Ciber ataque al Banco Estado: solo la punta del iceberg.
Oficialmente, lo niegan. El Líder Supremo jamás lo va a reconocer, pero las pruebas se acumulan y se acumulan: Corea del Norte tiene un ejército de hackers que han cobrado víctimas en todo el mundo, incluido Chile. El hackeo al Banco Estado hace unos días es la prueba de ello.
Lo que pasó en el banco chileno fue similar a lo ocurrido el 2017. En esa ocasión el virus Wannacry, un ramsonware que se infiltró en redes públicas y privadas en todo el mundo, secuestró los archivos de los equipos conectados y los ciberdelincuentes exigieron un rescate en Bitcoins -moneda virtual imposible de rastrear- para su liberación.
¿Por qué hacen esto los norcoreanos? Porque es una forma de saltarse el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y la ONU y porque desde la época de Kim-Jong-Il, el gobierno de ese país entendió que el desarrollo tecnológico podía ser un arma tan poderosa como las de fuego.
El tiempo le dio la razón. En las últimas décadas, potencias como Estados Unidos, Rusia y China han dedicado gran parte de sus esfuerzos y recursos a desarrollar herramientas de hackeo que permiten vulnerar los sistemas de sus enemigos.
Un ejemplo de esto es la llamada Operación Juegos Olímpicos, cuando los norteamericanos sabotearon la red computacional de Irán para impedir que en ese país se siguiera enriqueciendo de uranio para desarrollar armas nucleares.
Otro son los continuos ataques rusos en Ucrania y en Estados Unidos, como el recordado ciberataque a la Convención Demócrata en 2016, cuando se proclamó a Hillary Clinton como candidata a la presidencia, y que terminó con la exposición de 19.252 correos electrónicos
En el libro “El Arma Perfecta”, el periodista David Sanger hizo un recuento de esta “Tercera Guerra Mundial encubierta” y explica cómo los estados desarrollan estas acciones hostiles para desestabilizar a otros países y poco a poco ir logrando objetivos estratégicos. Uno de los ejemplos más claro son los ataques constantes de los rusos en Europa del Este y que culminaron con la anexión de Crimea en 2014.
Si bien esta nueva forma de guerra no derrama sangre - al menos no directamente - sí provoca daños inconmensurables para países y organizaciones ya que deja sus armas esparcidas en el ciberespacio, las que después son usadas por otros hackers.
La prueba de la magnitud de este flagelo es que en Chile los delitos informáticos han crecido a un nivel insospechado hace algunos años, llegando en 2019 a 1,5 billones de intentos de hackeo.
Peor aun: durante la pandemia, el teletrabajo y las clases online, esos números solo se han incrementado, según lo ha constatado el Csirt, el Equipo de Respuesta ante Incidentes de Seguridad Informática del Estado.
Lo ocurrido con el BancoEstado es solo una pequeña muestra del poder que tienen estas nuevas armas y estos nuevos delincuentes. Lo más preocupante es que las víctimas podemos ser todos, solo basta descargar un archivo de origen dudoso o hacer click en un link que invita a ver “las impactantes fotos” de un famoso “sorprendido” in fraganti.
El auto cuidado y la educación digital son la clave en este nuevo escenario en que los delincuentes ya no asaltan en la calle, sino que en tu computador, teléfono o tablet.