Aprende a decidir

Aprende a decidir

Cuando nos encontramos ante el fracaso o desacierto, tenemos dos opciones: Reconocerlo o Negarlo, aunque la realidad del fracaso se impone siempre más allá de que lo aceptemos o no, no siempre tendremos la madurez de asumir lo que corresponda como propio. 

La condena al eterno fracaso

Y es que muchas veces estamos inclinados a pensar que fueron los agentes y las circunstancias externas las que no favorecieron nuestras expectativas, y, por tanto, a sentir conmiseración y lástima por nosotros mismos, en lugar de tomarlo como un progreso por el aprendizaje que estamos por adquirir. 

En otras ocasiones, quizás no estemos tan proclives a asignar la responsabilidad de los resultados a otros, pero nuestro aprendizaje no fue óptimo debido al descontrol emocional y a nuestras limitaciones intelectuales, por lo que lo aprendido y sus conclusiones serán inválidas, y con mucha probabilidad, distorsionadas. 

El fracaso no es más que la desproporción desfavorable entre el resultado obtenido y el resultado esperado de algún menester, problema que se puede presentar en prácticamente todos lo ámbitos de nuestra vida y del que nadie está exento. Empero, mucha gente reincide en los mismos fracasos a lo largo de su vida, principalmente, por las razones que hemos planteado previamente. 

El problema no está en fracasar, sino en reiterar sobre los mismos fracasos.  

Un método de solución

Cuando hemos asumido un fracaso,  los principales óbices para el óptimo aprendizaje son el descontrol emocional y nuestras limitaciones intelectuales, como bien hemos dicho. Por lo tanto, una de las principales tareas que debemos tomar es conocer el funcionamiento de nuestras emociones y estados de ánimo, así como la forma de controlarlos, para este propósito recomiendo los libros de “Control cerebral y emocional” de  Narciso Irala, S.J. y  “Estados de Ánimo: El aprendizaje de la serenidad” de Christophe André. En primer lugar, tendríamos que ser capaces de pasar al consciente desde el subconsciente todos los eventos de nuestro pasado que de alguna forma u otra condicionan nuestras respuestas presentes y nuestra actitud al futuro, para después reconocer las causas de nuestras reacciones y saber diferenciar entre un abordaje objetivo, del subjetivo y emocional. 

Un juicio objetivo siempre trata los problemas como terceros, es decir, fuera del sujeto que los analiza, esto es  básico si queremos mejorar nuestras capacidades intelectivas, o mejor dicho, del entendimiento. 

Ampliar el arqueo de nuestro entendimiento no requiere de leer grandes cantidades de libros hasta la indigestión, sino más bien, adiestrar nuestras mentes para la detección de la mentira y la falacia, así como su distinción de la verdad; ciertamente que la copiosa lectura es necesaria para este entrenamiento, pero no única, sino que precisa del acompañamiento de la escritura crítica, también conocida como ensayo reflexivo, que no necesariamente requieren ser dilatados, ya que se pueden reducir a artículos breves; sumamente recomendable es que se traten los temas de nuestra competencia. 

La distinción de la verdad de lo falaz empieza por estudiar los silogismos más básicos de lógica aristotélica, así como los accidentes de la materia, también propuestos por Aristóteles, y que muchos aprendimos en el bachillerato. El perfeccionamiento de esta destreza requiere de que conozcamos bien el significado de las palabras y la estructura básica de las oraciones en gramática. 

Con eso mente y practicando, deberíamos empezar a tomar mejores decisiones de los problemas que nos presenta la vida, aunque en la cotidianeidad, los problemas distan de presentarse de una sola forma y las alternativas preliminares con las que contamos pueden ser bastante diversas, por lo que no a todos los problemas les podremos asignar la misma cantidad de tiempo, imperdible si queremos informamos bien y llegar a una conclusión verdadera. Así mismo, muy útil nos puede ser contar con un punto de partida válido para cualquier tipo de problema.

 Un criterio como punto de partida 

Lo primero, antes que nada, es saber plantear el problema de decisión, por lo que tendremos que hacer investigaciones para  explorar problemas similares. No hay una descripción inequívoca de como luce un problema bien planteado y definido, sin embargo, si somos capaces de  distinguirlo  de otras muchas clases de problemas, posiblemente tengamos ya suficiente información para pasar a las siguientes etapas y trabajar sobre ese planteamiento.

El primer paso para todo esto consiste en enunciar el problema, esto es: Una descripción, una breve crónica sobre como surgió y las preguntas de decisión que tenemos acerca de él. Tómese en cuenta que en la medida que el problema sea más importante, el nivel de detalle de su enunciado tendrá que ser igualmente mayor. Por otro lado, no porque nos encontramos ante un problema relativamente banal, el ejercicio de enunciarlo se torna inútil, más bien, igual de importante que  otros problemas, aunque su nivel de detalle , efectivamente, tendrá que ser más frugal. 

Una vez enunciado, podemos comenzar investigando sobre problemas similares, para ello, internet es nuestro mejor aliado, aunque también es altamente recomendable  recurrir a las personas, principalmente, si tienen experiencias relacionadas con el problema. 

Investigar sobre un problema nos puede llevar mucho tiempo, y a nosotros solo nos interesa estudiar problemas similares y de la misma clase que el tenemos en cuestión. Para ello nos podemos hacer valer de unas técnicas matemáticas que nos ahorrarán tiempo y simultáneamente nos garantizarán que tendremos ya información suficiente del problema.

 El método se basa en la teoría de los rendimientos decrecientes, la misma que se utiliza para estimar las capacidad restante de un pozo de petróleo, aunque menos técnico y más cualitativo. Simplemente comenzamos investigando sobre problemas similares, ya sea en internet o con otras personas, y con una escala del cero al diez todo lo bueno que se ha aprendido del problema y su solución, donde cero correspondería a ningún nuevo aprendizaje y diez que todo lo aprendido fue nuevo, conforme vayamos estudiando en internet y con otras personas eventualmente tenderá a bajar la novedad de lo aprendido, por lo que cuando nos encontremos en números decrecientes, dejaremos de estudiar; al principio tendremos un 10, 8, ,9 y tal vez otra vez 10, pero cuánto estamos ante un 4,2,1,0, ya se puede decir que es decreciente. 

Al final será importante aplicar, con lo aprendido, la creatividad, con la finalidad de que el resultados sea de lo más óptimo posible a nuestras necesidades. 

Conclusiones

Ray Dalio le da mucho crédito a la apertura de miras para llegar a una buena solución de problemas, personalmente considero que, efectivamente, es muy importante, pero la objetividad lo es más, y acompañada de un buen control emocional, nos dispondría de una adecuada apertura de miras. El ejercicio de plantear e investigar el problema nos asenderea en el camino correcto de la objetividad, empero, de no tener un buen control emocional, que pasa por la consciencia de las mismas, difícilmente aprenderemos nuevas cosas correctamente que, nos solo deben ser ingeridas  acríticamente sino con las herramientas que la lógica nos da. 

Luis R.

CMO/CO-FOUNDER en Marketing Now |Dedicados la generación de nuevas oportunidades de negocio por medio de performance Marketing.

2 semanas

Alejandro, Gracias por compartir !

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas