Cómo superar el bloqueo creativo

Te ha sucedido. Quieres escribir (o componer, pintar, diseñar), tienes el tiempo para hacerlo, y te pones a la obra. Pero no puedes. Estás en blanco. Pruebas anotando ideas sueltas, pero no te convence ninguna. ¿Qué sucede?

Tienes un bloqueo creativo. Las ideas se atoran, tropiezan en el torrente sanguíneo que irriga tu cerebro, y solo te queda la deslucida y pálida certeza de que NO tienes nada que decir. Estás vacío. Mudo. Atado.

 No te alarmes. No se atrofió tu cerebro por las maratones de Netflix. No es la seguidilla de noches sin dormir en juergas infinitas. No necesitas el multivitamínico que ofrecen en la radio.

Solo es un bache.

Aquí te brindaremos algunos consejos ligeros y prácticos, no solamente para superar ese bloqueo, sino para estimular la creatividad. Algunos que yo uso, otros que recomiendan grandes escritores, unos más que me gustaría poner en práctica.

Muerte al celular y las redes sociales

¿Qué diablos haces intentando crear algo serio mientras te distraes en las nimiedades del último video del gatito, el chisme de la mujer del hermano del primo de un famoso, o los zapatos de Zendaya que son tendencia? Apaga el celular. Apágalo. Aléjalo de ti. Si estás esperando una llamada importante, silencia todo menos las llamadas.

Tú quieres escribir ese guion (o componer, pintar, diseñar) en serio. Hazlo en serio. Crea el silencio. Convócalo. Respira ese silencio dentro de ti. En ese momento, puede que empieces a oír tu propia voz.

Encuentra una frase que te motive y conviértela en un mantra

¿Tienes una frase particular que te motive? Puede ser parte de la letra de una canción, la frase de algún creativo célebre, un escritor, un artista. Imprímela. Haz un pequeño letrero, lo más decente que puedas. Pégalo en una pared, en el sitio en el que trabajas. Cada vez que lo mires, volverás a enfocarte. La frase que me gusta a mí es parte de una canción. Le pertenece a un grupo peruano llamado “La Mente”. La frase dice: “Que todo nos cueste el doble, nos convierte en material noble”. Puede sonar estúpida, pero me devuelve la energía. Encuentra la tuya.

Mira cine independiente

Sí, a mí también me gusta Stars Wars y los Avengers. Hay muy buenas series de televisión en esta época, por supuesto. Pero de vez en cuando, no estaría mal disfrutar de ese cine que huye de los parámetros y las tramas previsibles y monótonas. Puede ser que en la perspectiva oblicua y a veces torcida de esos directores de cine independiente halles algún paralelo. El giro que buscabas. La belleza triste de un plano abierto. El personaje perfecto que tú pensabas desarrollar.

Esto, por supuesto, tiene otros equivalentes. Visita galerías de arte no tradicional. Descubre un nuevo género de música. Si nunca lees poesía, pide una recomendación y lee a un poeta célebre. Si quieres opciones, lee a Kavafis, Pessoa, Byron, Lorca, Oquendo de Amat. A Oquendo de Amat léelo tres veces. Si no hallas así cómo superar el bloque creativo, obtendrás otros placeres: te lo aseguro.

Si no es el momento, déjalo pasar

Puede ser que te agobie el estrés, un problema familiar o las sempiternas deudas. Hagas lo que hagas, hay algo más grande que obstruye toda posibilidad creativa. Todos tenemos altibajos en la vida, no te atormentes por eso. La vida sigue. Lo mejor que puedes hacer, es dejar para después el trabajo creativo. Concéntrate en las cosas prácticas. Repara cosas, pinta una pared. Riega las flores.

Lo que sucederá es que poco a poco el flujo creativo subirá, como las mareas que varían con las fases de la luna. Si está allí y tu subconsciente lo espera, lo preludia, volverá.

Viaja

Claro, no es sencillo viajar cada vez que tengas un bloque creativo. Muchos guionistas viven al límite del presupuesto. Vivimos, quiero decir. Pero qué diablos. Haz un viaje pequeño, de un día. Toma una mochila y escápate un fin de semana. ¿Tienes familia? Paseen en la playa. ¿Estás lejos de la costa? Visita un pueblo cercano y prueba algo que nunca hayas comido.

Viajar, es sabido, amplía los horizontes intelectuales, creativos y personales. Pero a un guionista/escritor, viajar le brinda además personajes, locaciones, escenas nuevas. Esas imágenes se van quedando en el fondo de uno mismo y emergen cuando el impulso creativo aparece de nuevo. Una magnífica forma de superar el bloqueo creativo.

Lee

Esto no debería tener que explicarse. Leemos porque queremos vivir otras vidas. Recorremos las distopías de Huxley o de Orwell, el Brooklyn de Paul Auster o los océanos de Conrad leyendo sus libros. ¿Qué mejor puerta al ensueño existe que un buen libro?

Lee. Busca clásicos, poetas, modernistas, románticos, existencialistas. Premios Nobel, promesas literarias, célebres rebeldes literarios, como Cortázar o Henry Miller. Lee cómics galardonados, cómics olvidados, cómics argentinos, españoles, franceses. Revisita a tus autores favoritos. Subraya las mejores frases o escríbelas en la computadora. Enamórate de las palabras otra vez. Esa música que toca cierta invisible fibra en nosotros.

Propicia un ambiente adecuado

Si tu silla es muy incómoda, te distraerá. Si un familiar está taladrando la pared en ese instante, te distraerá. Si al lado alguien ve un partido de fútbol y es muy ruidoso…

Asegúrate de que nada distraiga el libre fluir de tu creatividad. No siempre se puede uno ir a una villa a trabajar mirando las montañas desde un bucólico chalet, pero por lo menos asegura tu breve espacio en casa. Un escritorio funcional. Una silla que no destruya tu espalda. Un teclado al que no le falten las letras. Ya sabes.

Esfuérzate en completar el proyecto

Ponte una meta, aunque sea pequeña. Terminar un párrafo. Una hoja. Una cantidad de palabras. No importa si no es el momento ideal, y lo que obtengas no es perfecto. Mientras lo intentas, algo más aparecerá. Una idea contagia y despierta a la otra, como los bostezos de otros se te pegan a ti.

Escribe, aunque no tenga sentido lo que escribas. Lucha por cumplir ese objetivo mínimo. Después decidirás si sirve o no lo que hiciste. La mayoría de veces no servirá. Pero unas pocas serán como el camino de migajas de pan que dejaban Hansel y Gretel, y te llevarán a tu verdadero sendero, ese que parecía perdido.

 Y… un subjetivo bonus track

El café. Ese grano bendito. Esto no es necesariamente un consejo, sino una confesión. Mi nombre es Javier, y soy cafeinómano. La cafeína es la sustancia psicoactiva que más se consume en el mundo. Teóricamente, sus efectos son menores entre quienes lo consumen con asiduidad. Eso no me sucede.

Cada vez que necesito un disparador, como si fuera el ariete que irrumpe en la puerta cerrada del pensamiento, tomo algunas tazas de café. No mencionaré la cantidad de tazas de café que tengo encima en este instante, porque no sé si a todos les haría bien. Es cierto, a veces siento cierta taquicardia y como si el hígado pateara. Tal vez debería dejarlo. Pero no. Ya habrá tiempo para llevar una vida sana.

Es cierto que no siempre pasa, pero cuando sí, es como si las ideas discurrieran en el flujo de la sangre, que se hace espesa a veces, y el café potenciara su fluidez, alborotando los mecanismos creativos, estallando en imágenes vertiginosas y prometedoras. Entonces es como si pensara en varias direcciones a la vez.

Pero no hagas eso, lector. Tú solo tómate una taza. Una tacita de café, a ver qué sucede. O cuéntanos, con toda libertad, qué es lo que precipita tu viaje, cómo empieza el ensueño.

Y no dejes de intentarlo.