Asomándome a la Ventana de Johari desde África

“Habla usted muy rápido, como si tuviera prisa, acelerado. Esa creo yo que es su parte ciega”, así me contestó una de las profesionales de #BANGE, el Banco Nacional de Guinea Ecuatorial, que estaba asistiendo a una de las sesiones que había venido a impartir a Malabo.

Gran parte de esa sesión estaba centrada en trabajar sobre la conocida herramienta en psicología cognitiva de la #VentanadeJohari, que toma el nombre en honor a sus creadores, los psicólogos Joseph Luft y Harry Ingham. Se trata de un modelo de análisis que ilustra el proceso de la comunicación y analiza la dinámica de las relaciones personas independientemente de cuál sea su vínculo.  Claramente, la empleada del banco se estaba refiriendo a una de las áreas a las que hace referencia la teoría en las que se divide espacio interpersonal, el área ciega.

Este modelo implica la existencia de cuatro áreas que marcan el conocimiento que de uno mismo tenemos en nuestras relaciones con los demás:

·     Área pública: es todo aquello conocido por uno mismo y por lo demás. Hace referencia a todo lo que comunicamos verbalmente y que pasa a ser un conocimiento mutuo de las personas. Indica en qué medidas nos damos a conocer a los demás, nos exponemos y hacemos saber de nuestras experiencias, motivaciones y emociones.

·     Área oculta: se refiere a todo lo que nosotros conocemos de nosotros mismos, pero que no mostramos a los demás. En esta área estaría todo lo que guardamos, que forma parte de lo íntimo y que no compartimos.

·     Área desconocida: aquí se incluyen todos aquellos aspectos que desconocemos de nosotros mismos, pero que tampoco sabe el resto. Puede resultar un área sin interés alguno, pues tanto los otros como yo mismo pasamos por alto, sin embargo, puede resultar un área de crecimiento que nos permite encontrar nuevas oportunidades y motivaciones intrínsecas.

·     Área ciega: en este cuadrante destacan aquellos aspectos que desconocemos de nosotros mismos, pero que, sin embargo, los demás sí saben.

A esta última área se refería mi espontánea alumna, cuando estábamos trabajando con unos de los grupos de BANGE sobre la ventana de Johari para analizar su potencial y sus posibles interrelaciones con los diferentes stakeholders: clientes, organizaciones, sociedad, administración, empleados. En realidad, yo estaba como mediador, observador, consultor o analista si lo preferimos, no como objeto de reflexión, pero lo cierto es que aquella improvisación sobre la dinámica de grupo y mi estancia en el país africano, me hizo reflexionar.

África tiene algo especial, tiene un aura de misterio y es mito. África tiene, como diría el escritor y gran conocedor de este continente, Javier Reverte, la “tersura de un sueño infantil”. Cuántas veces había utilizado en mis sesiones y en mis charlas con diferentes grupos aquella herramienta para motivar el conocimiento de los profesionales. Sin embargo, fue en una lenta y cálida tarde de diciembre en Guinea Ecuatorial, cuando descubrí en mi un área ciega, y en esa respuesta improvisada y no controlada, una nueva visión de lo que soy.

A lo largo de mí amplía trayectoria profesional, gestionando talento, desarrollando a profesionales y motivando a la colaboración y el trabajo en equipo, nunca me había detenido a observarme a través de la ventana de Johari. Dejarme ver desde una mirada diferente, desde África, con otros valores y registros me ha ayuda a conocer que el ritmo y el tiempo, son variables relativas y que para todos aquellos que trabajamos con el conocimiento, la profesionalidad y la valía de los demás, es importante que, a veces, nos detengamos a reflexionar sobre ellas.