Amor Romántico 2020
En la medida que el movimiento feminista se va extendiendo, parece totalmente instalada la idea, de que el amor romántico es aquel mal a evitar, poseedor de consecuencias devastadoras, capaz de producir sufrimientos profundos.
Los feminismos se han encargado de marcar el potencial daño que tiene sobre todo para las mujeres: “El amor ha sido el opio de las mujeres decía Kate Millet.
En nuestra ciudad, este 14 de febrero, varias acciones van a desarrollarse para cuestionar, sobre todo entre las parejas jóvenes, la construcción romántica del amor, visibilizando sus modos de aparición y mantenimiento a través de performance, cartelerías e invitación a juegos en distintos lugares públicos como en el Buen Pastor por ejemplo.
También las chicas con sus pañuelos verdes en marchas a favor de poder decidir libremente sobre sus cuerpos, en nuestro país o mujeres de todas las edades que están en la primera línea en los enfrentamientos con los carabineros en Chile, reclamando por sus derechos a estudiar a tener salud, a la memoria. Mujeres tan lejanas en apariencia al ideal que les planteó su rol de género, inextricablemente unido a un deber ser dónde se debía priorizar el amor a la pareja, la atención a lxs hijxs y a la familia.
Todas ellas están despegándose de los estrictos mandatos del estereotipo femenino de género y por consiguiente de esa forma de amar tan denigrante para las mujeres que convoca el amor romántico.
Al mismo tiempo que todo esto ocurre, en los cines de nuestro país se exhibe por ejemplo, y con éxito, una película estadounidense como Mujercitas, producto de una obra escrita a finales de 1800 y reeditada por Hollywood una vez más después de tantas otras. Una película que dice claramente que el amor es heterosexual, de raza blanca, de clase media o alta, donde las mujeres cuidan a toda la familia y el varón puede irse a servir a otros en la guerra con aires heroicos, donde la rebelde que no quería casarse, porque su vocación era ser escritora, termina convencida por su familia de que en realidad está enamorada de un compañero de trabajo y ésta se deja convencer de que es ese su deseo. Una película donde se muestra que una mujer sola puede convertirse en una solterona manipuladora y malvada. Las buenas están casadas. El riesgo de permanecer sin pareja es sumamente atemorizante.
Todo un imaginario que aún persiste y que convive por el momento con todas las explicitaciones que indican que se quiere terminar con él.
El amor romántico, se nutre de los estereotipos de género. No hay amor romántico sin ellos.
Pero hay otras formas de amar posibles, sin exclusividades, sin simbiosis, sin me muero si no estás, sin que la pareja sea lo supremo de las jerarquías afectivas, sin cercenamientos de partes de la persona, sin euforias extremas, sin tristezas oscuras.
Hay otras formas de amar que vamos buscando, intuyendo, acariciando, que nos escriben risas en todo el cuerpo y nos acompañan cercanas en el llanto, que a veces son heterosexuales y a veces no, que a veces son de pareja y a veces no. Formas de amor que no oprimen, que no coartan, que potencian los deseos.
Es en esas modalidades del amor en las cuáles tenemos que avanzar, pero para poder hacerlo necesitamos también, de más palabras para nombrarlas, de más canciones, de más libros, de más películas, de más performance, de más arte que hable de ellas, de más educación sexual integral.
Palabras que evoquen a formas de amor horizontales, igualitarias, cuidadosas, libres, que implican otros imaginarios.
Necesitamos otros modos del amor, esos que van apareciendo, esos que vamos experimentando. Esos sin Valentín.