Bajan los intereses... Y aún así, ¿por qué no puedo comprar una casa?

Bajan los intereses... Y aún así, ¿por qué no puedo comprar una casa?

Últimamente, las hipotecas están más baratas. Según Bankinter y Openbank, se ofrecen tasas que, hace unos meses, parecían impensables. Todo parece positivo, ¿verdad? Pero la realidad es otra. En mi búsqueda de vivienda, me encuentro con precios inalcanzables y la dificultad de ahorrar el 20% de entrada que exigen los bancos. Aunque los tipos de interés hayan bajado, comprar una casa sigue siendo un reto enorme.

Pamplona es un claro ejemplo. Aquí, el precio medio de venta ronda los 2.507 €/m², y en zonas como Lezkairu los precios superan los 3.400 €/m². Si buscas alquilar, tampoco es sencillo: el precio ronda los 11.01 €/m² (agosto 2024). Esto hace que, aunque las hipotecas sean más asequibles, acceder a una vivienda propia se sienta como un sueño lejano.

Si pensamos en el sueldo medio de una persona de 25-35 años en Navarra (unos 24,000-28,000 euros anuales), la idea de comprar se complica aún más. Incluso con tasas de interés más bajas, reunir ese 20% de entrada es una misión complicada, especialmente cuando el alquiler consume gran parte de los ingresos mensuales.

Y aquí está la paradoja: bajan los intereses, pero la vivienda sigue siendo un privilegio para unos pocos. Con las regulaciones y restricciones en el mercado, el alquiler es una opción cada vez más costosa, y son más las personas que optan por esta alternativa al no poder comprar. Esto ha provocado que los precios de alquiler sigan subiendo en todo el país. En ciudades como Barcelona, se espera un aumento del 4%, y en Madrid podría llegar al 5%. La escasez de oferta de viviendas en alquiler, causada por la incertidumbre de los propietarios debido a las regulaciones, hace que el escenario sea aún más complicado.


Las políticas de regulación de precios y limitaciones para construir, propias de una visión socialista, no ayudan al grueso de la población. Aunque buscan controlar el mercado inmobiliario y proteger al inquilino, terminan por beneficiar solo a quienes ya poseen propiedades, consolidando su patrimonio y haciendo que el mercado del alquiler sea cada vez más rentable para ellos. Esto crea un círculo vicioso: menos acceso a la propiedad para la mayoría, más dependencia del alquiler, y mayor rentabilidad para unos pocos.

Conclusión: los intereses pueden bajar, pero el acceso a la vivienda sigue siendo un desafío para muchos. Y mientras más difícil sea comprar, más rentable será el alquiler para aquellos que ya poseen propiedades. Tal vez el verdadero problema no sea solo la hipoteca, sino nuestra percepción de lo que significa tener una casa: algo que debería ser accesible para todos y no solo un privilegio para algunos.


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