CATETO MENOR -fragm.-
La revista que hojeaba tenía alguna relación con turismo de la zona, y aparecían bellas fotos de Amalfi ciudad que, me estaba enterando, fue condenada a quedar pigmea por hallarse encajonada entre las montañas y el Tirreno. De hecho, tenía una singular forma de triángulo isósceles acutángulo o porción de pizza. La base era el frente marítimo y ambos lados se iban afinando siguiendo la guía de Via Marino del Guidice hasta rematar en el ángulo agudo opuesto donde asentaba el Museo del Papel. Esta situación defensiva resultó ser su maldición y aunque se perfilaba como una de las capitanas entre las repúblicas marítimas del Mediterráneo en el siglo X, hacia el siglo XIII su crecimiento se paralizó por falta de espacio. Legó a Occidente la Thabulae de Amalphi, el primer tratado de navegación, el fino trabajo artesanal del papel de carta aprendido del Oriente, que siguen produciéndolo según los genuinos métodos antiguos y es el único que utiliza la Cancillería vaticana.
-¿Nos vamos, pa?, -dijo Martín apartándome de la brevísima historia de Amalfi que estaba leyendo.
-No, aún no vimos Amalfi, ¿o te olvidás?
-Eso pensaba yo, me gusta este lugar.
-Es hermoso, -asentí mirando el mar por uno de los ventanales del salón-. Y además, la gente aquí acostumbra dormir armada con cuchillos, ¿sabías?
-Ah, eso.
Pareció turbarse. La risa que traía se le cayó, miró hacia el piso como hace cuando quiere meterse en sus adentros.
-Quiero saber qué hacías con un cuchillo a tu lado.
-Vos saliste, -dijo sin mirarme y con claro tono de acusación.
-Ah, ¿y cada vez que salgo vos te decidís armarte? ¿Tenés miedo de que alguien te ataque?
-No sé. –Hizo silencio-. Sí, tenía miedo…
-¿A qué? ¿A quién?
-Esa mujer. Anoche cené, estuve afuera un rato con esos brasileños jugando aunque no les entendía casi nada de lo que me decían, después me acosté y quedé dormido, pero a la madrugada, no sé a qué hora, me despertó el sueño de siempre.
-Ya sé: la mujer que viene a degollarme.
-Sip.
Eso significaba “stop” se acabó la conversación, no se habla más, me recibí de caracol, etcétera. Decidí atacar por otro flanco porque ya me estaba exasperando ese callejón sin salida, la mujer degolladora se había convertido en el deus ex machina de esta tragedia, cuando se encontraba acorralado entre montañas como Amalfi, aparecía el fantasma y lo rescataba hacia el silencio.
-¿Te acordás de lo que conversaban Madame y la Comadreja acerca de los sueños?
-Sí, me acuerdo que la Comadreja primero le dijo que los sueños no significan nada y después le fue diciendo todo lo que significaba ese sueño que había tenido esa tal Madame.
Se rió, los ojitos achinados recuperaron el brillo de la alegría, significaba que íbamos por buen camino.
-¿Cómo era el sueño? ¿Te acordás?
-Que ella iba subiendo una montaña y se dio cuenta que era un volcán porque explotó, y de repente se le aparecieron unos enanos muy feos y barbudos que le insultaban. Es muy gracioso, pa.
-¿Qué cosa?
-Que los enanos se burlen de alguien. Siempre en los cuentos los enanos son buenos y serviciales pero éstos eran insolentes…
-¿Y qué significaban esos enanos?
-Eso ya no entendí muy bien, que era el mal que está adentro o está afuera… no sé.
-Atendeme bien Martín, pensá antes de contestarme.
-Sí. Siempre te atiendo.
-Vos soñás continuamente que una mujer viene con un cuchillo a matarme, ¿no es así?
-Sí. Pero no quiero hablar de eso.
-¡No vamos a hablar de eso!, -dije dando un golpe sobre la mesa que sobresaltó a una pareja que comía huevos con jamón en la mesa de al lado-, seguí lo que te pregunto nada más.
-Bueno, hecho…
-Si la mujer ésa brota de tus sueños, ¿de dónde sale?, ¿de adentro tuyo o de afuera?
-Y… -levantó los ojos para tratar de acomodar sus ideas-, creo que sale de adentro, que duerme conmigo o no sé, está en algún lugar conmigo. Porque, ¿vos no soñás con ella, verdad?
-No, no sueño con ninguna asesina, pero sigamos. Si esa mujer que te hace sufrir está dentro de tu mente, ¿es parte de tu bien o parte de tu mal?
-Mi mal, -dijo como si quisiera expulsar por medio de un conjuro esa idea espantosa.
-Y el Martín que se asusta de ella, el que lucha contra ella, ¿está afuera o adentro?
-No pueden estar juntos, -razonó jugando con unas migas de pan que estaban sobre la mesa-. Porque si estuviesen juntos serían amigos y por supuesto son enemigos. (...)
DE "CATETO MENOR" -EN PRENSA 2020-
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4 años¡Preciosa imágen!