Autodisciplina ¿virtud o reto?
Basado en la definición de la Real Academia Española de la Lengua, la palabra “disciplina” significa: “doctrina, instrucción de una persona”; adicionando el prefijo “auto”, tenemos que es una condición que la persona se impone a sí misma.
Por lo anterior, podemos afirmar que la autodisciplina es un hábito que lleva a la persona a perfeccionarse, asumiendo desde su voluntad la decisión de llevar a cabo una acción que le permita detonar un efecto positivo en sí mismo y, por ende, en su entorno.
Recordando que los hábitos anteceden a las virtudes, al ser su efecto favorable para quien los practique de forma cotidiana; y siendo la incertidumbre una característica de la época actual, frente a los cambios a nivel local y global; aunado al cuestionamiento a instituciones presumiblemente confiables, gubernamentales, civiles o empresariales, el pensamiento reflexivo y la acción oportuna son los desafíos que se nos plantean para explorar nuevas respuestas; nuevos caminos que nos permitan afianzarnos y fijar un rumbo claro.
Sin duda la mejor alternativa frente al cambio de época que vivimos, como lo citaba Peter Drucker en el ya lejano 2005 y que actualmente se ve reflejado en la revolución 4.0, es la apertura y la flexibilidad que mostremos, siendo un requisito indispensable nuestro lenguaje.
Por ello, una alternativa viable es encontrar en nuestro interior la respuesta; esto es, en el diálogo interno - que cada uno desarrollamos en nuestra cotidianeidad – que no es sino la forma en la cual conversamos con nosotros mismos.
¡Cuánto sarcasmo, cuanta ironía, cuanta burla generamos inconscientemente!
Es prioritario identificar un propósito que nos oriente para, con la convicción que nos brinda la autodisciplina, desarrollar la virtud de la fortaleza a fin de sobreponernos a la adversidad en el camino del éxito que hayamos trazado.
- Por Rodrigo López González