big DATA, greater ETHICS

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Crece la presencia de empresas del sector del juego en medios y espacios publicitarios. No en vano, según el último informe publicado por la Dirección General de Ordenación del Juego la inversión en marketing de estas empresas creció en 2.018 un 48% hasta superar los 328M de euros. En nuestras calles y zonas comerciales hay cada vez más locales de apuestas, y su presencia y actividad tanto on como off line constituyen un signo claro de su vocación de permanencia.

Si nos centramos en la actividad on line, con el alta en cualquier plataforma de juego quedamos registrados, y cada vez que accedemos, interactuamos o apostamos dejamos un rastro. Con el tiempo la plataforma irá construyendo nuestro perfil y con la frecuencia de uso determinará nuestro patrón de comportamiento. La plataforma de apuestas sabe a qué nos gusta apostar, a quién o contra quién, además de cuánto, cómo y cuándo jugamos: tienen toda la información necesaria para que la tecnología disponible pueda crear el estímulo adecuado para “convencer” a cada jugador.

El juego es una de las principales conductas adictivas junto con las drogas, el alcohol y el tabaco. La adicción al juego es un problema psicológico que afecta a capacidad de autocontrol de la persona que la sufre; se siente incapaz de aplazar el impulso o deseo por jugar y difícilmente podrá resistirse ante el estímulo adecuado. Información e inteligencia artificial en un lado, y personas con carencia o total ausencia de autocontrol en otro forman la tormenta perfecta para que los problemas de adicción al juego perduren y se agraven. En determinadas circunstancias, una acción de marketing no convence, sino que vence.

Disponer de un cupón de descuento para nuestra próxima compra en cualquier tienda o recibir en el móvil un bono de 20€ por cada 50€ que apuestas no es lo mismo. Deben existir límites, y en este mismo sentido se ha manifestado esta semana Satya Nadella, CEO de Microsoft, posicionándose a favor de regular el uso de la inteligencia artificial. Es necesario el compromiso de las empresas, las que desarrollan la tecnología y las que la aplican. Es, por otro lado, fundamental la creación de un marco legislativo único, lo más amplio posible, que no deje huecos. Por último, es vital que las escuelas de negocio se impliquen incorporando la ética como contenido transversal en todos sus programas: directivos y ejecutivos formados en valores.

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