Ansiedad: Cuando la preocupación y el estado de alerta se vuelven incontrolables
La Octava entrega del estudio sobre Salud Mental, denominado “Termómetro de la Salud Mental en Chile”, realizado entre la Universidad Católica y la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) entregó sus resultados en enero del año 2024 concluyendo que 1 de cada 4 personas en nuestro país presenta fuerte sintomatología ansiosa en su diario vivir; transformando a la ansiedad como el principal malestar psicológico entre los/as chilenos/as, por sobre los Trastornos del Estado de Ánimo, la depresión, etc. Siendo mucho más preocupante en mujeres, quienes evidencian una fuerte sintomatología ansiosa en un 34,6%
Pero, qué es la ansiedad; lo primero que debemos saber, es que la ansiedad es una respuesta anticipatoria ante una eventual amenaza futura. Así, es habitual que frente a una experiencia donde sintamos que nos jugamos algo que podría resultar muy bien o muy mal, nuestros niveles de ansiedad suban, busquemos anticipar los posibles escenarios, lo conversemos con nuestros/as cercanos/as, le demos mil vueltas y finalmente nos arrojemos a la experiencia.
Pero qué pasa si esa experiencia futura la percibimos como demasiado peligrosa, si sentimos que lo que está en juego es muy importante y las sensaciones de fracaso nos van absorbiendo cualquier posibilidad de salir bien parados; entonces podremos adentrarnos en lo que llamamos ansiedad patológica, y experimentar síntomas como, preocupación excesiva gran parte del tiempo, sensación de estar “atrapado” o “con los nervios de punta”, lo que lleva a una irritabilidad y sobresalto constante, problemas para dormir, o sueño muy inquieto, despertándose constantemente durante la noche, entre otros.
Si a eso agregamos que la preocupación y anticipación ya no es por cosas puntuales, como una disertación, un cambio de trabajo; sino por cosas cotidianas, como ir al centro a realizar un trámite, las finanzas del hogar, llegar tarde al colegio o el trabajo; entonces posiblemente estés sufriendo el mal de época llamado ansiedad.
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La ansiedad tiene un círculo muy perverso, y es que la persona ansiosa comienza a buscar “salidas”, hacerse cargo de la situación, si una palabra caracteriza al ansioso, esta es HACER, el ansioso debe hacer algo, tiene que hacerse cargo, pero no sólo del problema; cuando se dan cuenta de lo ansioso que están, adivinen como piensan que se van a tranquilizar…
Así, me gusta imaginar la ansiedad como cuando queremos aprender a nadar, moviendo alborotadamente brazos y piernas para no hundirnos… pues bien, para flotar no hay que hacer, sino, hay que dejar de hacer. De la ansiedad nos salvamos cuando aprendemos a flotar. Algo difícil en la sociedad actual, una que nos impulsa a conseguirlo todo y a no perdernos de nada, pareciera que quien no esté ansioso no pertenece a este mundo; debemos anticiparnos a los hechos, estar un paso adelante, y para eso no nos podemos permitir siquiera esperar la luz verde, antes de cruzar mientras caminamos, por qué esperar, que ansiedad cierto, mejor crucemos si no viene nada. A esta altura ya lo descubrieron, lo perverso de la ansiedad, es que esta se alimenta del hacer, no detenerse, no pensar, sino hacer.
Entonces ¿Cómo trabajar la ansiedad? Con cualquier mecanismo que nos ayude a salir de la vorágine en la que nos sentimos inmersos, para ello, todas las alternativas son bien recibidas porque cumplen un efecto de reordenamiento, deportes, yoga, meditación, técnicas de relajación y respiración, arte terapia, etc. buscan un “tiempo fuera”, concentrarnos en el aquí y ahora, y no en la multiplicidad de variables que el día a día nos demanda y la hiperconexión nos refuerza, regulando así nuestro sistema mente – cuerpo. Pero también debemos hacernos cargo de aquello que no se puede poner en palabras, deviniendo en angustia, para ello les presento un desafío; cuando estemos frente a un escenario de ansiedad, por ejemplo, un nuevo trabajo, o actividad, piensen qué sería lo peor que les podría pasar, por ejemplo, no encajar con los/as nuevos/as compañeros/as, y qué pasaría si no encajan con los nuevos/as compañeros/as, me verían como bicho/a raro/a, me harían el vacío, me dejarían solo/a, pues bien, entonces de lo que hay que hablar es de esa sensación de bicho/a raro/a, de soledad, en la medida que vayamos desarmando y poniendo en palabras todo eso que me genera ansiedad llegaremos a la angustia escondida; para eso, les recomiendo, si les resulta muy pesado, recurrir a un profesional terapeuta que los pueda orientar.