Caminando hacia el Amor

El viento sopla fuerte cuando salgo de lo cómodo y me expongo a lo desconocido. Las rascas penetran la bufanda y el abrigo que siempre me protegía de la realidad como si se tratara de un frío polar más dañino que el calor sofocante del infierno en el que tantas veces me he acomodado en el sufrimiento al que me sometía.

La valentía auténtica en la vida se muestra con salir de esa puerta, sin miedo a quitar los vestimentos que tapan la honestidad de cada uno. La desnudez emocional frente a la inclemencia de la realidad es lo que me permite conectar con el fuego que siempre quemaba dentro de mí. Esa misma hoguera a la que me he lanzado vez tras vez para buscar el renacimiento que me acercara a mi esencia, sin comprender que esas llamas alumbran el paraíso de mi sentir. El lugar idílico donde paseo sin pretensiones a ser nadie que no soy, ni de ser dueño de nada más allá que lo que realmente necesito.

El camino que me ha llevado a esta tierra fértil me ha enseñado a valorar a las personas que me han acompañado durante el tiempo adecuado para que entendiera la parte de mí que veía reflejada en ellas. Asumo la volatilidad de la transformación personal que comprende que a pesar del afecto y cariño que he sentido por algunas personas, el destino me ha alejado de ellas para que puedan seguir su proceso y yo el mío. Las despedidas son agradecimientos por todo lo compartido. Es necesario soltar sin luchar para no sufrir. El amor nunca muere sino se convierte en sabiduría.

Cada encuentro de mi vida me ha preparado para reencontrarme contigo, para reconocer el amor dentro de mí y saber compartirlo sin prejuicios, sin exigencias, sin expectativas, y con autenticidad y una aceptación plena de ti, de mí y del paraíso por el que paseamos hoy en la eternidad del Ahora.

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Imagen: “Weather Mistakes” de Minarai (Pinterest)