eran muy malos en el uso de las armas y sus viles intentonas de acabar con la vida de miembros de las fuerzas de seguridad, frecuentemente, o bien se frustraban o bien el resultado era menos lesivo del propuesto inicialmente.
Aquellos compañeros volvían de regreso al acuartelamiento de la Policía Armada, denominado "la Galera" que posteriormente se trasladaría a unas enormes instalaciones que en aquella época eran base de unas unidades militares en la localidad de Basauri, y fueron circunstancialmente el blanco de los etarras ante nuestro retraso. Con absoluta seguridad a ellos, debemos la vida alguno o algunos de los que formábamos parte de nuestro convoy.
Más tarde se detuvieron a los terroristas y nos enteramos que habían dispuesto a dos de ellos con sus correspondientes armas en cada uno de las tres rutas que solíamos utilizar para el relevo de los compañeros en la prisión de Basauri. Por tanto, fuéramos por donde fuéramos, nos iban a cazar.
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Hay que indicar que los relevos de los servicios se hacían a horas y por trayectos (3 rutas) diferentes para tratar de ponérselo lo más difícil posible a aquel club de mafiosos asesinos en sus pretensiones de golpear a España a través de cercenar las vidas de los que por aquel entonces, dábamos la cara en aquellas tierras para mantener un orden ante un conflicto fomentado no sólo por Herri Batasuna y su gran número de seguidores, sino también por un gran puñado de politicuchos de cuarta división que militaban en las filas del Partido Nacionalista Vasco, y que al igual que Sabino Arana, lunático fundador de aquel partido, debían de sentir orgasmos soñando con la gran patria vasca independiente, donde, supongo que los mantenedores del orden, serían los futuros cachorros de la serpiente. O sea, algo parecido al Afganistán de los talibanes, pero trasladado al norte de España y encarnado en ETA y su corte de pelotas y fanáticos, con el apoyo silencioso de una gran parte de la sociedad, que, sin estar de acuerdo con aquella lunática causa, era presa del miedo y de la cobardía que durante varios lustros caracterizo a mucha de aquella gente.
Supongo que Sabino Arana no llego a soñar, hasta donde, sus teorías de la superioridad étnica, del factor RH de los gudaris, y el hecho diferencial vasco, iba a tener repercusión y apoyo en manos de personajes tan mediocres como Arzalluz, Carlos Garaicoechea, José Antonio Aranza, Joseba Eguibar y otros cuantos de la misma especie.
Por último, voy a contar otra de las historias de aquellos años.
TENTADO CONTRA EL DESTACAMENTO DE LA GUARDIA CIVIL EN LA CENTRAL NUCLEAR DE LEMONIZ.
Las instalaciones de Lemoniz estaban protegidas por un destacamento de la Guardia Civil, que realizaba su vida en unos cutres barracones construidos de madera situados junto a la central.
En la madrugada del 18 de diciembre de 1977, un grupo de cachorros de la serpiente atentó contra el destacamento de la Guardia Civil, disparando con armas automáticas contra los barracones en los que descansaban los compañeros.
El ataque fue contestado con disparos que desde el interior y prácticamente a ciegas, realizaron los integrantes del destacamento. Algunos dispararon sus armas, desde la cama.
Tras dejar de oírse disparos, y cuando se suponía que los miembros del comando habrían huido, se escucharon voces que venían de unos arbustos a un centenar de metros de los barracones. Al ir comprobar de quien eran aquellas voces, los guardias descubrieron a un individuo, José David Álvarez, integrante del grupo que una hora antes había intentado asesinar a los guardias. Tenía una herida en el vientre, producida por un arma larga, posiblemente un CETME, utilizado por algunos de los compañeros que habían respondido al ataque.
El individuo fue trasladado al hospital Civil de Basurto en Bilbao, donde estuvo más de un mes, con permanente vigilancia de una pareja del Cuerpo, por si sus colegas de jauría decidían rescatarlo, hasta que la providencia hizo justicia y el matón la palmó. A mí me tocó la muy desagradable misión de tener que estar en tres o cuatro turnos de 8 horas, a la puerta de su habitación para que nadie, excepto médicos o enfermeras, o si acaso, alguna visita autorizada pudiera entrar. El día de su ingreso en Basurto, hubo una afluencia masiva de personas que se prestaron a donar sangre por si aquella basura podía necesitarla. Cuando en el mismo hospital, ingresaba algún miembro de las fuerzas de seguridad y se necesitaba de forma urgente sangre, teníamos que ser sus propios compañeros los que la donábamos por escasez de otro tipo de donantes.
Aunque teníamos orden de no entrar en la habitación donde se encontraba aquel individuo, durante los turnos de noche, cuando los especialistas sanitarios terminaban de hacer sus rondas yo solía entrar para echar un vistazo al interior. No me fiaba ni de aquellos médicos ni de aquellas enfermeras.
El cachorro, cuando no estaba dormido por el efecto de los sedantes, solía mirar con los ojos muy abiertos cuando escuchaba la puerta que se abría, pero en cuanto intuía que la persona que entraba era un guardia civil, se hacía el dormido, a excepción de la última noche que me tocó, una vez más, realizar aquel servicio. En esa ocasión me miró a la cara y pensé que me iba a decir algo. No dijo ni pío.
Yo sentí unas enormes ganas de acercarme y preguntarle que es lo que había sentido cuando disparó contra los compañeros en Lemoniz, pero por un lado lo teníamos absolutamente prohibido, y por el otro, no creo que me hubiese respondido, pues su estado era sumamente grave, y por la expresión de su rostro era fácil adivinar que ya no iba a celebrar con cava ninguna de las proezas que sus compañeros de jauría protagonizarían en un brevísimo futuro.
Recuerdo el esmero y el exquisito y afectivo trato que aquellos profesionales de la sanidad dedicaban al "pobrecito herido". Por lo general, hacia nuestros heridos, sus formas y su atenciones eran muy diferentes.
El entierro de aquel elemento, al que espero que Lucifer tenga en su reino, fue multitudinario. El funeral y posterior manifestación congregó en Plencia a no menos de diez mil personas entre las que se encontraban todos los representantes de los partidos políticos nacionalistas, encabezados por los líderes de Herri Batasuna y al frente Francisco Letamendía "Ortzi", abogado laboralista y defensor a ultranza de la serpiente y sus esbirros.
Lo que más asco me provocó aquel capítulo es que el tal José David Álvarez, era hijo de Guardia Civil. Y además tenía otro hermano llamado Mario, también militante de ETA y que años más tarde, en marzo de 1981, reventó y pasó espero que a peor vida, al estallarle el artefacto explosivo que manipulaba con oscuras intenciones.
Eran años duros.
Saludos.
Capitán de la Guardia Civil (r), Director de Seguridad, miembro de RAGCE, de IPA, experto en Cooperación Internacional, defensor incondicional de la causa de las víctimas del terrorismo y opinador libre.
2 añosMuchas gracias por compartir. 🙂👍
Archivera Especialista en gestión documental y archivo
2 añosAprecio muy mucho sus aportes…Por otro lado, personalmente no creo en el infierno ni en Lucifer, creo q el infierno está aquí, y q tanto buenos como malos pasamos a una mejor vida si en eso creemos…y con matices q no vienen al caso. 🙏🙏🙏saludos cordiales