¿Cómo enfrentar la crisis del Covid-19?

Muchas líneas se han escrito sobre lo que estamos viviendo. Artículos, entrevistas y opiniones diversas invaden RRSS, diarios y noticieros. Pareciera que todos/as buscan dar con el análisis perfecto sobre esta crisis, la estrategia más adecuada para enfrentarla y la mejor predicción respecto a cuáles serán sus consecuencias. Algunos/as piensan que es el culmine de un proceso histórico-político, otros/as que se trata del resquebrajamiento de un sistema capitalista que ya no puede más y que debemos reformular el modelo. No lo sé, nadie lo sabe. Creo más bien que todas estas reflexiones, muy interesantes por cierto, no son más que un intento desesperado de controlar lo que nos está pasando y así calmar la gran ansiedad que nos provoca. Pero la verdad es que nadie puede controlar esta situación. Nadie sabe lo que sucederá; si estaremos bien o no, si perderemos el trabajo, si alguien cercano enfermará o por cuanto tiempo estaremos en cuarentena.  

Seguramente muchos de Uds., al leer el título de este artículo, pensaron que les daría algunos tips o recomendaciones para ser más productivos durante el home office o cómo mantener las ventas de sus emprendimientos en tiempos de cuarentena. La verdad es que no. ¿Y saben por qué? 

Porque la normalidad a la que estábamos acostumbrados, esa normalidad en la que podíamos ser altamente productivos o crear startups desde cero, ya no existe. Y eso es lo primero que tenemos que aceptar. Aceptar que la realidad conocida, estable y cuyas variables conocíamos y sabíamos manejar ya no está más. Hay que tener claro que en estos momentos no nos enfrentamos a un escenario difícil o complejo. No. Eso sería nuestra antigua normalidad. Nos enfrentamos a un escenario casi completamente desconocido, que opera bajo premisas diferentes y en el que se conjugan variables ajenas, que ni si quiera logramos comprender completamente. Esto es un mundo nuevo. Un mundo nuevo, al menos por unos meses. 

¿Quién podría imaginar que cosas tan banales y simples como ir al supermercado o salir al médico se convertirían en un insufrible accionar lleno de procedimientos y rigurosidades higiénicas? ¿Quién podría estar preparado para tener en la casa a sus hijos e hijas meses estudiando, encerrados, sin poder salir? ¿Quién podría tolerar vivir solo, trabajar desde la casa y no poder ver a nadie durante semanas? Eso es lo que estamos viviendo. 

Estamos asustados por nuestros padres y madres mayores y por nuestros hijos e hijas, estamos nerviosos/as y preocupados/as por la continuidad de nuestros trabajos, por la disminución de las ventas o por los negocios que no se cierran. Estamos angustiados/as por la tremenda incertidumbre e inestabilidad que significa esta crisis, en todos los niveles posibles e inimaginables. La peor crisis desde el término de la Segunda Guerra Mundial declaró Ángela Merkel.

Lo más importante en esta situación, desde mi punto de vista, es asumir el nuevo contexto en el que estamos. Eso es lo primero. Tenemos que intentar comprender que lo que era posible antes, hoy lo más probable es que no lo sea. ¡Imagínense que ni si quiera podemos abrazarnos! Y lo segundo, tratemos de adaptarnos lo mejor que podamos a esta realidad. Intentemos dar algo bueno de nosotros mismos, trabajando lo que podamos sin exigencias, conviviendo lo más sanamente posible con nuestras familias, enseñándoles a los niños y niñas lo que la paciencia y el tiempo nos permitan, considerando que los sentimientos como frustración, rabia, angustia y tristeza serán completamente normales. Las reglas del juego cambiaron, no es posible esperar los mismos resultados, simplemente, porque ya no estamos viviendo en un mundo como el de antes. Estamos viviendo un mundo incierto, tenso, estresante. No nos exijamos. Por primera vez en la vida no nos pongamos metas comerciales, objetivos de negocios o presentar un trabajo perfecto. Eso no solo es muy difícil en esta situación, sino que es humanamente imposible. Tenemos mucha presión sobre nuestros hombros y son muchas los factores de inestabilidad. Seamos amables y compasivos con nosotros mismos. Seamos amorosos con nuestras familias y hagamos la vida más fácil, apoyando y colaborando en las actividades diarias de la casa. Y seamos también, solidarios con los demás. Si podemos pagar los sueldos, hagámoslo, si podemos enviar a nuestros colaboradores a la casa, implementemos esta modalidad. No es momento para mezquindades, es un momento para tratarnos a nosotros mismos y a todos/as quienes nos rodean con cariño y paciencia. Porque solo así podremos hacerlo un poco más fácil. 

 

Rene Jeria Concha

Coach Ejecutivo - Coach de Vida - Consultor - Gerente de RRHH - Gerente de Relaciones Laborales - Director Asociado

4 años

Gracias Ma. Eugenia una gran reflexión

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