Algunas veces...

...todo se rompe.

No podemos, no sabemos, no entendemos, no aceptamos,

no queremos, no encontramos, no sentimos, no escuchamos,

no vemos, no adivinamos, no compartimos,

no ......

Algunas veces todo se tiene que romper, saltar en mil pedazos, desmoronarse.

 Algunas veces sólo desde ahí es posible la reconstrucción.

 Desde la esencia propia con todo lo aprendido, lo adquirido, lo adoptado, lo heredado.

 Sé que es difícil soltar, lanzarse a la incertidumbre, desaferrarse de la referencia, aunque no sea la propia o ni tan siquiera compartida.

 Si tan sólo fuéramos capaces de estar plenamente presentes en el momento del derrumbe. Atender cuándo y cómo comienza esa ruptura. Observar las grietas que van apareciendo, dándole sentido y lugar a todo ello.

 Entonces y justo entonces, seríamos conscientes de esa nueva luz que se cuela. Percibiendo el espacio nuevo que se nos presenta, un mundo lleno de oportunidades por estrenar. Un olor y un sentir de lo que se torna incipiente, novedoso, peculiar.

 Esto nos permite elegir y tomar de manera consciente aquello que nos respeta en esencia y que nace de nosotros mismos.

Soltar y confiar en lo que está por venir, en lo natural, en lo propio.

Algunas veces, cuando nos hacemos ciegos y sordos de nosotros mismos es necesario que todo se derrumbe para volver a …SER.