Atropellado de sorpresa

Atropellado de sorpresa

¿Alguna vez se ha sentido atropellado, irrespetado, pisoteado? Probablemente sí, en algún momento nos pasa, con extraños en la calle y hasta con gente cercana. Generalmente, son situaciones que dejamos pasar por alto, o simplemente sucede y nos toman fuera de guardia. La cuestión es que cuando ocurren a uno le hierve la sangre, porque no supo manejar la situación, no se lo esperaba, después de meditarlo mejor, se dio cuenta que se dejó. Se puede sentir como un bobo, pensará que la próxima ocasión no se va a dejar, va a estar en guardia. Pero ¿vale la pena estar tan predispuesto, o llevar un rencor, así sea pequeño, por situaciones que realmente le tocaban vivir? Situaciones pasan en todo momento, pero como reaccionamos a ellas, allí está la clave.

En estos días, un familiar lejano, muy ocupado para hablar conmigo primero, me manifestó, vía whatapp, que había inscrito a su hija en el plan vacacional del club donde yo soy socia, usando mi nombre. No fue una solicitud, fue una confirmación, obvió los “por favor”, el “si te parece”, un “me permites”, simplemente me dejó saber “lo que ya había hecho”, estuviera o no conforme.

Más recientemente un compañero del trabajo me usurpó una sala de reuniones, y eso que estaba reservada desde un mes de anticipación, y aunque había otra sala disponible, la estaba usando, igualmente, su equipo de trabajo para otra actividad. Nunca me preguntó, no me pidió algún permiso, no indagó si estaba disponible, tan sólo entró y la tomó para una reunión. Lo peor es que esta persona había sido invitada a mi reunión desde hace un mes, pero declinó la invitación.

Dos atropellos, situaciones diferentes. ¿Por qué la gente actúa así con uno? Cada quien tiene sus intereses y actuamos en pro de conseguirlos. Algunas veces, uno se convierte en el medio para que otros alcancen sus intereses, pero “hay formas de pedir las cosas” y no todos saben hacerlo. Tenemos un reflejo hacia otros, hay temas de autoestima y de hacerse respetar. Le pregunto a usted ¿Cómo se sentiría si alguien entra en su casa, digamos, por ejemplo, un vecino cualquiera, se come su comida, maneja su auto, malcría a sus hijos y se va a su casa bien tranquilo? Usted queda sin comida, sin gasolina y con hijos que no quieren dormir. ¿Confrontaría al vecino? ¿Se cambiaría de casa? ¿Llamaría a alguna autoridad? Probablemente el vecino lo haga nuevamente si no se hace algo.

La clave principal es acabar con aquellas situaciones que nos molestan:

1.      Si no entra fácil, es porque no sirve: Relacionarse con otros no siempre es algo fácil, porque nuestros intereses hacen que a veces insistamos con personas que no nos toman en serio. ¿Alguna vez se ha probado un jean que no es de su talla? Usted insiste, se lo sube a la fuerza, pero en la barriga no le cierra bien, no va a estar cómodo, probablemente la tela se rasgue en algún momento, se estire, pierda la forma o se rompa el cierre. Si la situación le incomoda y se siente utilizado, no lo haga más. “No se ponga ese pantalón”, no insistan con la relación, es más, devuélvala al racket para colgar y dígale a la persona que esa talla no funciona con usted. No sé coloque en situaciones de abuso, aprenda a ver las cosas que no le ajustan y haga algo al respecto.

2.      Aprenda a llamar las cosas por su nombre: Lo primero que debe pensar es en colocarle a sus sentimientos el nombre adecuado, y esto no es usar un apodo. A los atropelladores se les llama “atropelladores”. Más que el nombre a la acción, colóquele el nombre al sentimiento que tuvo ¿Cómo se sintió usted ante la acción recibida? Se sintió “atropellado”, “abusado”, “ignorado”, “irrespetado”. Al colocarle el calificativo al sentimiento, le estamos dando poder de descripción del hecho. Exprese lo que siente. Cuando tenga una situación de atropello, escriba lo que está sintiendo, el sentimiento pasará a segundo plano y la mente se aclarará mientras lee los calificativos de lo que siente. Use internet y lea la descripción de un sentimiento parecido a la acción de lo que sucedió. Esto con la idea de que cuando confronte la situación y haya algún mediador, si es el caso, usted pueda tener la narrativa bien descrita. Algunas veces nos quedamos en el hecho y no manejamos lo que significa el hecho.

3.      Háblelo: La parte más difícil del atropello. No es hacerse la víctima, hágalo con madurez, hable sobre sus sentimientos, pero desde una óptica como si fuera un tercero el que está hablando, sálgase de la pintura. Imagine que tiene a su atropellador al frente, y que la persona no le puede responder, utilice las palabras de lo que está sintiendo y comuníqueselas. Este “atropellador imaginario” no podrá enfadarse con usted, ni ser agresivo, ni ofensivo, pero la definición de los sentimientos y las palabras es clave para expresar la frustración que sintió en el momento y poder liberarse. No siempre podemos hablar con el atropellador de frente, pero la situación se queda metida en nuestra mente, es importante hablar con otros sobre la situación, para liberarse.

4.      Borrón y cuenta nueva: No viva con rencor, pasó un mal rato y ya. Todas las personas han pasado por chascos. No se quede viviendo la mala situación indefinidamente. En vez de esto, pregúntese ¿Cuál fue la razón que hizo que usted fuera atropellado? Recuerdo una ocasión en una cola de banco, se me metió una persona adelante para ser atendida primero, la cuestión es que antes se había metido una ancianita, luego una embarazada, las dejé pasar, pero ya estaba molesta porque mi tiempo también contaba, hasta que llega una señora y se mete, fue cuando exploté. Las palabras salieron mal y la señora me insultó, los de la cola no me apoyaron y el cajero hizo pasar injustamente a la señora coleada. Yo seguí tan furiosa que salí del banco sin hacer lo que iba a hacer y hasta el día de hoy me acuerdo y me hierve la sangre. Esta situación pasó hace como 10 años y lo recuerda como si fuera ayer. ¿vale la pena hacerse mala sangre durante tanto tiempo?

5.      No se inmiscuya: Vea las situaciones como “situaciones”, nada más. Vea todo de una forma objetiva, lo que pasó, pasó. Saque el aprendizaje y siga adelante. Luego de que suceda la “situación” y haya definido con “palabras” sus sentimientos, para pasar la página, vea la situación lejos, en el tiempo pasado. Crezca de ella, ahora usted está viviendo otro momento. No piense que es una situación que le tocaba vivir para hacerlo más fuerte o porque a usted le toca todas las vicisitudes de la vida; piense más bien que es una “situación” cualquiera, usted en ese momento es un tercero que se paró ahí, véalo como si estuviera viendo una película donde usted es un observador. Si logra esto, usted entenderá que está por encima de la “situación”.

6.      No se trague sus sentimientos: Ya con la mente en frío, analice lo que sintió, hable de la “situación” con terceros, óigales, escúcheles, vea sus puntos de vista. Si el arrollador es una persona cercana a usted, háblele de lo que sintió cuando lo hizo, si logra hacer esto, es porque perdió el miedo y la “situación” la ve objetivamente.

No se sienta disminuido, los atropellos existen y hay que manejarlos, más cuando uno es atropellado desde que se enciende el televisor y ve injusticias que le afectan directa o indirectamente, cuando sale de su casa a hacer cualquier diligencia donde se consigue gente buscando cubrir sus necesidades sin importar si usted las tiene también. Desde una autoridad que le para sin ningún motivo para pedirle sus papeles y luego le pide dinero para dejarlo ir, hasta el asalto que ve saliendo a la calle, desde un hombre diciéndole imprudencias a cualquier mujer que pasa, hasta cuando paga algo que el precio que marca es por debajo del cobro que le están haciendo, hasta cuando pregunta si hay un producto y le contestan que está agotado, pero al lado ve a otro que sí se lo dan; situaciones miles, complejidades distintas.

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Imagen: papitodios.com

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