Cómo manejar conversaciones difíciles
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Cómo manejar conversaciones difíciles

La Comunicación

Todo nuestro trabajo diario, ya sea en casa, en la oficina, en el negocio, en la fábrica o en las instituciones y dependencias, lo realizamos conversando. Realmente es lo que nos permite llevar a cabo acciones y trabajar en equipo con otros.

Todos tenemos conversaciones variadas, pero hay de conversaciones a conversaciones. Algunas son realmente importantes para nuestra vida. Dependiendo de qué tan buenos somos para manejarlas, determinarán si nuestras relaciones con los demás son buenas o no. Si logramos buenas relaciones, alcanzamos mayor bienestar y felicidad. Pero eso no es todo, también nos lleva a mejores resultados. Esto significa que si nos comunicamos de forma adecuada, empezando por la comunicación que tenemos con nosotros mismos y también con los demás, nuestra calidad de vida aumenta y, a la par, nuestra efectividad.

- Si logras buena comunicación con tu esposo o esposa, eso contribuirá a que tengas un buen matrimonio.

- Si tienes buena comunicación con tu suegra o suegro, estarás impactando de forma positiva tu relación familiar.

- Si tienes buena comunicación con tus colaboradores, tendrás un buen clima laboral, lo cual te llevará a alcanzar las metas.

¿Sabes por qué? Porque cuando te comunicas generando una relación sana donde hay confianza, apertura y respeto, tu potencial se expande. Esto lo comprueban muchos estudios y, realmente, basta con nuestro propio sentido común y nuestras experiencias para percibirlo así.

"Si tenemos buena comunicación y buenas relaciones, nos sentimos bien, motivados y podemos pensar correctamente para hacer nuestro quehacer diario. Cuando no, es al revés; es un peso encima el que cargamos al reunirnos o trabajar con las personas con las que no deseamos estar."

Cuando aparecen esas conversaciones relevantes para nuestra vida tanto personal como laboral, donde las emociones difíciles surgen, les podemos llamar conversaciones cruciales. Aquellas que tratan sobre asuntos complicados, con temas impopulares o controversiales. Se dan cuando:

- Hay opiniones encontradas.

- Hay grandes intereses de por medio.

- Hay emociones fuertes.

Ejemplos de conversaciones difíciles en la vida personal podrían ser:

- Pedir a un amigo que nos regrese los libros que le prestamos.

- Decir a un familiar que no le prestaremos el auto que nos pidió.

- Decirle a un adolescente que no nos parece buena influencia su grupo de amigos.

- Comentarle a un hijo que no consideramos adecuada la pareja que eligió para casarse.

- Comunicar a nuestra pareja que no nos gustan los muebles que está eligiendo para nuestro hogar.

Algunos ejemplos de conversaciones difíciles en la vida laboral serían:

- Solicitar hacer más días en home office o que nos cambien horarios laborales.

- Hacerle saber a un miembro del equipo que no está siendo un buen ejemplo para los demás y que requiere modificar ciertas conductas y actitudes.

- Pedir a un proveedor que nos cambie un producto defectuoso, cuando cuesta interpretar si es un caso que entra dentro de la garantía ofrecida.

- Conversaciones con jefes que levantan la voz, se comportan de manera ofensiva o hacen comentarios desagradables de un colaborador frente a los demás.

Y la lista podría ser interminable…

¿Qué Hacer?

1. Empieza teniendo claro el objetivo de lo que quieres lograr con la conversación, para centrarte en eso durante todo el diálogo, sin perderlo de vista, pues tienes claro lo importante que es para ti. Esto te llevará a no querer quedarte callado, o por el contrario, a no hablar de manera agresiva, porque entonces sabes que no lograrás persuadir y obtener lo que quieres. Si llegas a enojarte, tener el objetivo claro hará más fácil regresar a tu punto de tranquilidad porque sabes que así solo empeorarás las cosas y no lograrás eso que tanto te interesa y que está en juego.

2. Genera espacios para conversar, libres de agresión y tensión, y busca mantenerlos de esa forma durante toda la charla. Si puedes planear la conversación (no siempre será posible), elige el momento y el lugar adecuado para ti y para la otra parte. Asigna el tiempo que crees debe llevar la conversación y asegúrate de que tu interlocutor también tenga el tiempo suficiente, sin estar presionado. Observa constantemente cómo está el otro, porque si está enojado, o bien si se mantiene callado, o habla del tema sin profundizar y evade, es porque ya no quiere seguir conversando. Quiere decir que estamos entrando en complicaciones y hay que cambiar ese escenario.

¿Qué hay que observar? Las palabras que dice o que no está diciendo la persona, si se escuchan frases agresivas o de desprecio. También cuando invalidas los puntos de vista del otro. Además, el lenguaje no verbal lo refleja. Por ejemplo, para saber si está enojado, habrá que observar si la frente se frunce, si la quijada está tensa, si la respiración se agita, si las manos o puños se cierran y si tiene una mirada penetrante.

Podemos notar que con quien hablamos quiere dejar la conversación inconclusa si, por ejemplo, se mueve de un lado a otro desesperado. O bien, deja de mirarnos a los ojos, incluso puede estar acercándose a la puerta de la habitación para salir de ella. Necesitarás también observar qué comportamiento estás teniendo tú. Para que, si detectas que no estás haciendo sentir bien a la persona o la estás ignorando, respires profundo y modifiques esos comportamientos. De lo contrario, no desearán terminar la conversación y entonces no habrán logrado ninguno de los dos lo que quieren.

3. Busca cómo estar tranquilo, generar confianza, ser humilde y ser persuasivo en lugar de hacer todo lo contrario. Da hechos, razonamientos y ejemplos de tus ideas y de los motivos que tienes para pedir lo que estás pidiendo, para que te comprendan. Asegúrate de invitar a que el otro haga lo mismo, dándose turnos cada uno para hablar y escucharse, para que tú también puedas entenderlo, saber lo que busca y entonces sí, buscar un acuerdo. Necesitarán abrirse a las ideas de los demás y con humildad reconocer que no son dueños de la verdad, sino que pueden haber varios puntos de vista válidos sobre lo que se conversa.

Mientras el otro te comparte lo que siente, piensa y necesita, tú debes estar atento, interesado y con curiosidad por escuchar lo que el otro tiene que decirte.

4. Si la persona ya está tan enojada que no quiere hablar más ni compartir su pensar, dile al otro lo que tú crees que está pensando y sintiendo para ver si te confirma que así es. Esto se hace esperando que para el otro sea fácil decir que sí o no estamos interpretándolo bien, y entonces la conversación pueda avanzar.

Finalmente, para terminar:

¿Qué conversación crucial pendiente tienes?

¿Con quién es?

¿Te animas a llevarla a cabo para construir una mejor relación?

¿A qué te comprometes para lograr manejar adecuadamente tus conversaciones difíciles?



Agradecemos a la Revista Digital Club Crece la oportunidad de compartir el presente artículo.

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