¿Cómo afecta el FOMO al liderazgo?

¿Cómo afecta el FOMO al liderazgo?

Soy Margarita Jiménez, Content Writter de One7 Consulting, en éste artículo estaré abordando sobre un tema que es probable que en algún momento hayas escuchado hablar en temas de liderazgo y sí, me refiero al FOMO.

Para los que aún no están familiarizados con éste término les explico un poco: Se trata de un fenómeno que atrae cada vez más interés ya que, según los psicólogos, es uno de los miedos que más impacto tiene en nuestras vidas y todos lo sufrimos en algún momento.

¿Qué es el FOMO y cómo nos impacta?

El FOMO (Fear of Missing Out) se traduce al español como el (miedo a perderse) y se refiere a la percepción que todos tenemos en algún momento de nuestra vida de que los que nos rodean viven mejor, se divierten más y toman mejores decisiones que nosotros. El término FOMO fue creado por un MBA de Harvard Business School, llamado Patrick J. McGinnis, autor de "The 10% Entrepreneur".

Como el propio inventor del término ha mencionado en innumerables ocasiones, el principal problema del FOMO es que produce un gran número de emociones negativas, que suelen provocar un importante aumento del estrés y la ansiedad en muchas personas.

El FOMO nos provoca la sensación de que decidimos mal y perdemos oportunidades permanentemente, por eso es altamente tóxico para nuestra mente y si no aprendemos a gestionarlo correctamente, puede generarnos un profundo sentimiento de decepción constante con nosotros mismos. (Creo que muchos hemos pasado por esta situación).

Ahora la gran pregunta es: ¿Cómo afecta el FOMO al liderazgo?

El mayor reto al que se enfrenta un líder cada día es el de tener que tomar, siempre, la mejor decisión posible. Una decisión que satisfaga a todos los actores en la cadena de valor: empleados, clientes, proveedores, socios y comunidad. Todo el mundo espera que el líder sea capaz de tomar la decisión que más beneficia sus intereses.

El principal reto al que se enfrenta un líder cada mañana es el de tener que acertar siempre a la hora de tomar decisiones que afectan a decenas, cientos o incluso miles de personas, y que nadie más puede, ni desea tomar.
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La difícil tarea de decidir cuando nadie sabe que va a pasar

Los que me leen en la página de One7 habitualmente saben que suelo compartir contenido dirigido a gran mayoría de emprendedores, profesionales y líderes empresariales, pero, siendo honesta, de vez en cuando tengo la sensación de que todos los que estamos en esta plataforma probablemente estamos pasando constantemente por retos en diferentes áreas de nuestra vida, y tendemos a olvidarnos de lo difícil que resulta tomar decisiones, especialmente en momentos tan difíciles e inciertos como los actuales.

Liderar es una de las responsabilidades más difíciles y complejas que puede aceptar un ser humano. De hecho, liderar, en esencia, consiste en dar un paso adelante cuando la mayoría lo daría hacia atrás.

Desde hace casi 2 décadas circulan por internet cientos de interminables listas detallando las virtudes y habilidades que convierten a un ser humano corriente en un súper líder. En los últimos años se han multiplicado de forma exponencial los promotores de teorías derivadas del concepto "Liderazgo de Servicio", teñida de populismo. Y es que, con demasiada frecuencia se dibuja un retrato del líder que no se corresponde con la realidad. Un líder "casi" perfecto, que nunca se equivoca y siempre elige la mejor opción.

La realidad es que, de todas las responsabilidades que puede aceptar un ser humano, liderar es, ciertamente, la más compleja de todas, ya que, liderar consiste, principalmente, en:

1- Ver lo que otros no ven, cuando todo el mundo anda perdido.

2- Transmitir esa visión con tanta pasión y entusiasmo que haga que todos los que le escuchen deseen embarcarse en esa aventura.

3- Tomar las decisiones necesarias en relación con los recursos disponibles para ejecutar el plan, asumiendo que, si algo sale mal, será responsabilidad propia, y si sale bien, el éxito será fruto del esfuerzo y compromiso colectivo.

Si bien es cierto que cada uno debe ser consciente de la responsabilidad que asume cuando acepta una posición de liderazgo, no lo es menos el hecho de que, el que lidera está sometido a una presión diaria difícilmente sostenible en el largo plazo, por mucho dinero que te paguen.

Considerar hasta el último detalle, evaluar el impacto para todas las partes implicadas, comunicar con entusiasmo, y tomar la decisión que se deba tomar, sin titubear, incluso en los momentos de mayor dificultad, es algo que muy pocos seres humanos están dispuestos, ni son capaces de asumir, independientemente de lo que les paguen.

Por eso, lo más fácil es que aquellos que tienen esa difícil responsabilidad se equivoquen con frecuencia y, paradojas de la vida, los que nunca han ocupado una posición de liderazgo y dudan hasta acerca de que yogurt elegir en el super, sean los más críticos con ellos.

Todo el mundo sabe la decisión que había que tomar una vez que las incertidumbres se han despejado, lo difícil es tomar la decisión cuando nadie tenía idea de qué podría pasar.

Y es que son las incertidumbres las que producen el FOMO del líder. ¿Y sí me equivoco? ¿Y sí no tomo ninguna decisión y perdemos una oportunidad? ¿Y si existe una mejor opción? ¿Y sí...? ¿Y sí?

Es ese cuestionamiento recurrente el que produce en el cerebro de un líder una cantidad de estrés y ansiedad muy superior a la que experimenta el cerebro de alguien que no tiene que tomar decisiones críticas constantemente. Un estrés que, solo aquel que ha estado en la posición de tener que tomar decisiones importantes ha experimentado.

La importancia de aprender a sustituir el FOMO por el JOMO

Por desgracia, el FOMO no desaparece mágicamente de la noche a la mañana solo porque seamos conscientes de que lo sufrimos.

Para combatir el FOMO necesitamos convertirlo en JOMO.

JOMO significa "Joy of Missing Out", en español, la alegría de perdérme. Esencialmente consiste en disfrutar al máximo de las decisiones que tomamos, sin pensar en si había una opción mejor o si nos estaremos perdiendo algo.

Los líderes empresariales más exitosos del mundo no son los que más se preocupan por el impacto de sus decisiones, sino los que, tras haber realizado un análisis racional "suficiente" como para poder tomar una decisión basada en criterios objetivos de rentabilidad, bienestar y sostenibilidad, toman la decisión y:

1- La implementan convencidos de estar haciendo lo correcto.

2- La monitorizan con el fin de identificar potenciales riesgos que se hubiesen escapado o nuevas variables inesperadas.

3- Están abiertos a reconocer humildemente sus equivocaciones y aprender de sus errores.

Concluyo con esto...

Conviene dejar atrás esa absurda creencia de que el líder es un ser superior, que nunca se equivoca y debe tomar siempre la mejor opción, ya que no sólo es mentira, sino que, además:

1- Complica todavía más la toma de decisiones.

2- Paraliza las organizaciones y genera distracciones que restan productividad y competitividad.

3- Impide el aprendizaje más importante que existe, que no es otro que el basado en el proceso de prueba y error.

Así que, si ocupas una posición de liderazgo, en lugar de preocuparte por si te equivocas a la hora de decidir, aprende a disfrutar del proceso de toma de decisiones y de su parte más valiosa: el aprendizaje que se produce, tanto cuando termina siendo un éxito, como cuando gracias a ese error, te conviertes en un líder un poco más sabio.

La única verdad absoluta cuando hablamos de liderazgo es que el liderazgo es humano y como tal, imperfecto.

¿Hora de reflexionar? ¿Verdad?

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