Artículo El Economista: Renta fija y variable todavía siguen acelerando, pero solo una tiene un carril seguro
¿Está cambiando la correlación de inversión entre renta variable y renta fija en el entorno actual de política monetaria?
A menudo se da por sentado que los valores de renta variable y renta fija no evolucionan en la misma dirección.
Sin embargo, no siempre es así. Si analizamos la correlación de la rentabilidad del índice S&P 500 y de los bonos del Tesoro estadounidense, observamos que solamente ha habido dos periodos de correlación negativa desde la Segunda Guerra Mundial: 1955-1965 y 2000-2015. Por tanto, lo anómalo es que la renta variable y la renta fija avancen en direcciones opuestas.
Las correlaciones en las clases de activos tradicionales de acciones y bonos han aumentado; ahora es más probable que estas clases de activos suban o bajen de valor en la misma dirección al mismo tiempo.
Las correlaciones en los valores de renta variable y los de renta fija han tendido al alza. Esto significa que se ha hecho cada vez más difícil diversificar la cartera y protegerse frente a bajas si se invierte únicamente en acciones y bonos.
Por otro lado, las estrategias alternativas, como los futuros neutral y gestionado del mercado, han ofrecido correlaciones más bajas a lo largo de los últimos 15 años. Se podría asumir que estas clases de activos presentan inherentemente un mayor riesgo, pero en realidad podrían reducir el riesgo global de su cartera debido a esas correlaciones más bajas.
Del mismo modo, las clases de activos alternativas, como la moneda y las materias primas, tienen correlaciones bajas o negativas, lo que puede ayudar a reducir el riesgo y aumentar el rendimiento.
Esto pone de manifiesto la importancia de la diversificación.
Ahora, cabe preguntarse si nos encontramos ante el comienzo de un nuevo régimen.
Desde el final de la crisis financiera mundial, los inversores han disfrutado de buenas rentabilidades en los mercados de renta variable. El periodo posterior a la crisis también ha estado marcado por altos niveles de correlación dentro de la renta variable, con valores de distintas compañías moviéndose de forma similar. Al mismo tiempo, la confianza de los inversores ha alternado entre la esperanza de que la recuperación progresase adecuadamente y el temor a una recaída inminente. Este comportamiento de predisposición/aversión al riesgo ha sido la nota dominante en el panorama de la inversión durante tanto tiempo que –hasta hace pocos meses– muchos han llegado a considerarlo un factor permanente. Durante la segunda mitad del ejercicio, los valores comenzaron a evolucionar de forma independiente los unos de los otros, y se amplió también la dispersión de las rentabilidades por sectores (o lo que es lo mismo, las diferencias en la evolución de unos sectores con respecto a los otros). Este fenómeno ha estado motivado principalmente por las alzas repentinas de determinados sectores: las finanzas (gracias al incremento de los tipos de interés y el aumento de las expectativas de desregulación en EE. UU.) y la energía y los materiales (a raíz de la recuperación continuada en los precios de las materias primas). Dichos movimientos sectoriales también han contribuido a explicar el mejor comportamiento de los títulos value frente a los títulos growth en la segunda mitad de 2016.
En contra de lo que cabría esperar, todo este movimiento en los mercados de valores ha generado de hecho un periodo de notable calma en el espectro de los índices. Mientras que de media en el primer trimestre del año se registran dieciocho días en los cuales el S&P 500 sube o baja de más del 1%, esto únicamente ha sucedido en dos jornadas durante el primer trimestre de este año. No obstante, aún no está claro si dicho patrón se prolongará en los próximos trimestres. Los grandes movimientos sectoriales han jugado un papel crucial en la ruptura de las correlaciones que hemos presenciado y, a medida que las subidas repentinas en dichos sectores remitan, dichas correlaciones podrían volver a incrementarse. Sin embargo, si estas correlaciones permanecen en niveles bajos, podríamos encontrarnos ante un nuevo régimen en el cual los inversores se mostrarían menos preocupados por la inestabilidad macroeconómica y más interesados en los factores específicos de cada empresa a la hora de realizar sus asignaciones. De ser este el caso, los gestores activos podrían disfrutar de un conjunto de oportunidades más amplio que en el pasado, y la inversión en value podría verse mejor recompensada que en los últimos años. Una vez superado el ciclo en el que los mercados han proporcionado a los inversores excelentes rentabilidades, la clave para los próximos años podría residir más en generar alfa dentro de los índices de valores que en esperar que el conjunto del mercado evolucione al alza.
En EE UU, por ejemplo los inversores parecen apostar por renta fija y renta variable por igual ¿dónde está el refugio para el inversor?
Aunque en lo que va de 2017 los mercados de renta variable se han mantenido relativamente estables, bajo la superficie están produciéndose cambios importantes en los que los movimientos sectoriales están jugando un papel fundamental. Los valores de los sectores de la energía y los materiales han repuntado a raíz del incremento en los precios de las materias primas. Por su parte, los títulos financieros se han disparado repentinamente impulsados por la deflación y las expectativas relativas a las políticas monetarias. La buena evolución combinada de estos dos ámbitos ha generado una dispersión significativa en las rentabilidades por sectores en la mayoría de ámbitos de la renta variable.
Las correlaciones entre valores están también reduciéndose, aunque dicha tendencia podría finalizar una vez que los movimientos sectoriales terminen por estabilizarse.
Dichos movimientos podrían ser indicativos de que los inversores están volviendo a establecer diferenciaciones en el nivel de los valores ahora que las preocupaciones macroeconómicas del periodo postcrisis se disipan.
¿Oportunidades / riesgos de ambos activos? ¿Cómo soportar las fluctuaciones de los mercados?
Renta Variable
El repunte en el mercado de renta variable estadounidense desde las elecciones presidenciales se ha debido en parte a las expectativas de reflación a escala mundial, aunque las previsiones de desregulación y rebajas sobre el impuesto de sociedades también han contribuido al mismo. Aunque el planteamiento anterior parece razonable, los inversores deberían probablemente moderar sus expectativas de que EE. UU. inyecte estímulos fiscales a gran escala.
El crecimiento fiscal en esta etapa tardía del ciclo económico se verá limitado por los ajustes en el mercado laboral y dependerá del incremento de la productividad. Además, es probable que esta situación implique a su vez una reducción de las rentabilidades sobre la renta variable estadounidense con respecto a las observadas en los últimos años.
A corto plazo, es improbable que el mercado adopte una tendencia bajista ante la aparente ausencia de riesgos de recesión inmediatos sobre el entorno económico. Por tanto, los inversores deben tener en cuenta que, si bien las valoraciones no se muestran tan atractivas como en el pasado, la renta variable de EE. UU. no parece demasiado sobrevalorada en comparación con periodos anteriores.
Renta Fija
En julio de 2016, aproximadamente el 40% de la deuda pública mundial cotizaba a una tir inferior a cero. En la actualidad, solo un 23% de esta clase de activos presenta tires negativas, y se espera que estas continúen incrementándose a medida que el crecimiento mundial, la inflación y los tipos de interés se recuperen.
Esta posible inversión de tendencia tras décadas de caídas en las tires entraña mayores desafíos para los inversores en renta fija, más concretamente para aquellos que poseen bonos soberanos con plazos de vencimiento largos. Sin embargo, no todos los mercados de renta fija han respondido de la misma forma. De hecho, mientras que la tir sobre un bono del Tesoro estadounidense a diez años se ha incrementado en un 0,9% desde el verano de 2016, sus equivalentes han aumentado un 0,5% en Alemania, un 0,3% en el Reino Unido, y un 0,3% Japón.
En esta coyuntura crucial para los mercados de renta fija, los inversores no solo deben considerar el riesgo de duración, sino también la gran variedad de activos de renta fija existente, algunos de los cuales podrían de hecho beneficiarse de incrementos en los tipos de interés.
Valores refugio
¿Es el oro el gran activo refugio contra la incertidumbre en los mercados financieros y el repunte de la inflación? Si se consolida por encima de los 1.200 dólares (está cotizando a 1.234 USD), tendrá recorrido hasta el nivel de los 1.400 – 1.500.
El discurso extremadamente proteccionista de Trump en materia comercial y su agresivo veto migratorio, pueden suponer aún riesgo, y por lo tanto, el riesgo político se ha convertido en el primer aliado del precio del oro, que se mueve en dirección opuesta a ese otro activo refugio en forma de divisa llamado dólar.