¿Cómo evitar el borrón y cuenta nueva?
Conversaba con un amigo ahora y reflexionábamos sobre lo siguiente: ¿por qué si en el país contamos con múltiples diagnósticos, planes y agendas, no podemos emprender las reformas que necesitamos para tener un mejor país en términos de salud, educación, justicia, seguridad, infraestructura, competitividad, transformación digital, entre otros?
Y peor aún, con el riesgo de que, ad-portas de un nuevo proceso electoral, corremos el riesgo de que todos estos instrumentos queden encarpetados ante la agenda que priorice la administración entrante.
¿Cómo asegurar que los instrumentos de planificación se ejecuten? ¿Cómo evitar que estos instrumentos se dejen de lado en cada proceso electoral?
Y es que pareciera que lo que falta en el país es un espacio en donde se haga prospectiva como parte de un diálogo que comprometa a los movimientos políticos, el sector empresarial, la academia, organizaciones de la sociedad civil y demás actores representativos de la sociedad.
Vamos, sí, tenemos el Acuerdo Nacional y tenemos el CEPLAN. Pero ¿realmente vemos que son vinculantes? ¿Podríamos afirmar que contamos con una planificación que nos oriente a qué queremos aspirar como país en un horizonte de corto, mediano y largo plazo, y qué debemos hacer para lograrlo? Sin duda creería que no.
Tal vez pase por fortalecer estas instancias ya existentes. Algunos países cuentan con un Ministerio de Planeamiento. Yo creería que esta labor debe ser independiente de un gobierno de turno. Se me ocurre darle al CEPLAN la calidad de organismo constitucionalmente autónomo (para asegurar su autonomía política), responsable de generar el espacio de diálogo entre todos los sectores representativos del país para marcar el norte y de liderar un sistema nacional de planeamiento. Y que este diálogo se haga recurrentemente. Que periódicamente se converse sobre cómo vamos, qué se necesita pulir, discutir tendencias, etc. Todo dentro de un contexto más macro.
Obviamente, para asegurar el éxito de esta dinámica, se necesita que sea vinculante. Pero ello no se logra por ley. Se necesita una estrategia comunicacional que genere que la ciudadanía se apropie de sus resultados y acuerdos, y que garantice su cumplimiento. Para esto será clave usar las nuevas tecnologías y generar una ciudadanía digital que nos permita formar parte y compartir nuestras opiniones dentro de estos procesos de construcción de planes y políticas.
Pero insistimos, lo anterior a un nivel macro. En forma complementaria, necesitamos espacios de planificación público-privada un poco más micro, y que sean parte de este sistema de planeamiento. Experiencias de planificación sectorial como los PENX en comercio exterior y RIMAY en minería deberían replicarse en todos los sectores. Cada ministerio debería generar su propia dinámica “a lo CEPLAN”, pero adaptada a su sector y con los actores relevantes. Y ello ser institucionalizado legalmente como espacio dentro de su organigrama.
Y a un nivel más abajo, tener espacios de destrabe que permitan el cumplimiento de estos planeamientos. Y acá reforzamos la iniciativa de Piero Ghezzi de las Mesas Ejecutivas, hoy vigentes. Espacios público-privados que aterricen el cumplimiento de los planes sectoriales, pero como bien comenta Ghezzi, que se encuentren dentro del MEF, para asegurar la concordancia de lo que se necesita con la formulación del presupuesto público.
Como conclusión, creo que no basta con que el sector público trabaje en compartimentos estancos. La regla general debe ser el diálogo y construcción de consensos público-privados. Solo ello garantizará que las acciones y políticas que se alcancen y/o aprueben sean sostenibles en el tiempo y realmente ejecutables, independientemente de los procesos electorales. Es decir, evitar el “borrón y cuenta nueva”.