Barreras a la inclusión y la participación
Dra. Mayluc Martínez*
Hoy día, la óptica de lo que se considera una educación totalmente inclusiva ha cambiado en varios sentidos. De manera particular, podemos señalar que el proceso no se enfoca únicamente en niños que presentan desafíos con respecto el neurodesarrollo y el comportamiento, ya que muchas personas pueden experimentar barreras por diversas situaciones, relacionadas por ejemplo con el idioma, el desigual acceso a la tecnología, entre otras razones.
De lo anterior se deduce el segundo punto en el que ha cambiado el enfoque con respecto a las barreas a la inclusión y la participación: estas no tienen que ver o no están en el estudiante, sino que surgen, aparecen o se manifiestan en la interacción que este tiene con algún aspecto de la institución, ya sea físico u organizativo, del plan de estudios, de la manera de dar las clases, con respecto a los recursos, la infraestructura, etc.
Y en tercer lugar, las barreras pueden presentarse con respecto a la inclusión, o al acceso, así como con respecto a la participación. Es decir, puede ser que en algunos casos, por diversas razones, una persona no pueda ingresar al sistema educativo regular, existiendo por tanto exclusión. Pero, en otras ocasiones puede ocurrir que, una vez ha ingresado, no participa, aprende o interactúa al igual que los otros niños.
De allí que, continuando con lo que se decía al inicio, las metas de la educación inclusiva también se han transformado, pues se considera que no solamente se debe pensar en dar admisión a la escuela, sino que el niño pueda participar y construir activamente su aprendizaje.
Por supuesto, para ello, además de una búsqueda continua de formas adecuadas de responder a la diversidad, es menester identificar y eliminar las barreras, con el objeto de diseñar mejoras en las políticas y prácticas educativas. Cuando se habla de barreras, se hace alusión a todos aquellos aspectos que, en algún momento, pueden constituirse en un obstáculo a la participación.
Ahora bien, ¿cuáles serían tales barreras? A lo largo de nuestras investigaciones, hemos identificado diversos elementos que pueden constituirse en obstáculos a la participación. Los mencionamos brevemente:
- Políticas y barreras burocráticas: se refiere a normas institucionales que de manera taxativa o por alguna interpretación equívoca atentan contra la inclusión; por ejemplo, exigir requisitos que muchas familias no pueden cumplir por su situación socio-económica.
- Barreras relacionadas con la infraestructura: principalmente se menciona la falta de accesibilidad, que es un denominador común en muchas instituciones educativas, que carecen de rampas para facilitar el desplazamiento de personas con movilidad limitada, o de señalización en Braille.
- Barreras socio-económicas: la carencia de recursos, así como de servicios públicos, puede ser una limitante para el acceso a la escuela, así como en la dotación de las instituciones, lo que incide en la calidad de la educación impartida. No está de más añadir que una escuela carente de recursos, lejos de incentivar, desmotiva.
- Barreras conceptuales e informativas: el desconocimiento de lo que significa inclusión es de por sí una barrera, que puede incidir en la calidad de la praxis y, más aún, en la ausencia de políticas con respecto a la inclusión, pues se pone el énfasis en lo que debe hacerse para superar las barreras en el propio estudiante, concibiendo la diferencia como el problema en sí.
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- Barreras didácticas: serían aquellas relacionadas con las prácticas propiamente, o sea, lo que se hace dentro del aula de clases. Esto puede manifestarse de varias maneras; por ejemplo: uniformidad en las estrategias diseñadas, sin tomar en consideración los distintos estilos de aprendizaje.
- Barreras curriculares: El currículum también puede ser excluyente, por variadas y diversas razones: porque en el mismo los contenidos y programas se soslaya la diversidad, porque las exigencias o las actividades propuestas no plantean alternativas para la diversidad.
- Barreras actitudinales: actitudes que no propician la inclusión sino lo contrario; pueden estar presentes no solo en los docentes y directivos, sino en padres de otros niños quienes, por desconocimiento y, por consiguiente, temor, manifiestan una actitud de resistencia hacia la diversidad.
- Barreras culturales: se alude a elementos que están dentro de la cultura de la institución o del entorno, que no son cónsonas con la inclusión; por ejemplo, la tendencia en algunas instituciones (sobre todo privadas) de mostrarse como mejores o exclusivas (elitismo).
No solo esto, también puede haber exclusión por razones religiosas o étnicas y aún más. El punto es que son diversas las situaciones que pueden presentarse en las escuelas y que inciden en la participación y el acceso al aprendizaje por parte de los estudiantes.
Por ello, como se señaló, es necesario identificar tales barreras, con miras a su superación. Hay varias maneras de hacerlo, por ejemplo, a través de un diagnóstico considerando los cuestionarios propuestos en el apéndice del Index for inclusion (Booth y Ainscow, 2013), que permiten evaluar la institución desde el punto de vista de sus políticas, cultura y prácticas.
De acuerdo con estos autores, las barreras para el aprendizaje y la participación, que pueden experimentar los estudiantes, “generan fracaso escolar y marginación” (p. 9). Podemos añadir que una barrera es un elemento que impide la efectiva interconexión en la dinámica niño-escuela; es un obstáculo a la sinergia, una desfragmentación del todo, una ruptura del continuum de aprendizaje.
De esta manera, la educación, que debería ser un sistema funcionando armónicamente, termina por ser un conjunto cuyas partes están aisladas, donde los elementos están en el mismo espacio, pero no tienen nada que ver entre sí: el niño con sus intereses e inquietudes, por un lado; la escuela con sus programas por el otro. El primero no encuentra respuestas, la otra no logra su cometido.
He allí la razón para identificar las barreras a la inclusión y la participación y tratar de eliminarlas. Y es que una educación inclusiva es sinónimo de una educación sin barreras. Sin embargo, hay que aclarar que la inclusión no es algo que se logra de una vez, sino que es un proceso continuo. De este modo, siempre hay que estar atentos, evaluando permanentemente, para evitar que surjan barreras y que estas nos afecten el tránsito hacia una educación verdaderamente inclusiva.