Cara, gano mucho. Cruz, pierdo poco.

Hace unos pocos días me preguntaba un señor que ocupa un puesto directivo de bastante relevancia, sobre cual era mi visión de la innovación. Al fin y al cabo, pensaba el buen hombre, tantos cabezazos con tantos proyectos diferentes deberían haberme dejado un poso de sabiduría realmente valioso.

La realidad, sin embargo, que siempre se impone y es especialmente dura con los que no hemos sido dotado de gran talento e inteligencia, es que pocas cosas certeras he aprendido a lo largo de los años, pero aún así traté de explicar un poco mi visión de la misma y sobre todo algunos enfoques de cómo moverse en entornos extremadamente turbulentos donde la incertidumbre es la normalidad.

En primer lugar, lo primero que le expliqué, es que mi visión es muy poco ensoñadora o positivista acerca de lo que es realmente la innovación. Es un camino espinoso, incómodo y bastante letal si no mides correctamente los riesgos, siendo tremendamente complejo como veremos medir los riesgos.

Por poner un ejemplo que muchos de los lectores que hayan sido padres entenderán, se asemeja bastante al momento del parto de sus hijos.

El parto suele verse como ese momento mágico, idealizado y trascendental donde la vida se abre paso y al mismo tiempo cuando uno lo experimenta en primera persona, como dolor, sangre, olores desagradables y un sufrimiento muy fuerte de la madre que hace un sacrificio durante horas a favor de un bien mayor.

Básicamente, y resumiendo mucho, esto es para mi la innovación.

Ambas visiones son ciertas, pero si te vas a adentrar en ello será mejor que te conciencies más de la segunda, que será la que vas a vivir, y dejes más en segundo plano la primera, que con suerte y sesgo de supervivencia mediante, será la que recordarás y quizá puedas contarle a tus nietos.

Una vez entendida la verdadera naturaleza de vivir constantemente en el trapecio, y la incomodidad que conlleva, puede ser útil conocer algunos modelos mentales que te pueden ayudar a sobrevivir, y que al menos en nuestro equipo usamos en el día a día.

El concepto talebiano (de Nassim Taleb, autor de El cisne negro), de "cara gano mucho, cruz pierdo poco" , es realmente potente para atravesar entornos turbulentos. Se trata de lanzar simultáneamente varias apuestas de bajo riesgo, de modo que uno pueda eliminar aquellas que no se han comportado como esperábamos y dotar de más recursos las que si lo vayan haciendo.

Estadísticamente, en mi experiencia, suelo inferir que de diez apuestas, seis nos salen mal, tres tienen resultados mediocres/mejorables y con suerte una es exitosa.

Estoy convencido de que hay gente con estadísticas mucho mejores, pero nosotros nunca hemos sido capaces de mejorar esto y lejos de verlo como un drama, es lo que nos inspira a buscar esas tres que pueden ser aprovechables o esa única que puede cambiar las reglas del juego.

Esta manera encaja bastante bien, con lo que suele comentar Jim Collins, de disparar balas y no cañonazos. En su libro Great by choice, lo cuenta con un ejemplo que me resulta especialmente certero.

"Imagínate en el mar, con un barco enemigo acercándose a toda velocidad. Tienes una cantidad limitada de pólvora. Usas toda tu pólvora para disparar una gran cañonazo. La bola vuela sobre el océano... y falla el objetivo, desviándose por 40 grados. Te giras hacia tu almacén y descubres que te has quedado sin pólvora. Mueres. Pero supón que en lugar de eso, cuando ves al barco acercarse, tomas un poco de pólvora y disparas una bala. Falla por 40 grados. Haces otra bala y disparas. Esta vez falla por 30 grados. Haces una tercera bala y disparas, fallando solo por 10 grados. La siguiente bala acierta—¡ping!—en el casco del barco enemigo. Ahora, tomas toda la pólvora restante y disparas un gran cañonazo siguiendo la misma línea de visión, lo que hunde el barco enemigo. Sobrevives."

Al final, la realidad es que los entornos de incertidumbre son el caldo de cultivo perfecto para problemas de comunicación, desvíos de presupuesto, cosas que deberían funcionar y en el papel lo hacen, pero en la realidad se obstinan a no hacerlo, o no hacerlo bien todo el tiempo etc.. y los recursos siempre son limitados y finitos.

La innovación por tanto, supone ponerte a ensayar cosas arriesgadas, mientras tu negocio principal debe seguir operando con normalidad y corriendo el riesgo de que pises una mina o varias, y no por ello mueras en el intento.

Siempre me gusta poner ejemplos en las reuniones con el equipo, de cosas del día a día, películas o anécdotas históricas, que nos ayudan a entender mejor los conceptos. Le quitas el halo de misticismo a las cosas y te facilita explicar razonamientos complejos.

Es aquello de que Einstein, de "si no eres capaz de explicárselo a un niño de seis años, tú mismo no lo entiendes".

Acceder a mercados nuevos con clientes nuevos y productos nuevos, es lo más parecido a la famosa escena de Apocalypsis now del Coronel Kilgore. Tienes que ponerte a hacer surf con unas condiciones externas endiabladas, pero simplemente lo haces porque te has entrenado para ello, crees que puedes hacerlo y asumes el riesgo.

Y al final, con suerte, con muchos sinsabores, disgustos y decepciones, te viene a la mente aquel famoso diálogo.

¿Hueles eso?

¿Lo hueles muchacho?

Es Napalm hijo.

Nada en el mundo huele así.

.....

Aquella colina, olía a victoria.

Y si, la innovación pese a todo lo malo y siempre que uno esté dispuesto a pagar el precio de alejarse de la costa, vale la pena.

Y cuando uno duda, es bueno recordar, que Charlie no hace surf.