Ante la cotidianidad infrecuente
Acerca de Diseño Industrial se puede afirmar que, como actividad derivó del sector económico-productivo por las implicaciones de la revolución industrial, mientras que, como disciplina surgió del análisis reflexivo y crítico de sus repercusiones en relación con las personas. Con lo primero se hace referencia a la transformación de la producción hacia la mecanización, hacia la estandarización, hacia la serialidad y hacia la gran escala. Con lo segundo, hacia los procesos de calidad, de unidad entre lo formal-estético y lo funcional, de la coherencia y cohesión en la relación producto-usuario, o mejor aún, sujeto-objeto.
Pero, ¿a qué va esto? ¿Qué tiene que ver este párrafo anterior acerca de los orígenes de esta profesión con la pandemia del Corona Virus y las medidas de distanciamiento, cuarentena y aislamiento que vivimos en la actualidad?
La clave está en el último binomio mencionado, en la relación objeto-sujeto, y especialmente es este último actor, el sujeto, entendido no desde su individualidad, sino como colectivo, como sociedad. Un diseñador industrial debe actuar desde el análisis de las necesidades para proyectar satisfactores que las solucionen o por lo menos que las mitiguen. La covid ha hecho visibles necesidades de toda índole, nuestras costumbres se han visto trastocadas, nuestra cotidianidad ya es ahora infrecuente, inhabitual. Surgen nuevas formas de.
Si hay algo entonces que se mantiene, es el papel del diseño industrial para atender precisamente estas formas de la sociedad. Para desarrollar su labor en todos los niveles del tejido social, familiar, laboral, educativo, recreativo. A uno u otro porcentaje, a mayor o menor medida, no hay un aspecto relacionado con el humano y sus esferas de acción, interacción e influencia, donde no se hagan necesarias y pertinentes propuestas creativas y novedosas de readaptación.
Cada proyecto de diseño es asumir un reto, es analizar unos obstáculos para hallar la manera de superarlos, es estudiar lo realizado para vislumbrar una nueva perspectiva. En diseño es común decir que todo está hecho, pero a la vez paradójicamente nada está hecho, siempre hay una nueva, y mejor, manera de hacerlo. Y precisamente por eso, hoy más que siempre nuestra facultad se hace relevante.
Diseñar es una manera de ser, y desde el ser diseñador se debe ser capaz de afrontar los desafíos que plantean las circunstancias temporales, las de ayer, las de hoy, las de mañana. Porque sí, el pensamiento del diseñador además de una capacidad de análisis integradora y sintetizadora desde la creatividad, debe poseer un enfoque proyectual anticipatorio.
En conclusión, siendo el Diseño Industrial un proceso estratégico destinado a resolver problemas, reformulándolos para transformarlos en oportunidades que coloca a la persona en el centro del proceso, se convierte hoy más que nunca una de las mejores opciones de formación.
Optar por una rama del saber y del hacer que además posibilita la colaboración conjunta, el trabajo transdisciplinar y la innovación como estrategia, es para mí, la mejor de las alternativas.