Bienvenidos a la era de lo malo conocido
Todos los años, la aseguradora AXA realiza un estudio sobre el riesgo. Es un estudio muy robusto, puesto que entrevistan a 3.000 expertos y más de 19.000 consumidores en 15 países diferentes.
Este año se presenta la undécima edición, que permite poder comparar la evolución de los riesgos a lo largo de la última década.
Hay varios titulares interesantes este año:
El sistema político-social actual está siendo cuestionado
De los cinco primeros riesgos a nivel global, uno es la inestabilidad política -esta encuesta fue realizada antes de la victoria de Donald Trump- y otro las tensiones sociales crecientes.
Las tensiones sociales suben tres puestos en la escala en un año, mientras que el factor de riesgo que más cae es la inestabilidad financiera.
A continuación, el estudio hace un corte para entender las diferencias de percepción del riesgo entre expertos y personas de a pie. Ambas coinciden en señalar al cambio climático como el mayor riesgo al que se enfrenta la Humanidad.
De hecho, en el reciente estudio de Global Trends de Ipsos la foto muestra un consenso sobre el tema (con la excepción de China, a la que el cambio climático le viene regular si quiere mantener su crecimiento económico):
Las diferencias vienen cuando comparamos lo macro y lo micro: los expertos se inquietan sobre temas como la inestabilidad geopolítica y la big data, la gente se preocupa sobre el terrorismo y la tensión social.
Esta diferencia entre lo macro y lo micro es fundamental de entender para empresas y políticos, puesto que por mucho que ofrezcan soluciones amplias que dan resultados a largo plazo, si el consumidor / votante no percibe una mejora en su día a día, les penalizará.
Que le pregunten a los demócratas, que han perdido las elecciones a pesar de que la economía norteamericana va como un tiro.
El auge del autoritarismo
Cada año, la encuesta pide a expertos y al público en general que imaginen que se produce una nueva crisis mundial, y que califiquen su nivel de confianza en una serie de instituciones –como la sociedad civil, la academia, el sector privado u organizaciones internacionales– para limitar sus consecuencias.
En este 2024, los científicos siguen en el primer lugar del ranking, con un 84% de expertos y un 70% de la población en general que expresan confianza en su capacidad para mitigar las consecuencias de una nueva crisis mundial, manteniendo el mismo nivel de confianza que el año pasado.
Sin embargo cada vez más, los miembros de ambos grupos miran al ejército y la policía. Entre los expertos, el 74% confía en el ejército y la policía –seis puntos porcentuales más que el año pasado, y diez puntos en tres años. Entre el público, la cifra es del 68% –tres puntos más que el año pasado, y seis puntos más que hace tres–.
En cambio, apenas el 13% de los expertos cree que las autoridades públicas están bien preparadas para el surgimiento de tensiones y movimientos sociales, en comparación con el 32% de la población en general, que en general se muestra más segura al respecto.
Esta tendencia ya se manifiesta en el mundo real: la semana pasada, Carlos Mazón nombró nuevo vicepresidente de la Generalitat al teniente general Gan Pampols. Ahora, dos coroneles y un comandante retirados presentan Avante ⅔, un partido político que busca reunir a una mayoría de dos tercios del Congreso para emprender una reforma a fondo de la Constitución.
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Jóvenes: entre el activismo y el nihilismo
Los encuestados menores de 25 años que respondieron a la encuesta clasificaron las tensiones y los movimientos sociales en el segundo lugar en general, en comparación con el cuarto lugar para la muestra en su conjunto.
Cuando se les preguntó por qué eligieron este riesgo, los encuestados más jóvenes tenían más probabilidades que los encuestados de mayor edad de seleccionar las crecientes desigualdades y la crisis del costo de vida.
Solo el 57% de los de entre 18 y 35 años dijeron que prefieren la democracia a otras formas de gobierno, en comparación con el 71% de los mayores de 56 años.
Un informe reciente de UNICEF – Jóvenes, protestas y la policrisis – concluye que los jóvenes se están alejando de las formas tradicionales de participación cívica, como unirse a partidos políticos o votar. Cada vez prefieren enfoques más directos, informales y tecnológicos, como las protestas y el activismo online.
Pero también surge como alternativa un cierto nihilismo, un carpe diem desatado que impulsa a la gente a vivir el presente y mañana Dios dirá.
El que se traga el bulo siempre es el otro
Un último punto interesante que muestra el estudio: la desinformación aparece como riesgo transversal, es decir, como un riesgo que condiciona la percepción del resto de riesgos por parte del público.
Y el estudio de AXA hace un descubrimiento interesante: la gente siempre cree que es más capaz de identificar bulos de lo que realmente es. Ese exceso de confianza es mortal, porque es lo que hace que la gente no cuestione un titular, un tuit o un sms con información falsa.
La desinformación viene directamente vinculada a un elemento en la lista de riesgos que no aparece verbalizado en la lista de AXA, creo yo: estamos empezando a ver a la tecnología como un riesgo más que como una oportunidad.
Lo muestra más claro el estudio de Ipsos: la mitad de la población mundial ya considera que la tecnología está destruyendo sus vidas.
En resumen, estamos en un momento peligroso: por un lado, la calidad de vida de la población se resiente con factores como el cambio climático, la inflación o la ciberseguridad impactando negativamente su día a día.
Por otro, el sistema democrático deja de ofrecer soluciones aceptables para el ciudadano, y la fe en él se resiente. Y aquí es cuando la confianza se traslada a fuentes de autoridad fuerte como la policía o el ejército, y la cosa se complica.
Había conseguido llegar hasta aquí sin escribir la palabra incertidumbre, pero llegados a este punto toca mencionarla: en tiempos líquidos sin referencias claras, la gente se echa un brazos del que más confianza le ofrece... y muchas veces lo malo conocido ofrece más certezas que lo bueno por conocer.
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