¿Cómo se investiga el efecto de los dispositivos tecnológicos en los adolescentes?¿Qué sabemos hasta ahora?

¿Cómo se investiga el efecto de los dispositivos tecnológicos en los adolescentes?¿Qué sabemos hasta ahora?

Una de las preocupaciones más recurrentes de los adultos es cómo afecta el uso de los dispositivos tecnológicos a los adolescentes. ¿Qué investigaciones psicológicas se han realizado? Y lo más importante ¿Contamos con datos fiables?

En los últimos 10 años las nuevas tecnologías han modificado nuestro día a día de forma radical. Todavía recuerdo cuando si usábamos internet no se podía usar el teléfono de línea, y descargar una foto era cuestión de minutos, o cuando llegaron los primeros teléfonos móviles con cámaras incluidas. Para entender lo rápido que implementamos las nuevas tecnologías en nuestra vida, pesemos que dos gigantes de la red como Youtube y Facebok tienen apenas 16 años.

Teniendo en cuenta como esta revolución tecnológica ha modificado nuestra vidas, es inevitable que nos preguntemos qué tipos de efecto tienen estos nuevos hábitos de uso digital en una población tan particular como los y las adolescentes.

 

Un terreno dividido

La psicología se ha volcado a investigar al respecto y, como siempre, se han creado dos posturas. Por un lado tenemos varias publicaciones que hablan de una relación entre un mayor tiempo de pantalla y mayores problemas de salud mental en los adolescentes.

Un ejemplo es la investigación de la Universidad de San Diego publicada en 2018. Luego de analizar más de un millón de encuestas realizadas a jóvenes entre 12 y 14 años desde 1991, se cruzaron los datos para ver si existían relaciones entre diferentes aspectos. Uno de los resultados que más les llamó la atención fue que desde los años 90’ hasta los 2000 el bienestar de los jóvenes iban en aumento pero, a partir de 2012 se nota un brusco descenso que se mantiene hasta el 2016, el último año analizado.

Los investigadores analizaron el tiempo dedicado a una serie de actividades que posiblemente podrían estar impulsando la disminución del bienestar. Menos deporte y menos reuniones con compañeros, un mayor tiempo viendo la Tv y utilizando dispositivos electrónicos se correlacionan con un menor bienestar. Si bien el equipo aclaraba que el hecho que existiera una relación no implicaba necesariamente que uno fuese causa de lo otro, esta investigación a levantado varias críticas, lo cual nos lleva al siguiente punto.

 

Un problema de medida

Muchas y muchos investigadores expresan su preocupación sobre lo que identifican como el mayor problema que tienen estas investigaciones, la mala calidad de los datos.

En este caso en particular, se han llevado a cabo varios estudios para intentar identificar la relación entre el tiempo que se pasa delante de una pantalla y el bienestar, pero el problema es que es una medida muy difícil de realizar.

La mayoría de los estudios al respecto, miden la cantidad de tiempo delante de la pantalla a través de autoinformes, es decir que cada participante lo rellena en base al tiempo que cree que está con el teléfono o el ordenador.

¿Cuál es el problema con esta metodología? Que no somos capaces de medir de forma objetiva el tiempo que pasamos en internet. Según un estudio de la Universidad de Hofenheim, apenas un tercio de los participantes aportan información fiable. Es más el 42% sobreestima el tiempo que pasa en internet mientras que el 26% lo infravaloran. Por lo general, las personas que utilizan internet de forma constante suelen infravalorar el tiempo que pasan con el teléfono mientras que aquellas personas que lo utilizan de forma esporádica tienden a sobreestimarlo.

 

Un nuevo método

Para sortear este problema metodológico y obtener datos más fiables sobre los que trabajar, Amy Orben y Andrew Przybylski de la Universidad de Oxford, han combinado dos métodos diferentes. Por un lado, utilizaron los clásicos autoinformes y los complementaron con escalas obtenidas de padres o cuidadores. Por otro lado implementaron diarios de uso. Estos diarios requieren que los participantes recuerden qué actividades realizaron durante los días especificados previamente en pequeños períodos de tiempo (por ejemplo, cada 10 minutos).

Este enfoque crea una imagen detallada de la vida diaria de los participantes y facilitan la suma del tiempo total dedicado a interactuar con pantallas digitales, permitiendo investigar la hora del día en que ocurren estas actividades.


Datos e hipótesis

Antes de comenzar a recolectar los datos, el equipo de investigación analizó los resultados de estudios anteriores respecto al bienestar, la salud mental y el tiempo que pasan delante de la pantalla los adolescentes. En base a estos datos realizaron hipótesis y predicciones sobre las posibles relaciones entre el tiempo pasado delante de la pantalla y el bienestar. Estas hipótesis fueron publicadas antes de realizar el estudio para confirmarlas. Este paso es fundamental porque evita caer en el error de buscar la más mínima relación para comprobar sus predicciones.

Por último llevaron a cabo el estudio a gran escala, en el que participaron más de 10000 adolescentes entre 14 y 15 años, junto con sus padres o tutores de Estados Unidos y Gran Bretaña.

 

Una relación demasiado pequeña

La gran cantidad de datos obtenidos se analizan para verificar si realmente el tiempo que pasan los adolescentes delante de la pantalla influye de alguna forma en su bienestar.

En este caso, los investigadores no encontraron pruebas que justifiquen una relación entre el uso de pantallas y el bienestar. O mejor dicho, como los mismo autores destacan

“La relación demasiado pequeña estadísticamente como para justificar una sustancial discusión científica”

Para entender mejor a que se refieren con esta “relación estadísticamente pequeña” los investigadores explican que según sus resultados, para que los adolescentes notarán un cambio en su bienestar tendrían que estar frente a la pantalla más de 63 horas por día, algo efectivamente imposible.

 

Siempre hay un “pero”

Efectivamente también tenemos que matizar un poco estos resultados, porque como ya saben en este tipo de casos las afirmaciones nunca son absolutas.

En el mismo estudio también se habla de las limitaciones del mismo. La principal es que la medida “tiempo delante de la pantalla” es demasiado abstracta. Tal vez sería más interesante investigar sobre la calidad de ese tiempo, en el sentido de indagar cuál es su relación con los dispositivos digitales, por qué los usan, si el tiempo de pantalla desplaza otras actividades significativas y si hay una calidad compulsiva para el uso o no.

Este tipo de medidas nos darían más información al respecto pero también son mucho más difíciles de cuantificar. Por lo pronto, esta investigación es un excelente comienzo, en especial por su rigor metodológico.


Fuentes:

  • Twenge, J. M., Martin, G. N., & Campbell, W. K. (2018). Decreases in psychological well-being among American adolescents after 2012 and links to screen time during the rise of smartphone technology. Emotion, 18(6), 765–780.Link
  • Orben, A., & Przybylski, A. K. (2019). Screens, Teens, and Psychological Well-Being: Evidence From Three Time-Use-Diary Studies. Psychological Science, 30(5), 682–696.Link
  • Christian Jarrett. Link Between Teens’ Time On Digital Devices And Lower Wellbeing Is “Too Small To Merit Substantial Scientific Discussion”. Digest.bps.org.uk. Recuperado de link


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