Clepsidra
Tal vez rómpase el cristal,
tal vez emerja de la clepsidra
su forma centelleante,
su deslumbrante deidad,
y desfallezcamos
mirándola mirarnos,
sintiéndola orbitar
con sus atributos
de etérea divinidad
sobre nosotros,
sobre el pasmo y la atrición.
Tal vez sobrevivamos,
tal vez el prodigio
ocurra sin nosotros,
y largos siglos después
regrese a soplarnos
de nuestro ensueño.
Tal vez no existamos,
tal vez vino y no encontró,
y sigue esperándonos
en su clepsidra.