Cada uno interpreta a su manera.

Una persona en su trabajo refiere “Le pedí que envíe el informe por mail y lo envió al compartido”. “Quedamos en que hacía arroz pero cocinó buñuelos”, “Habíamos arreglado una reunión para este miércoles pero pensó que antes íbamos a confirmar así que no vino”….

Cada persona interpreta a su manera. Pensamos que cuando nuestro interlocutor habla le otorga el mismo significado que le damos nosotros y no es así. Creemos que las palabras son como caramelos que se desenvuelven en la cabeza de la otra persona, con el mismo significado que nosotros le damos. Nada más alejado.

Cada persona le otorga un determinado significado y ese significado es una aproximación. Dice Rafael Echeverría “Toda escucha está condenada, en el mejor de los casos a ser siempre una “aproximación” al otro. Siempre habrá una distancia entre el orador y el oyente. De allí los tantos malentendidos.

Por eso es tan importante verificar ¿Que es lo que escuchó el otro? Sino tenemos esas respuestas poco comprometida donde arroja la responsabilidad a la otra persona….

Con el famoso “¡Ah pero Yo se lo dije.. No sé qué escuchó!”. Cuando aprendemos estas distinciones se dice que el lenguaje no es más inocente. Ahora sabemos que debemos chequear qué es lo que entiende la otra persona..

Claro que a veces, no tenemos el tiempo para verificar todo, ni tampoco nos damos cuenta siempre que el otro puede no haber entendido. Lo del arroz que hizo buñuelos me pasó personalmente y me sorprendió porque no era personal nuevo, y había lo que se denomina un contexto de significados compartidos…

El escuchar de cada persona es un complejo proceso interpretativo. Y damos por sentado que cuando doy una instrucción el otro escucha exactamente lo que le dije y no es así.

La próxima columna abordaremos herramientas para disminuir esta distancia entre lo que una persona dice y lo que el otro escucha. Si querés compartir te invito a contar tus anécdotas de malos entendidos…